miércoles, 15 de mayo de 2013

EL ÚLTIMO DESAFÍO

"Los Mercenarios" devolvió a (pseudo) primera plana a los héroes del cine de acción de los 80, incluso los 90, demostrando que con sentido del humor y tácticas -más o menos- de la vieja escuela, podían llenar las salas de culos en sus butacas. Lo malo es que en parte todo aquello fue un espejismo. Se trataba de un gran concepto, y conectó con el público, verlos juntos de nuevo resultaba regocijante, entrañable y, ¿por qué no?, sanamente nostálgico. Ahora bien, ¿¿alguien pagaría por consumirlos en vehículos para lucimiento individual??, eso ya era otro cantar. Reunirlos a todos tenía algo de novedoso, lo demás, era más de lo mismo, y a las pruebas me remito. Tanto el intento de Sylvester Stallone como el ahora comentado, con Arnold Schwarzenegger, se saldaron con notorios fracasos. ¡Que tiempos aquellos en los que los nombres de Sly y Arnie bastaban para formar colas en las taquillas!.
Y es que nadie duda que Arnold regresó animado por el éxito de "Los Mercenarios" y del aparente buen recibimiento que tuvo su reaparición en las pantallas. A la hora de enfrentarse a "El último desafío" ("The last stand" en USA), su vuelta oficial, el musculado abuelete (y lo de abuelete no lo digo por decir, hay planos en los que se le ve realmente chocho) iba a tirar de idéntica fórmula que con la peli coral, es decir: cierta recuperación del cine de acción de hace tres décadas, pero pasándolo por el filtro del humor, la auto-parodia y una violencia en apariencia gráfica y colorista, pero parapetada por cierto tono bufo y gran guiñolesco con fines edulcorantes. El verdadero problema aquí fue, creo yo, el trailer, algo engañoso y confuso. A mi me echó para atrás, así se lo digo. ¿Por qué?, porque todo apuntaba que la película prefería aferrarse a la casi-comedia antes que a un tono más serio, que el goteo de bromitas auto-referenciales (sobre todo, con respecto a la edad de su prota) sería continuo y, peor aún, que el cargante Johnny Knoxville iba a ser la inevitable comparsa cómica durante toda la proyección... y yo eso, amigos, no lo puedo sufrir. Sin embargo, vista la peli de cabo a rabo, puedo afirmar que la cantidad de elementos incordiantes, aún estando bien presentes, son bastante menos de lo esperado.
La historia no tiene mayor complicación. Arnold Schwarzenegger interpreta al sheriff de un tranquilo pueblo fronterizo en el que nunca pasa nada. Un día, un importante narcotraficante mexicano escapa de las garras del FBI y decide cruzarlo para pasar al país vecino. Arnold se entera de ello y decide pararle los pies cueste lo que cueste, tarea difícil si tenemos en cuenta que el muchacho viene acompañado de todo un ejército de profesionales dispuesto a allanarle el camino.

Como digo, sí, hay humor, sí, hay chistes a costa de Arnie y, sí, está Johnny Knoxville dando la chapa. Pero menos. De hecho, en general, y sobre todo durante su primera hora, resulta ser un thriller bastante formal, entretenido y bien desarrollado, con algunas secuencias de acción notorias, no demasiado abuso de CGI y, más sorprendente aún, un Schwarzenegger que no es, ni por asomo, prota total y absoluto. Para empezar, los agentes del FBI, y en concreto Forest Whitaker, se comen un buen cacho de esa primera hora. Y para cuando el sheriff entra en acción, viene acompañado de un entregado grupito de ayudantes que le cubren las espaldas. Vamos, un poco como lo que le ocurría a Stallone en la cuarta "Rambo". Acostumbrados a verlos en sus buenos tiempos como casi superhéroes capaces de valerse por si solos con una pistola y un tirachinas, no deja de ser chocante encontrártelos ahora formando parte de un equipo. El verdadero lucimiento del agüelo lo reservamos para el final (bastante más desmadrado y humorístico), cuando se las vea cara a cara con el malo de la función y protagonicen una sangrante y brutal pelea cuerpo a cuerpo que duele. 
De entre medias, pues sí, algo de gore (my cartoon, todo hay que decirlo), algunos chistes bastante graciosos, momentos confeccionados para el puro disfrute de plateas chillonas y, en general, un tono de western moderno voluntaria y desacomplejadamente festivo y tontaina. Sus responsables saben que están pariendo un producto totalmente intrascendente con el único fin de entretener, y lo hacen con gusto. ¿Que si lo consiguen?, pues bastante. No es para echar cohetes, ni tampoco para comprársela en dvd, pero sí para ver una vez y pasar un buen rato.
En el florido reparto, y junto a los mentados, nos encontramos con Eduardo Noriega haciendo de malo (¿se dobla él mismo?, porque si es así, lo hace con el culo!!!), el gran Peter Stormare, Luis Guzmán, la compañera de "Thor" Jaimie Alexander y Harry Dean Stanton en su habitual rol hiper-secundario.
Se trata de la primera peli yankee del asiático Jee-woon Kim, especialmente conocido por "El bueno, el malo y el raro" y sobre todo "Encontré al diablo", pero después del poco éxito, ya veremos si le dejan hacer otra.