jueves, 5 de enero de 2012

SHOCKER, 100.000 VOLTIOS DE TERROR

El éxito de la saga "Pesadilla en Elm Street" desencadenó una oleada de imitaciones cuyo nexo de unión era el usar como reclamo (desde el mismo título) a un monstruo que, a pesar de cometer los más atroces crímenes, en realidad fuera un tipo simpático y ocurrente. El asesino como absoluta estrella del espectáculo. Mirado en la distancia, vemos que son cientos y cientos los films que se subieron al carro, pero así a lo burro, podríamos citar cosas como “Funny Man” (francamente horripilante), la saga de “Leprechaun” (que también guarda similitudes con “Chucky”) y la otra creación del mismo padre, “Rumpelstiltskin”; “Circuitry Man”, “Jack Frost”, “Uncle Sam” o la tardía “Scarecrow”, con varias secuelas en su haber... así como una infinita ralea de infra-producciones con el mundo de los sueños como denominador común, léase “Beyond dream´s door”, “Nightwish”, “Dreamaniac” o la inevitable imitación exótica, “Ranjang Setan”, también conocida como “Satan´s Bed”.
Pero no hay que ir tan lejos para encontrar refritos Kruegerianos. El mismo ex socio de Wes Craven, Sean S. Cunningham, produjo “House 3”, o mejor, “The Horror Show”, como un intento de convertir al asesino encarnado por Brion James en otro anti-héroe adicto a la sangre que se mueve felizmente por un mundo de pesadillas. Es curioso que el argumento de esta tuviera muchísimos puntos en común con la auto-copia oficial de Craven, “Shocker, 100.000 voltios de terror”. Ambas (producidas en 1989) narran la historia de un psycho-killer capturado y llevado a la silla eléctrica, donde en lugar de fenecer, pasará a habitar otra dimensión desde la que hará la vida imposible al tipo que se encargó de capturarlo.
Aunque Craven ya usó anteriormente casi el mismo tono y fondo de “Pesadilla en Elm Street” para “Amiga Mortal”, “Shocker” es la que más se parece a las desventuras de Freddy Krueger. Obviamente, el realizador no podía plagiarse a si mismo de un modo demasiado descarado, así que en lugar de situar a su monstruo de chanante nombre –Horace Pinker- en el mundo de los sueños, le da la capacidad de usar la electricidad como arma y método de transporte, hasta el extremo de poder colarse en el interior de una televisión en una tan ridícula como divertida pelea con el prota. En otro momento de la función, Pinker se introduce en varios cuerpos como quien cambia de zapatillas, destacando especialmente a la angelical niña, transformada de pronto en un rudo matón que cojea y echa lapos.
Ni la presencia de la enemiga jurada de Krueger -Heather Langenkamp- en plan aparición especial, o la de Ted Raimi o incluso la canción de “Megadeth” con la que nos estuvieron dando la chapa vía caja tonta, ayudaron a que “Shocker” funcionara lo suficientemente bien como para dar vida a la criatura más allá de su debut. Y es que, además, Horace Pinker no era nada simpático.