viernes, 18 de octubre de 2013

SALÓ O LOS 120 DÍAS DE SODOMA

Mucho se ha hablado de “Saló o los 120 días de Sodoma”, película prohibida en su momento porque en ella salen muchas guarrerías y muchos menores guarreando. De hecho, se especula que asesinaron al director, Pier Paolo Pasolini, por culpa de esta película.
Está considerada una obra maestra, casi de manera unánime, por la mayoría de la crítica mundial. Mi opinión no dista mucho de la del resto de entusiastas. Es una absoluta obra maestra. Pero ¡ojo! que la película a rasgos generales no dista mucho de cualquier “Naziexplotation” tan denostadas al lado de esta. Y técnicamente, si nos fijamos bien, la cámara no deja de traquetear durante todo el metraje, y los errores de raccord, así como la mala iluminación en muchos momentos, son constantes, pero se compensa con otros momentos de indudable talento detrás de la cámara, igual que otros, menos acusados, de total dejadez y falta de respeto por el espectador (Pasolini, se cree que el espectador es tonto, y monta las escenas que vemos a través de unos prismáticos con distintos planos) lo cual hace que, por mi parte, le tenga aún más simpatía.
En realidad se trata de una película “Exploitation” camuflada tras ínfulas intelectualoides.
Pier Paolo Pasolini decía de su película, que reflejaba una crítica a la sociedad de consumo, por aquello de que comen mierda y demás, y divagaba sobre las distintas situaciones políticas, la erótica del poder, etc, etc. ¡Mis cojones! Yo voy a decir que pasa exactamente con “Saló o los 120 días de Sodoma”. Pasolini era un maricón redomado al que le gustaban los jovencitos. Por otro lado, se ponía cachondo con los escritos del Marqués de Sade, y le apetecía rodar todas esas aberraciones que narraba, a la vez que se ponía ciego con los menores de edad que contrató, a los que filma en pelota picada haciendo que sus actores les humillen, les soben y todas esas marranadas que hacen de la película un entretenimiento sin precedentes, porque al hacerlo, se ponía cachondo.
Y, sinceramente, sin los magreos, el sexo, el mariconeo, la mierda, la extracción de ojos y  el arrancamiento de cueros cabelludos (que es lo que tiene esa peli) ¿En que se quedaría? En una basura pretenciosa. Pero todas las barbaridades filmadas por Pasolini, y, seamos francos, toneladas de estilo y personalidad,  hacen de “Saló o los 120 días de Sodoma” una de las mejores películas de la historia. Y es que estilos y técnicas a parte, es una película de bajos instintos que satisface a todos los públicos. Al intelectual, porque podrá sacar 1001 lecturas de lo que está viendo. Al más primario, porque se pondrá cachondo cual Pasolini detrás de la cámara y al cinéfilo porque, coño, es muy buena. Pero en realidad a todo el mundo le gusta esta película, o al menos no causa indiferencia, en reducidas cuentas, porque comen mierda, que es por lo que es famosa. Igual que “Pink Flamingos”. Cuantas veces habrán tenido ustedes esta conversación: -“¿Has visto “Saló o los 120 días de Sodoma?” – “¿Cuál? ¿Esa que les dan de comer mierda? –“Sí, esa”.
Además, aunque es una película en la que, teóricamente, se denuncia el horror, el fascismo, el poder y demás zarandajas, a pesar de su crueldad, y de las situaciones claramente dramáticas, tiene un tono de cachondeo, de comedia que además no intenta ser camuflada, que es muy de agradecer, y según mi punto de vista, la única manera concebible en la que tales aberraciones tienen cabida, desde la óptica del humor. Efectivamente, todo el visionado de ayer noche lo pasé a base de carcajadas. -“Di: Con los dedos metidos en la boca no puedo comer el arroz…” – “Con los dedos metidos en la boca no puedo comer arroz”. – “Entonces, come la mierda”. Es la conversación que tiene Aldo Valleti con uno de los muchos mozos que salen, mientras se pegan un festín de cagadas, y con los morros llenos de heces. No se a ustedes, pero a mí me hace mucha gracia.
En el campo artístico, la película tampoco es manca, quiero decir, que rodada en decorados, Pasolini, dando las justas instrucciones a su director de fotografía, consigue imágenes de clara belleza, logrando panorámicas en interiores que dejan más que claro que no era únicamente un guarro, sino también un  artista.
La película cuenta como un grupo de fascistas de la Italia de Mussolini, que se hacen llamar “Los Señores”,  secuestran en una casa a un puñado de jóvenes a los que se les da por muertos en la guerra, y allí, a través de unas orgías en las que unas viejas irán contando una serie de historias de corte erótico, someterán a los prisioneros a su plena voluntad, haciendo con ellos lo que les da la gana, tanto en el contexto sexual como en el carcelario.
En una de las reflexiones de estos tíos, se llega a la conclusión de que “Los únicos individuos que pueden ser verdaderamente anárquicos, son los fascistas”. Y yo añado que Pasolini también lo fue mientras rodó, de hecho, los jóvenes que aparecen en la película, ninguno era mayor de 18 años.
Cuentan que durante el rodaje robaron  un montón de rollos que utilizaron para chantajear a Pasolini y que a día de hoy, todavía no se sabe que ha pasado con ellos, ni lo que había filmado en su entrañas. No les extrañe que pronto aparezcan y que British Film Institute se marque un remontaje con ese material nunca visto.
La banda sonora pertenece a Ennio Morricone, salvo cuando se utiliza música clásica.
En cuanto al nivel aberración e impacto de la película, entiendo que en la época hiciera al público echarse las manos a la cabeza. Pretende transgredir y transgrede sin problemas, pero a día de hoy ya no es gran cosa, que ya lo hemos visto todo. Incluso, sin ser mucho más polémica,  me escandalizo más con la pederastoide “Sweet Movie”; pero aquella era un solemne coñazo.
Pues si,  “Saló o los 120 días de Sodoma”es muy divertida. E imprescindible, por descontado.