sábado, 17 de diciembre de 2016

TIBURÓN, LA VENGANZA

“Tiburón, la venganza” es la cuarta parte oficial de la famosa franquicia iniciada por Steven Spielberg con su grandiosa obra maestra. Le siguió una segunda que, dentro de lo que cabe, no estaba demasiado mal. Luego una tercera en 3D francamente chunguera y, finalmente, esta de la que les hablo hoy y que si no lleva el número respectivo tras el título es por su intención de desvincularse de la entrega precedente. Dicho de otro modo, “Tiburón, la venganza” conecta directamente con “Tiburón 2” y se pasa “Tiburón 3D” por el forro de las pelotillas. Cosas de Hollywood.
El jefe Brody ha muerto de un infarto. De miedo, como dice su esposa, que es la que protagonizará la película por completo. De los dos hijos que tuvieron, uno ha seguido los pasos del padre y es sheriff. El otro, biólogo marino. Una noche el primero acude al mar y, ¡ups!, es atacado y devorado por un tiburón gigante. No puede ser el mismo de las otras pelis porque aquellos murieron, pero sí podría tratarse de un hermano. Un primo. O vaya usted a saber. El caso es que el bicho quiere vengarse de la muerte de sus iguales atacando a la familia Brody al completo. Lo que desconoce es que la viuda no piensa achantarse y se tomará su propia revancha con la ayuda de su otro hijo, un aviador la mar de golfo que le echa los tejos y un negro con rastas muy brasas.
¿Un escualo con consciencia suficiente como para elegir a sus víctimas?. ¿Para cometer venganza?. ¿Procurando siempre que pertenezcan a la misma estirpe?. No deja de ser irónico pensar que lo que en 1987 -año de estreno del film- sonaba descabellado e incluso ridículo, hoy, comparado con todas esas delirantes películas de tiburones que cantan, bailan, vuelan y están hechos de hielo, lava o pasta de boniato, y que gente como "Syfy Channel" tienen el mal gusto de programar, lo que cuenta "Tiburón, la venganza" suena de lo más normal. Incluso creíble. ¡Cómo han cambiado los tiempos, par diez!.
A "Tiburón, la venganza" se la conoce oficialmente como una película "mala pero divertida". Hasta uno de sus protagonistas, Michael Caine, se jacta de que solo la hizo para marcarse un viajecito, cobrar el cheque y comprarse una casa, pero que nunca la ha visto, aunque le han dicho que es terrible.
¿Hay pa tanto?. Hombre, desde luego si la comparamos a la original estamos ante un auténtico zurullo de proporciones épicas. Tirando a aburrida y sin la más mínima capacidad de generar suspense. Cuando el tiburón aparece lo hace como si pasara por allí, sin más, no hay una progresión previa destinada a erizarnos el vello. Mario Van Peebles, el negro de rastas, carga mucho las tintas en su interpretación, resulta realmente agotador. Cuando leí que él mismo se había encargado de escribir sus diálogos, lo entendí todo. Pero tal vez el punto más flojo de la película sea el intento de recrear el momento más tierno y bonito del film original, cuando uno de los retoños Brody imita los gestos de su preocupado padre. No cuela. Igual que no colaba el vuelo de Superman con Lois Lane de la cuarta peli del superhéroe en otro triste intento de recuperar la magia de la primera entrega. Esas cosas no deberían hacerse, son feas, porque le quitan lustre a la película e incluso perjudican al material genuino.
Y no me interroguen respecto al desenlace, absolutamente miserable y absurdo. Por lo visto en un principio era distinto, pero ante los palos que este recibió los productores corrieron a sacarse otro de la manga (y reciclar imágenes de la primera parte) y ese es el que terminó imponiéndose para mayor escarnio de sus responsables.
Pero si hacemos un leve esfuerzo para no tener todo eso demasiado en cuenta, y nos olvidamos un poco de la de Spielberg, lo que queda es un producto mediocre aunque soportable ideal para ver el Domingo por la tarde. Una peliculita de aventuras dirigida por todo un veterano en un momento de escasa inspiración, Joseph Sargent.
En muchos aspectos "Tiburón, la venganza" me recuerda un poco a "King Kong 2". Una de esas maniobras que te preguntas cómo se le pudo ocurrir a alguien y cómo pudo ser tan iluso de pensar realmente que funcionaría. Aún así, probablemente sea bastante mejor que, no ya la del gorila, sino toda la ralea reciente de subproductos con escualo, esos mismos a los que antes hacía alusión. Y es que, al menos, aquí el Señor Tiburón es de goma... y aunque cante como una almeja, siempre resulta más agradable que uno dibujado con el ordenador.