La primera vez que oí hablar de José Mojica Marins, y su creación Ze Do Caixao, fue siendo yo muy chaval, ojeando las páginas de un número de la mítica publicación "Terror Fantastic". Quedé fascinado por lo que se contaba de aquel exótico elemento. Unos cuantos años después, en pleno y apestoso vendaval gore en este país de putos ignorantes, Marins visitó el Festival de Sitges. Era mi gran oportunidad para ver algo de su producción, y acudí al pase de dos. En ambos casos, el propio Marins, caracterizado de Ze Do Caixao, salió al escenario a introducir los films. Destaco el pase de "El extraño mundo de Ze Do Caixao", que se realizó en una sala alternativa, proyectando en formato 16mm, y con el escaso público descojonándose de lo que veían.
Normalmente me gusta que uno pueda echarse unas risotadas ante la santa ingenuidad de algunos títulos de culto, pero aquello sonaba demasiado irrespetuoso. En una última cabriola, patética y muy del tono mongo-festivo que acompañaba a toda iniciativa en la España de ese momento, Marins participa en un video-clip para uno de los insufribles grupos ("Los fresones rebeldes", aka "Los fresones repelentes") de un insufrible sello (Subterfuge, aka Subterfucked) dirigido por una de ésas insufribles rémoras "de la escena" (Manuel Romo, aka..... Manuel Romo). El de las uñas, directamente, hace el ridículo y todo resulta lamentable.
Llegamos al 2008. José Mojica Marins vuelve a Sitges. El que haya regresado a tan hermoso pueblo costero obedece a, justamente, otro regreso... el suyo al cine. Tras mucho esperar, el filmmaker Brasileiro se pone tras la cámara para dar fondo y forma a otro episodio de las desventuras de su querido Ze Do Caixao (que al contrario de lo que se piensa, no es una trilogía, Marins planea bastantes más títulos... aunque en ellos no salga él).
El argumento no dista mucho de los otros films de la saga: Ze está obsesionado con tener descendencia, y busca a la mujer ideal para que la lleve en su vientre. En el proceso, torturará hasta la locura a varias hembras (y hombres), bajará al purgatorio y se enfrentará a aquellos que le detestan, encarnados esta vez en las fuerzas de la ley y la religión.
Vale, lo digo. No soy especialmente fan del cine de Marins, más allá de mirarlo con exótica curiosidad. Así, que esta, su nueva obra, me haya gustado razonablemente tal vez sea algo positivo. De entrada sorprende que Ze Do Caixao, quien figura sale de la cárcel tras 40 años de encierro y se adentra en un Brasil completamente cambiado, haga más de víctima que de verdugo. De hecho, incluso salva a un niño de ser ejecutado por un policía. El pobre hombre, mayor y desubicado, es aterrorizado por las visiones de antiguas amantes ya fenecidas (momentos estos muy potentes, y que recuerdan algo al moderno terror nipón). Todo parece estar en su contra. Pero, afortunadamente, hacia la mitad de la proyección las cosas cambian. Ze asume su rol de antigualla y pone en práctica esa inusitada maldad que le ha hecho famoso, sometiendo a las más salvajes y retorcidas torturas a sus víctimas. Insectos y roedores son usados de modo sádico para infligir dolor, se cortan nalgas, se clavan ganchos (en este caso lo que vemos es totalmente real... igual que la secuencia en la que le cosen los labios -de arriba- a una pava), se cortan manos y mil y una burradas más. Sin embargo, el plato fuerte es cuando Ze viaja al purgatorio (algo que ya hiciese en uno de los films antiguos, curiosamente muy citados y utilizados cual flash-backs a lo largo del metraje). Este está recreado con estilo e imaginación, destacando la imagen de unos hombres atados al suelo que agonizan mientras mujeres hambrientas devoran sus entrepiernas.
"Encarnaçao do demonio" no es ninguna maravilla, pero tampoco la ponzoña que uno podría esperar. Se aguanta bien, tiene sus buenas dosis de gore, también unas pocas de humor involuntario, y Marins sabe tratar con gracia y dignidad la vejez de su creación... ¿conseguirá esta vez tener ese ansiado retoño?... tendréis que verla para saberlo.