jueves, 24 de marzo de 2016

LUCIO FULCI: AUTOPSIA DE UN CINEASTA

Si decidí comprar (¡sí, comprar!) el libro que Javi(er) Pueyo ha dedicado a Lucio Fulci fue por tres motivos. Uno, previamente él había adquirido “Cómo NO hacer un cortometraje” y me sentía moralmente obligado. Dos, entre sus páginas se incluye un cita a mi inmunda persona en relación a la reseña de "Aenigma" publicada en este mismo sacrosanto blog. Y tres, el tema me interesaba razonablemente. Imagínense que Pueyo hubiese firmado un libro sobre… no sé…. David Trueba, Alejandro González Iñárritu o alguien igual de despreciable… ¡habría tenido un serio problema!. Pero me gusta creer que nunca haría algo semejante y que, él como yo, prefiere a los viejos exploiters italianos. Y es que para mi Lucio Fulci siempre ha encajado en la etiqueta con contundente perfección. No olvidemos que su película más famosa es, en versión original, una secuela pirata de otro film de éxito.
Nunca me he tomado muy en serio a Fulci. Y tampoco a aquellos que le consideran un maestro, un genio, y le rebozan continuamente en intelectualismos baratos o nobles referencias. ¿Que si Pueyo comete tan irritante error?, no. Cierto que ocasionalmente se deja cegar un poco (¿¿¿buena "Murder Rock"???), pero nunca llega a resultar demasiado ofensivo ni cargante. En realidad la mayor parte de las veces que eso pasa se debe a citas ajenas (no cuenta aquí su opinión más que favorable respecto a esta mierda).
Naturalmente son las partes dedicadas a las películas de terror más legendarias del cineasta lo realmente interesante y adictivo del tochito/repaso. Y aunque Pueyo parece encabezonado en aclararnos que la obra del italiano va más allá de.... ¡"El más allá"!, o de "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes", es en los textos dedicados a estas cuando le vemos disfrutar regodeándose en los detalles escabrosos, algo que agradecí. No cada día alguien que escribe un libro sobre la obra de un director de cine se centra con placer y saña en describir las secuencias más sangrientas con el mismo entusiasmo que cualquier aficionado medio, lo que corrobora aquello de que el autor es, en mayor o menor medida, un igual. Y mola.
En el lado malo, quizás la parte que menos me ha gustado es la que habla de la influencia que Fulci ha ejercido en otros (incluso aunque ronde Vial of Delicatessens por ahí), me pareció arbitraria e incompleta. Varias de las micro-escenas en las que el director de "Nueva York bajo el terror de los zombi" dejó más huella fueron el "backyard horror" yankee, el germano (no todo se queda en Schnaas y sus insufribles zombies) y un cierto ¿underground?, todas ellas vilmente ignoradas. Tampoco me parece justo que cuando toca hablar de lo mucho que Fulci tomaba nota de Dario Argento, la cosa se limite al giallo. Ni por el forro, el asunto era bastante más extenso. Lo del perro lazarillo atacando a su dueña de "El más allá" lo vimos antes en "Suspiria". También ahí teníamos una lluvia de gusanos, como la de "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes"... y seguramente de seguir investigando localizaríamos más sospechosos parecidos, pero no hay ganas.
El libro se completa con entrevistas a gente que en algún momento de su carrera artística se cruzaron con Lucio Fulci. Tenemos al fragassado de Claudio, por ejemplo. Aunque mi favorita es la última de todas, Batrice Ring, actriz en la temible "Zombi 3". A diferencia del resto de entrevistados, la chica se dedica a poner verde no ya al cineasta, más bien a toda la industria del horror italiano de bajo coste, por sus precariedades y, sobre todo, el trato inhumano. Algo que me creo a pie juntillas a pesar de que canta a la legua la antipatía que la actriz gasta para con el género. Y también el que anda un poco amargada. Pero una cosa no quita la otra, nunca he dudado que los Fulcis, Lenzis, Castellaris y Massaccesis del mundo serían todos unos hijos de puta tiránicos, algo extensible a buena parte de nuestros propios estetas del fantastique setentero (e incluyo aquí a tío Jess) y al exploitation planetario en general, y leer tales declaraciones me hizo sentir incluso aliviado. En este país de retrasados, y concretamente entre el fandom, los fanzines y libros monográficos, no abunda la crítica, en cambio lamidas de culo descontroladas las hay para dar y regalar. Que Javier Pueyo cierre su recomendable, intrascendente (positivamente hablando), honesta y agradabla obra con ella da que pensar. ¿Casualidad?, ¿velada denuncia del propio autor en un intento de rebajar la pátina de absurdo prestigio que acompaña a toda esta peña?.... en fin, dejen que así lo crea, me hace mucho más feliz.