martes, 5 de marzo de 2013

EL DIABLILLO CALIENTE

Más conocida internacionalmente como “Evil Toons”, se la identifica también con los títulos de “Dibujos maléficos”, “Dibujos infernales” o el que recibió en nuestro país a su paso por vídeo-clubs, el espantoso (y no obstante, divertido) “El diablillo caliente”.
Se trata de una película al peso de las que hacía (y hace) Fred Olen Ray, cuyo principal atractivo es ver como se desenvuelve el llamado rey de la -mal llamada- serie B moderna (o la de los ochenta) mezclando animación con imagen real. Aunque sea poca cosa… porque tampoco tiene mucho dinero para ello.
Un grupo de chicas acude a hacer limpieza en un caserón durante un fin de semana por aquello de ganarse unos dólares. De pronto, son interrumpidas en sus quehaceres (básicamente, despelotarse y practicar numeritos eróticos sin venir a cuento) por un extraño individuo con aspecto de brujo, que les entrega un paquete. Las chicas deciden abrirlo y  descubrirán que se trata de un libro sobre magia negra (inspirado en el Necronomicon de “Posesión Infernal", por supuesto) del que surge un extraño diablillo de dibujos animados (diseñado por el ilustre fanzinero Chas.Balun), completamente deudor del de Tasmania de la Warner.
Pronto poseerá, física y endemoniadamente, a una de las jovencitas, y comenzará el festival.
Es una tomadura de pelo muy recurrente en la "serie B", que el elemento que sirve de reclamo en una película, posea a un personaje de carne y hueso como excusa para no tener que mostrarlo más en pantalla y así ahorrarse un dinero. Pasaba en “Troll” -este se metía dentro del cuerpo de la niña protagonista-, y pasa aquí, con lo cual vemos un poco al diablillo del título (una animación chusquera, pero no tanto como cabía esperar) cuando hace acto de presencia a los cuarenta minutos de metraje, y otro poco en el desenlace. Así mismo, a David Carradine, que también sirve de reclamo dando -escasa- vida al extraño brujo, lo vemos en pantalla un poco más, pero bastante menos de lo prometido. Así pues, el grueso de la película se reduce a las cuatro féminas protagonistas teniendo conversaciones estúpidas y mostrándonos, pizpiretas, sus anatomías sin ningún tipo de prejuicio, y si me apuran, incluso sin explicación. Cosa que se agradece, cuando dos de las tetas que vemos alegremente son las de la  una esplendida Monique Gabrielle pre-multioperaciones, que, literalmente, deformaron su rostro y cuerpo. Aquí nos ofrece un destete tan eterno como gratuito, y que se antoja, al final, lo mejor de la película. Así que imagínense…
Con algunos planos más, la intervención de Dick Miller, como encargado de la empresa de limpieza para la que trabajan las chicas, resulta antológica y altamente divertida. Momentos como cuando su personaje ve viejas películas de Dick Miller en la tele, y dice “No entiendo por qué la academia no le ha dado un Oscar a ese tío”, sin duda se ganarán la complicidad del respetable.
La película es desmesuradamente mala, incluso para ser de Fred Olen Ray (que las tiene mejores y también peores…) pero como es ligerita en cuanto a argumento (y ropa interior), con una trama tan sencilla que hasta el más tonto podría entender, de ritmo tampoco anda mal y escueta en su duración,  la vemos,  nos echamos unas risas, incluso nos tocamos en la intimidad, y nos quedamos tan a gusto. Siempre que seamos conscientes de lo que estamos viendo, claro.
Sí, “El Diablillo caliente” resulta un entretenimiento tonto, hasta recomendable.