En mi periplo por paisajes Draculianos no podía faltar su hermano bastardo. Y no, no hablo del Conde Yorga... ni de Blackula... sino de aquel que existió únicamente con el fin de evitar el azote legal de la señora de Stoker. Hablo del Conde Orlok, más conocido como Nosferatu.
La saga la componen, más o menos, cuatro films. El original de Murnau, el remake de Werner Herzog, la secuela de este y, también, "La sombra del vampiro", el "biopic" sobre el rodaje del film original. De todas ellas, decidí tragarme la uno, la dos y la cuatro. De la tres paso mucho. Y he llegado a la conclusión de que el Conde Orlok, o el Dracula con alopecia, es ante todo carne de stand-up comedy. Vamos, que me he reído en todas sus personificaciones... por eso las he reunido en un mismo texto. Así que, vayamos por partes.
La de Murnau: Negar que el cine realizado en los años 20 no es entrañablemente gracioso, sería propio de un puto esnob saturado de tópicos académicos. Con esa facha y esos caretos, es imposible que el Orlok primigenio no despierte una sonrisa. ¿La peli?, hombre, es lo que es... si la miras con esos ojos, estamos ante un clásico inborrable, si la miras con los de ahora, se convierte en un coñazo insoportable.
El Nosferatu de Herzog: Después de lo aburridísima que encontré "Fitzcarraldo", me daba pánico enfrentarme a otro trabajo del insufrible Herzog... pero en este caso, dada su afiliación no solo al género vampírico, sino al terror, decidí hacer un esfuerzo. Bueno, no ha sido tan duro.
El "Nosferatu" del amigo Werner es soportable, aunque al mismo tiempo hilarante. No pude evitar reír durante algunos pasajes tan própios de esa clase de cine como las escenas en las que los habitantes de la ciudad donde se desarrolla el drama se vuelven medio tarumbas. La comida en un patio infestado de ratas supongo que pretende ser Buñueliano, pero en su esencia resulta cómico. Como cómica es la simple idea de adentrar un cuento de horror como el de Drácula en el pomposo y pedante terreno del arte y ensayo Europeo de los 70. Kinski está ridículo a la par que muy logrado. Y el final es chocantemente más propio del cine Hollywoodiense.
El Van Helsing despistado y escéptico que, en un minuto, decide creer y actuar es también un descojono. Pero para descojono el niño con el violín que, sin venir a cuento, aparece en el castillo del vampiro cuando menos te lo esperas (será una obsesión pedófila de Herzog, ya que también hay niños con violines en "Fitzcarraldo").
La Sombra del Vampiro: Esta es una peli francamente extraña. ¿Se trata de una comedia?. Su idea de base da para el humor, pero ¿es este intencionado?, frases como la que el vampiro suelta comparando su hábito alimenticio con el mear de un anciano (a veces de golpe, otras gota tras gota) es inevitablemente descojonable. No se. El caso es que si pretende hacer reír nunca lo evidencia del todo, y eso también está muy bien. El punto de partida es curioso: Max Schreck es el actor que daba vida al Conde Orlok en el film de Murnau. Por su inquietante aspecto y su ignota procedencia, se forjaron muchas leyendas en torno a el, y una de ellas es la que presupone que, simplemente, se trata de un chupa-sangre de verdad!!. De eso va "La sombra del vampiro", de que el cineasta germano ficha a un vampiro para que interprete a un actor que interpreta a un vampiro (tal y como el mismo cuenta en la peli).
E. Elias Merhige fue fichado en tareas de dirección porque había demostrado saber muy bien cómo recrear la estética del cine mudo en su aburrida, pero curiosa, "Begotten". Nicolas Cage es uno de los productores. Yo la vi en el Festival de Sitges y la peña se partía de risa cuando el vampiro reacciona a ciertas salidas de tono con movimientos propios de Chiquito de la Calzada. No llega a 90 minutos, lo que la convierte en la más entretenida y amena del pack.