martes, 4 de agosto de 2009

JACK FROST

Leyenda del folklore británico readaptada por Hollywood en dos o tres ocasiones, Jack Frost es el nombre de un muñeco de nieve con vida propia. Existe la versión infantil, con Michael Keaton en cabeza, y otra -de idéntico título- adscrita al terror... pero a un terror muy de los 90, que es la que me dispongo a comentar ahora.
Un asesino psicópata muy peligroso (de nombre Jack Frost, claro) es rociado accidentalmente por un líquido experimental que funde su cuerpo con la nieve reinante en épocas navideñas. Aprovechando su nueva forma, el asesino intentará vengarse del policía que lo atrapó y, de paso, se cargará a unos cuantos por el camino.
En 1996 estaban totalmente asentados los asesinos/monstruos carismáticos de verborrea fácil. Todo se lo debemos a Freddy Krueger, por supuesto, pero en el caso de la peli en cuestión, también hay cierta influencia de Chucky. De hecho, si lo vas a mirar, la idea es la misma: criminal reencarnado en "objeto" normalmente inofensivo, de uso infantil. A este Jack Frost le encanta hacer chistes malos, sobre todo después de cometer los asesinatos, algunos de ellos bañados de notable humor negro. Y es que, naturalmente, y dada su trama, esta peli tira mucho del cachondeo... de hecho, no da miedo ni lo pretende, es pura comedia de horror. Los mismos responsables saben que no pueden tomarse muy en serio el material que manejan, y se permiten notables bromas, algunas descabelladas, y unos títulos de crédito finales rociados de frases riéndose del mismo film que acabamos de ver. A todo esto, y sin salir del tema créditos, mencionar que los de arranque son muy originales, la cámara va siguiendo los nombres del reparto y equipo técnico escritos en varios adornos que cuelgan de un árbol, mientras de fondo oímos un adulto contarle, con retorcido placer sádico, el cuento versión terrorífica de "Jack Frost" a una niña asustada.
En este film la criatura es capaz de muchas cosas... lanzar estalactitas por las manos cual dardos, "violar" a una moza utilizando su zanahoria como arma atacante (por cierto, que la violada es Shannon Elizabeth, la tipa que enseñaba las tetas en "American Pie"), derretirse y volver a formarse con facilidad o convertir sus dientes en puntiagudos trozos de hielo con los que desgarrar la carne humana (aunque no se hagan ilusiones, que en cuanto a gore la cosa es muy standard). Y es que los efectos especiales son uno de los fuertes del film, pero no por su máxima calidad, al revés, sino por su condición de artesanía pura, puppets con todas las de la ley, muñecotes simpáticos que hoy día serían pasto de ordenador, algo que le restaría mucho encanto al despipote (anotar que el responsable de su diseño no es otro que Kenneth J. Hall, habitual de la serie Z, guionista de David DeCoteau y director de "Evil Spawn").
Con todo, y gracias a sus elementos más gilipollas, "Jack Frost" termina resultando una tontería muy simpática (y muy de los 90, repito) para ver con los amigotes. Tan bien funcionó en los video-clubs, que llegó a producirse una secuela de fascinante subtítulo, "Jack Frost 2: Revenge of the Mutant Killer Snowman" (en esta sí habían efectos infográficos)... algún día la veré, lo juro.

Antes de "Jack Frost" me zampé "Los profanadores de tumbas", recientemente reseñada por mi compañero Víctor. Resultó ser una enorme decepción, para mi. De entrada creía que la intención de Mike Mendez era abordar una historia de fantasmas "old school" con el miedo puro y duro como elemento principal (la secuencia que la mujer del prota oye los lamentos/gemidos de la churri del mas allá en su dormitorio da verdaderos escalofríos), sin estridencias. Lamentablemente, pasados los primeros sugestivos 20 minutos, la peli comienza a desfasar, a desmadrarse, se pierde la seriedad reinante y, mucho peor, se abusa de los habituales fuegos artificiales que destruyen toda atmósfera inquietante y convierten el film en un contundente pedazo de mierda. Y es que, a fin de cuentas, poco podíamos esperar del director de "El convento del diablo".