jueves, 5 de septiembre de 2013

LA CHOLITA CONDENADA POR SU MANTA DE VICUÑA

Siempre he dicho que con las cinematografías más exóticas, la Turca, el cine evangélico gitano, el “Nollywood” o el cine regional Andino, pasa una cosa curiosa: Descubres la filmografía y te fascinas. Bajas todos los títulos posibles, los devoras, y pronto acabas harto porque, al igual que en el cine porno, cada uno es un clon del otro.
Los Turcos siempre con sus versiones delirantes y bizarras de los éxitos de Hollywood. Los gitanos, bueno, pues con sus historias evangélicas. Y los habitantes de los Andes, con sus leyendas populares o sus desgarradores dramas rurales. Vistas un par, vistas todas.
Sin embargo, debería meterme la lengua en el culito, porque, insisto, que solo con el cine tercermundista logro sorprenderme, incluso cuando ya uno anda presumiendo de haberlo visto todo. Y la película que nos ocupa es la prueba de que nunca se ha de dar nada por sentado.
También es cierto que el exotismo de estas producciones deja de ser tan seductor, cuando con la proliferación de las páginas webs especializadas ya es fácil localizarlas. Como es el caso de “La cholita condenada por su manta de vicuña”, que cuando topo con ella para descargármela, resulta que ya todo el mundo (metido en el rollo, se entiende) la conoce.
Pero su visionado me ha dejado atónito.
La película proviene esta vez de Bolivia, más concretamente de la serranía, de la provincia de Camacho. En forma y maneras, es muy similar a las provenientes de su cinematografía prima-hermana, la Peruana. Sin embargo, pensando yo que ya había visto todo lo que había que ver, en cuanto a chunguismo, con “Condenado en la pequeña Roma”,  una absoluta joya del ignotismo unos años atrás cuando Aratz dio con ella en un sucio mercadillo de Lima, hoy, ya todo un clásico, me topo con otra cosa de otro país, que sin duda la supera en negación y baratismo.
Sin salirse estos países del rollito sobrenatural que les  reporta todo su folclore, “La cholita condenada por su manta de vicuña”,  cuenta la historia de un joven, Panchito, que harto de no encontrar trabajo en la ciudad, decide irse con su amigo Antuco a robar ovejas y gallinas a la Serranía. En una de estas, una cholita que pasea por allí con su recién estrenada manta de Vicuña es asaltada por nuestros protagonistas, quienes no dudan en matarla a golpes para conseguir tan valiosa prenda. Pronto, la cholita resucitará en forma de zombie, para recuperar lo que es suyo, llevándose por delante, a base de estacazos, a quien sea necesario.
Bien, podría enumerar la cantidad de despropósitos que ocurren durante el metraje, pero puesto que ya se ha analizado esta película en profundidad en otros sitios, les invito a que sigan buscando info al respecto. Yo solo destacaré que en mi vida había visto unos “barridos” de cámara más desquiciados,  menos nociones de cómo hacer una película, un uso de las transiciones tan completamente estúpido y los extraños e incomprensibles carteles de “Sagitario y Escorpión” que acompañan al visionado en una esquina superior de la pantalla durante todo el metraje. Elementos estos que siempre me parecen maravillosos.
Por no hablarles de los diálogos improvisados y la forma de hablar de los Bolivianos, porque, si digo lo que realmente pienso, me tacharían, directamente, de nazi.
No obstante, encontrar una película tan indescriptible, misteriosa, rara y desperada, solo podemos hacerlo en cinematografías marginales como la Boliviana, así pues ¡que viva el tercer mundo, la democracia del vídeo y la madre que parió a todo esto! Es un gusto seguir sorprendiéndose y fascinándose con películas como esta.
"La cholita condenada por su manta de vicuña" si que es, sin lugar a dudas y en todos los aspectos, la peor película de la historia del cine, cada frame avala mis palabras. Y, sin embargo, me quedé, junto a Naxo que la vio conmigo, anonadado, exhausto y perplejo, sin pestañear, durante los sesenta y seis minutos que dura. Y eso sí que mola.
Dirigen… o algo,  los hermanos Machaca.
Solo los verdaderos cinéfilos se atreven con algo así… o los verdaderos gilipollas. Ustedes deciden a que bando pertenecen.
Al lorito con la caratula, donde vemos a Linda Blair prometiéndonos una secuela sudaca de "El Exorcista"...