sábado, 7 de septiembre de 2013

ESTOS ZORROS... LOCOS, LOCOS, LOCOS

Hoy hablaré de películas de esas que, siendo jovencito, se convierten en auténticas obsesiones. A inicios de los 80, y por alguna razón que no recuerdo, andaba yo totalmente fascinado por el personaje de "El Zorro". La providencia quiso que la coincidencia actuara a mi favor cuando en los cines de mi ciudad se estrenó "Estos Zorros... locos, locos, locos", una comedia con el justiciero espadachín de protagonista y un aliciente extra, la aparición de su hermano de tirón homosexual. Así pues, mi obsesión por el personaje clásico se amplió hasta incluir en el pack a su versión afeminada. Adoraba esta película, que fui a ver al cine con mi madre y, seguramente, alquilé luego varias veces en vídeo. Y recuerdo perfectamente que en el colegio dibujaba al "Zorro" mariquita con sus trajes morados o dorados que, ya que estamos, me flipaban. Siempre me han molado los colorines, ¿qué quieren que les diga?. Pero de todo eso hacía ya muchos muchos años. ¿Cómo me sentaría revisar "Estos Zorros... locos, locos, locos"?. Tras varias infructuosas búsquedas terminé localizándola y, evidentemente, consumiéndola.
A finales de los 70 el actor George Hamilton había logrado revitalizar su carrera interpretando una parodia de "Drácula" en "Amor al primer mordisco" que, aunque sosilla, por lo visto funcionó muy bien. Satisfecho, tras intervenir en algunos telefilms decidió repetir la jugada pero cambiando al vampiro por el "Zorro". La idea era la misma, pillar un personaje bien reconocible de la cultura popular con el que poder explotar su eterna imagen seductora pero en tono de guasa desmitificadora. Y qué más desmitificador y coñero para un especie de "sex symbol" de marujas que hacer de mariquilla loca. Así pues, "Estos Zorros... locos, locos, locos" (o, mucho más adecuadamente, "Zorro: the gay blade" en su versión original) nos narra la historia de Diego de la Vega, un vivales acaudalado que al volver a su pueblo natal recibe como regalo de su fallecido padre la indumentaria para convertirse en el temible justiciero enmascarado amigo de los oprimidos e inocentes. Tras triunfar en sus primeras apariciones, y ridiculizar al tirano del alcalde, tiene un accidente y se rompe la pierna. Desesperado ante la imposibilidad de actuar, un día recibe la visita de su hermano gemelo, quien decide heredar el papel del azote de villanos y malandrines. El "problema" es que es gay, de esos que pierden mucho aceite, lo que dará un toque distinto al "Zorro", comenzando por su modo de hablar y moverse hasta sus llamativos trajes. Sin embargo, ello no impide que el legendario enmascarado siga impartiendo justicia y, a la larga, y a pesar de varios equívocos, logre acabar con la tiranía del malo.
Pues sí, como decía "Estos Zorros... locos, locos, locos" es una comedia. Una parodia, pero bastante comedida. Quiero decir que, hasta cierto punto, puede pasar perfectamente por una de aventuras real, incluso una con el "Zorro" en su esplendor, salpicada por momentos muy concretos de humor... un humor bien lejano del "spoof" de un "Aterriza como puedas", por  ejemplo y, a la larga, bastante respetuoso con el personaje del que se ríe. Porque por mucho que George Hamilton ponga cara de bobo, se hagan coñas a costa de su nombre o su símbolo (Un aldeano confunde la "Z" por el número 2) y aparezca en versión casi "drag queen", el "Zorro" sigue siendo un héroe positivo que salva a los que le necesitan y no es torpe ni con la espada ni con el látigo (mientras el hermano hetero prefiere lo primero, al gay le va más lo segundo). De hecho, cuando más cafre se vuelve la peli -sin serlo nunca del todo- es con la aparición del hermano gayer, que hace gala de un homosexualismo muy típico de la comedia de entonces basado en la exageración y el rollo super-locaza que tanto hacía reír a los heteros y que hoy, tal vez, se consideraría políticamente incorrecto... aunque tampoco demasiado, ya que, en esencia, sigue siendo perfectamente heroico y las coñas al respecto no son demasiado irrespetuosas.
Por lo demás, pues sí, no es un dechado de ingenio y brillantez, ni mucho menos, pero tampoco falla en su cometido, no aburre y arranca sonrisas (que no carcajadas). Hay un buen puñado de escenas y momentos que recordaba lo mucho que me gustaban cuando era pequeñajo, destacando como una de las más simpáticas cuando todos los terratenientes atacados por el "Zorro" gay describen a un desesperado alcalde los distintos colores que aquel lucía para la ocasión en su vestuario. O la escena del baile de disfraces, donde todos los comensales deciden vestirse igual que el justiciero. O cuando el alcalde obliga al Hamilton hetero a comportarse como una loca para ver si es él quien se oculta tras el antifaz. También resultan graciosos los cambios efectuados por el doblaje español, sobre todo en algunos nombres, así pues el criado "Paco" pasa a llamarse "Abelindo". El hermano homosexual en versión original se llama "Bunny", y en castellano lo bautizan como "Florindo". El malo responde al nombre de "Captain Esteban" en la v.o., pero doblado se convierte en ¡"Giliberto"!, lo que da pie a muchos chistes.
Junto a un George Hamilton pluriempleado (y co-productor), ya que en realidad termina interpretando a seis personajes (los dos "Zorros", sus alter-egos públicos, un falso monje y una falsa mujer), encontramos algunos rostros medianamente reconocibles como los de Lauren Hutton, Brenda Vaccaro, Ron Leibman como el divertido villano, el siempre entrañable James Booth (haciendo de malo, claro) y Donovan Scott como rechoncho criado. Tras darle muchas vueltas a la cabeza (y consultar Imdb) por fin pude situarlo en mi universo cinematográfico personal, era uno de los cadetes en "Loca academia de policía". Uno, añado, que no regresó en ninguna de las secuelas posteriores.
De chaval también me flipaba la musiquilla que acompañaba a las apariciones del "Zorro", pero luego descubrí que era un tema clásico del cine de aventuras espadachines y que ya sonaba en una de Errol Flynn.
Hal Dresner, guionista, también firmó los libretos de "Ssssilbido de muerte" y el "Licencia para matar" con Clint Eastwood.
Al director, Peter Medak, todos deberíais conocerle, suyas son "Al final de la escalera" y "Species 2".
En fin, puedo decir, satisfecho, que aunque no salté de alegría recuperando "Estos Zorros... locos, locos, locos", tampoco me sentí defraudado. Es una peli sencillita y llevadera que no induce demasiado al bostezo indiscriminado y termina resultando de lo más simpática. 
Prueba superada.