sábado, 15 de abril de 2017

THE EVIL DEAD, TREASURES FROM THE CUTTING ROOM FLOOR

Concebido originalmente como parte de los extras de otra de las macro-ediciones del film homónimo en formato digital vía Anchor Bay, "The Evil Dead, Treasures from the cutting room floor" es un auténtico regalo para los devotos de la franquicia de Sam Raimi pero, muy especialmente, los fans de la original. No ya aquellos que la adoren por ser el clásico moderno que es, si no a los que tengan en cuenta, y lo consideren parte de su inestimable encanto y valor, el cómo se hizo y de qué manera. No sé si el amigo Rubén Pardo tenía eso presente cuando tuvo el detallísimo de enviármelo para que lo gozara, y desde aquí le estoy agradecido de pies a cabeza porque, efectivamente, me lo pasé teta (si quieren tienen el documento audiovisual a cachos en youtube, pero yo prefiero verlo de un tirón y a calidad solvente en la tele).
Decía que el fan del "Posesión Infernal" primigenio disfrutará mucho viendo "The Evil Dead, Treasures from the cutting room floor" y remarcaba que más si valora el film por su condición ultra-independiente, casi amateur y de pura artesanía. Como la labor de unos chavales entusiastas y un poco inocentes. Si es así, deglutir este compendio de tomas falsas, escenas eliminadas, secuencias descartadas y otro material extraído de, como reza el subtítulo, el suelo de la sala de montaje, editado además en orden cronológico, es decir, siguiendo la lógica narrativa de la película (faltan algunas escenas, por desgracia, de ahí que el show se prolongue únicamente una horita), será para el creyente como acceder a la Meca, terminar el camino de Santiago o dejarse chupar la polla por Elena Anaya (no la de ahora, la de hace unos años).
Imagínense el percal: Asistir a la confección de este clásico, rodado en lustrosos y añorados 16 mm, sin música, sin adornos, tal cual, a lo bestia. Ver a todos ejerciendo de claqueta (Sam Raimi, Robert Tapert o una de las actrices). Descubrir que cuando no disponían de la misma por algún descuido, como sustitutivo tiraban de la caja en la que se guarda la cámara, cerrándola violentamente para obtener el "clack" deseado. Encontrarse cara a cara con escenas no incluidas en la versión final (y con toda razón, algunas son genuinamente ridículas, como esa descarga lámpara mediante que “Ash” propina en la barbilla a uno de los poseídos), los actores descojonándose de risa con sus estúpidos diálogos, maldiciendo los momentos incómodos, dándose piños (el mejor de todos se guarda para el final, ¡sublime!) y sufriendo lo indecible, como ese frío cruel que hace notar el continuo vaho de unos intérpretes no lo suficientemente abrigados (al revés que el resto del equipo) y las muy desagradables sustancias que deben deglutir para escupir cuando el joven y pizpireto director grite "Acción!".
Naturalmente lo más divertido es descubrir cómo resolvieron el tema de los efectos especiales. Destacan en este apartado aquellos que salieron mal, tanto como para descartarlos de la peli (el primer tobillo agredido con un lápiz es de risa) o los de la parte final, con todos los poseídos derritiéndose y soltando chorrazos de pus. En ocasiones bastaba el humo del cigarro para fingir pelo quemado. Y es fascinante presenciar cómo parieron las manos demoníacas surgiendo del torso de un endemoniado. Resumiendo, que este "The Evil Dead, Treasures from the cutting room floor" es una puta maravilla. Una puta maravilla que se erige como guiño, como homenaje final a una forma de hacer cine que... bueno, no se ha perdido del todo por fortuna (ahí seguimos muchos aguerridos amateurs luchando por la causa), pero sí está ya al borde de la extinción, sobre todo si hablamos de cine independiente con ambición de labrarse un hueco en el mercado convencional.
Lo que me parece un poco jevi es que el tipo que se ha encargado de compilar el material firme con un "Directed by". No sé, creo que un "Compiled by" sería más lógico. Y es que ese es, justamente, el mal que hoy abunda en el mundo del audiovisual de medio o pequeño alcance, las ganas de hacerse notar, de engordar curriculum con lo que sea y como sea, incluso si es mediante hurto. Mal este que en los tiempos en los que Raimi y amigos se dejaron la salud rodando su insuperable obra maestra no se daba (o se daba menos)... y por eso, entre otras cosas, los añoro tantísimo.