Luis es un adolescente perteneciente a una familia de
militares de gran tradición, al que le van a llamar pronto a filas para que
cumpla con su servicio militar. Sin embargo, este no comulga con las ideas de
su familia y no quiere ir a la mili, por lo que se genera un conflicto
familiar. Pese a sus miles de intentos para librarse de la mili, que
conformarían el grueso del argumento, finalmente, no le queda más remedio que
incorporarse a filas.
“Soldadito Español” es un film muy de los ochenta y,
perteneciente a ese limbo de finales de aquella década en el que nuestras
producciones deambulan entre el cine popular y el cine de crítica social,
mezclando géneros y conceptos en una época de transición cinematográfica que
duraría hasta los primeros noventa. Y en esa década nuestra industria se nutriría, prácticamente,
de productos de temática social, apartando a un lado los frívolos géneros
populares.
Los últimos años ochenta, además, fueron los años del “No a
la mili”, que se verían reflejados en la cultura popular española, ya fuera con
pintadas en las paredes, ya sea con muestras dentro de la cultura popular
española. En el recién nacido rap español, estaba el grupo Código Mortal, cuyo
único track de éxito fue “El rap de la mili”, mientras que en el cine teníamos
este “Soldadito Español”. Si eras joven y rebelde a finales de los ochenta,
estarías absolutamente en contra de la mili. Todo muy de la época, y teniendo
en cuenta que el servicio militar ya no es obligatorio en España, la cosa es un
tanto reciente como para que se quede trasnochada ante el espectador que si
vivió aquellos años de mili, pero para un “milenial”, si que puede resultar un
film, por lo menos, exótico.
Sin embargo, la película hace alarde de un entretenimiento
sin precedentes, un melodrama estupendamente llevado sin traspiés en su
desarrollo que te deja la mar de contento una vez ha finalizado su visionado,
al margen del mensaje que nos quiera colar el film.
Por otro lado, siendo la película un ataque directo contra
el estado español de los 80, sorprende la valentía de la cinta al retratar lo
que retrata, y con la frialdad de su final, hace intuir al espectador, que si a
día de hoy aún existiera el servicio militar obligatorio, una película como
esta no podría ser estrenada. Lamentablemente, en los días que corren, no
tenemos la libertad que sin embargo si había cuando el país recién salía de la
transición democrática.
Muy buena película, muy contundente.
En aquél 1988, todavía hacía mella en el imaginario popular
el cine de Eloy de la Iglesia con José Luis Manzano a la cabeza, por lo que
muchas películas buscaban interpretes que se le parecieran lo máximo posible.
Supongo, que al estar Manzano enganchado a la heroína cosa mala, en lugar de
ofrecerle los papeles a él era más cómodo para todos buscar jóvenes que se le
parecieran y que no tuvieran que darle a
la chuta cada tres horas durante el rodaje. Pasó en “27 horas” con Martxelo Rubio y pasa en “Soldadito Español”
con Francisco Bas, espantoso actor por otro lado, que jamás volvió a aparecer
en película alguna.
Dirige la cinta, con oficio, Antonio Giménez Rico que venía
de cosechar un éxito de la era de la
“Ley Miró”, con “El disputado voto del señor Cayo”.