viernes, 30 de noviembre de 2012

HOLY MOTORS

A los gafapastas, no les gusta el cine, eso lo tengo clarísimo. Lo que les gusta es decir que han visto tal o cual película y dárselas de culturetas. Pero no tienen ni puta idea de cine. Les desprecio con toda mi alma. Igualmente, a los directores que siguen los gafapastas, tampoco les gusta el cine, lo que les gusta es crear, ser artistas. Otra cosa es que hayan elegido el medio del cine para dar rienda suelta a su creatividad, pero no les gusta el cine. Sin embargo, lo que hacen no dejan de ser películas, así que a mí me gustan, porque me gusta el cine… ¿Me explico? Lo que quiero decir, es que a mí que he visto de todo y de todo tipo, una película tan extraña no me pilla de nuevas. Y si, es una excentricidad, pero también es una película válida, y para nada algo rompedor ni trasgresor. Es simplemente, una película surrealista, para la que se ha prescindido de la coherencia, cosa que me gusta y me parece muy válida. Y dicho sea de paso, muy deudora de “Un Perro Andaluz” de Buñuelos.
Dicho esto, aclaro que mucho se ha hablado de “Holy Motors”, la ultima película de Leos Carax, ese director cuyos seguidores creen que desde “Los puentes de Pont- Neuf” no había hecho nada, y que esperaban esta nueva película como agua de mayo. Y hablan de obra maestra. No lo es. Pero tampoco es un puto bodrio inaguantable como dicen los que están poco acostumbrados a ver cine de arte y ensayo y/o experimental… o al menos no en su totalidad.
Un individuo sale de casa, se mete en una limousine dentro de la cual se maquilla para cambiar de personaje, se baja del coche y hace las cosas que ese personaje tiene que hacer. Y ese es el argumento de “Holy Motors”, porque aunque no se entienda –Ni Leox Carax pretende que se entienda- SI tiene argumento.
Pero tampoco es una película libre, como dicen por ahí. Efectivamente, Carax ha hecho lo que le ha salido de los cojones, pero la película tiene una producción y dudo mucho que haya podido hacer una película “libre”, en un producto con factura más cercana al mainstream que otra cosa. Así que dejémoslo en que “Holy Motors es una película rara”, ni tan “Cool” como quieren hacernos creer que es, ni tan extremadamente confusa como otros pretenden hacernos creer por otro lado. Pelis más raras he visto.
Así que ínfulas artísticas de su director a parte, que me parecen muy bien, déjenme decirles, que por momentos, mientras la veía, pensaba que estaba viendo la mejor película que había visto en mi vida… hasta que a mitad de película, cae para abajo, y se convierte en un coñazo rancio y, efectivamente, insoportable. Pero empieza de maravilla y hasta el “entreacto” (denominado así en la propia película) la película es cojonuda, ¡cojonudísima! Una locura autentica y brillante donde nada de lo que pasa tiene sentido. Luego ya… te puedes salir de la sala, o quitarla si es que te la has bajado.
Así que regular. Ni espantosa, ni maravillosa, una película del montón. Se caga ella solita según avanza. Pero ¿Es esa la intención del director? Yo creo que no tiene ninguna.
En cuanto a la escena de apertura, donde un individuo encerrado sale a través de una puerta de su habitación donde da a parar a una sala de cine llena en la que todo el publico duerme, he de decir que buscando info en imdb, me topo con la siguiente mamarrachada, en una crítica publicada en la base de datos mas maja de todo internet: “Su director la ha rodado para sí, de espaldas al público, al que probablemente ve como el que muestra al comienzo del filme: seres indolentes, masa pasiva, adocenada. Por eso decide no respetarlo, pasar de darle lo que espera, y ejerce de artista en su acepción más esencial, más radical”! ¡No me jodas! ¿Que gilipollez es esa? Yo esta controvertida escena la interpreto de dos maneras: 1) No quería decir nada, es solo gente durmiendo en el cine, no tiene ninguna lectura. Y 2) lo que quiere decir es: “!! preparaos que lo que viene ahora es un coñazo de tres pares de cojones¡¡”
Así que ustedes júzguenla, que a mí en principio la idea incluso me apasiona, lo que no soporto es que de repente, una cosa que iba de puta madre, se convierta en algo tan rematadamente aburrido.