
Pero no, resulta que pasé un rato muy ameno viéndola. Es graciosa, previsible, babosa, con doble moral y estúpida, como toda buena producción mainstream en la que ha de aparecer Carrey, vamos, cortada por el mismo patrón que todas sus comedias. Lo que a nivel de entretenimiento está muy bien, a nivel inteligencia del espectador… nos toman a todos por subnormales.
Un tipo rancio que no quiere ver a nadie, y nunca toma una decisión apresurada, es convencido para acudir a un programa de auto ayuda en el que le explican que si dice “si” a cualquier cosa, aunque no le apetezca, su vida dará un giro en positivo brutal. El tipo se pone a ello y las cosas van bien… hasta que algo se trunca en sus andanadas.
Lo que me ha llamado la atención poderosamente es que, para ser una soplapollez destinada al lucimiento de Carrey, él está tremendamente contenido. Hace cucamonas y gestos, pero muchísimo menos a lo que nos tiene acostumbrados.
La peli por sí misma funciona, para los tiempos que corren está muy entretenida, pero ese no es el Carrey de "Ace Ventura" o "Un loco a domicilio". El pobre intenta desesperadamente que le tomen en serio de una vez, pero es que Jim Carrey, sin su recital de caras, gritos y gilipolladas, no es más que un actorcillo de tercera (cosa que era hasta que comenzó con, justo, las caras, los gritos y las gilipolladas), con lo cual esta película no variaría en absoluto si fuese cualquier otro actor su protagonista.
Lamentablemente, estamos perdiendo a Jim Carrey.