sábado, 17 de agosto de 2013

BAIT (CARNADA)

Siempre he encontrado paradójico (y algo injusto) que se acuse a Steven Spielberg de haber sido el originador de la mala imagen que hoy día arrastran los tiburones en la gran y pequeña pantalla. Aferrándonos a los hechos, esa responsabilidad debería caer sobre Peter Benchley, el autor de la novela -previa, obvio- en la que se basó el genial clásico de más que reconocible y deducible título. Pero claro, la que popularizó el concepto de un escualo que ataca las playas y se zampa a la peña fue la peli, no la novela. Su éxito arrollador todavía palpita a día de hoy y a la larga acabó creando uno de los fenómenos cinematográficos más longevos y -a mi modesto entender- inexplicables de la histeria del séptimo desastre, dicho de otro modo: ponga usted un tiburón asesino en su película, telefilm, direct-to-dvd, corto, lo que sea, y tendrá gente dispuesta a consumirlo, pagar por ello o descargarlo. Pues sí, son cientos y miles las pelis, de todas las categorías imaginables, las que se han parido usando semejante reclamo, por lo que no deja de sorprender que, cuando un país como Australia se decide a hacer una de esas bien comercialotas y pensadas para llenar salas, recurra a un tema tan manido como el mentado, un escualo hambriento de carne humana. ¡¿A estas alturas?!. Sin embargo, y eso igual es incluso más inexplicable, la cuestión es que ¡¡funciona!!.
Tenemos tiburón y tenemos víctimas, el truco consiste en, ¿cómo hacer que todos ellos se encuentren cara a cara y se enfrenten?. Si la idea para llegar a ello es buena, tienes media peli hecha. Y la de "Bait", es buena: Un maremoto tremebundo pilla a una serie de personajes en el supermercado, el agua lo inunda todo y, como era de imaginar, arrastra hasta allí a un enorme tiburón blanco (en realidad dos, aunque en escenarios diferentes). Los humanos tendrán que luchar para sobrevivir a la catástrofe y, claro está, a las ansias devoradoras del animal. Y ya de paso, también a los inevitables conflictos que surgen entre ellos.
Asentadas las bases, lo demás es puro manual, pura fórmula. "Bait" resulta previsible desde los créditos del principio al "susto" del final. Sabes perfectamente qué hará tal personaje, qué hará tal otro, cual morirá, cual no, cual se sacrificará, cual será malvado y egoista, etc, etc, etc... todos son puro cliché, puro estereotipo y, como tales, pagan por ello. Por ejemplo, justo antes de la llegada del maremoto un par de atracadores (uno de ellos de buen corazón) estaban intentando robar y el malo de los dos había matado a una rehén. Algo así no puede quedar impune, ese tio ha de pagar y, además, a lo bestia, devorado en vida por el escualo. Lo mismo podemos decir del pobre segurata (el trabajo más ingrato en el cine de terror o el thriller), el mazas subnormal (que los cineastas disfrutan despedazando... y con razón) o el novio que se interpone entre dos antiguos enamorados. Tiene que morir o no habrá reencuentro, y morirá, sí, aunque en pleno acto heroico (naturalmente, ella no tarda nada en superarlo) y haciendo un poco el ridículo (se fabrica un traje en plan "Robocop" a base de estantes y papeleras. La verdad es que no pude evitar descojonarme con esta parte).
Todo ello condimentado con un poquito de gore molón y, eso sí, efectos infográficos algo chungos, no tanto como una de "Syfy Channel", pero por los pelos. Sin embargo, tiene una explicación. Originalmente "Bait" fue parida como espectáculo 3D, y cuando a una peli así le quitas el relieve, sus trucos informáticos cantan más que una almeja. Lástima. El maremoto (en mi caso, el caramelo de la peli) no está especialmente mal, aunque es demasiado fugaz. Con todo, y a pesar de saber lo que pasará desde el momento en que le das al "play", la peli se lleva bien, entretiene, tiene un ritmo más que aceptable e incluso alguna leve idea original, como la muerte del mentado segurata, macabramente graciosa.
Del reparto únicamente reconozco a Julian McMahon, o el "Doctor Doom" de las pelis de "Los 4 fantásticos". A Dan Wyllie no lo sitúo, pero parece Víctor Israel de joven. Destaca Phoebe Tonkin como la niña rebelde, contestona, con chapas y piercings en la oreja que, pal caso, es rematadamente mona... claro, como la vida misma. ¡¡Adoro el cine comercial!!.
El director se llama Kimble Rendall y esta es su primera peli-peli, aunque como segunda unidad ha participado en cosas del calibre de las dos secuelas de "Matrix", "Yo, robot", "Ghost Rider" o "Señales del futuro". Quien termina destacando en tareas de producción y co-guión es el mítico Russell Mulcahy, el otrora director de títulos de renombre o peso como "Razorback" o "Los inmortales" y que, tras sendos hostiones en taquilla (destacando el de "La sombra") acabó relegado a productos de tercera y casposeces, como "La sombra del faraón", "Resurrección", "Resident Evil: Extinción", "El rey escorpión 2" (un direct-to-dvd) o "Give´em Hell Malone". Un jefe.
¿"Bait"?, sí, vale la pena echarle un muerdo si no eres demasiado exigente.