
Dios se ha cansado, está hasta los cojones de los humanos (¿y quién no?), así que decide iniciar el apocalípsis. Michael, un ángel , charla con Gabriel, otro, sobre lo que dios pide y necesita. Gabriel le aconseja que no se oponga al plan y cumpla sus órdenes, pero Michael baja a la tierra (no, no se apellida Landon), se corta las alas, desvalija una tienda de armas, monta en un coche de policía y marcha en busca de una mujer embarazada que es una versión 2.0 de María. Esta se llama Charlie, es lo que en USA llaman "white trash", viven en caravanas y no tienen ningún futuro. Comparte espacio con Jeep (el José 2.0 de turno) que, como el personaje bíblico, no es el padre de la criatura que engendra Charlie en su seno, pero la ama igual, calzonazos al canto. Los dos trabajan para el padre de Jeep (Dennis Quaid) en una cafetería de carretera completamente aislada de todo. Es ahí donde transcurrirá el resto de película, y serán asediados por cuerpos humanos poseídos por ángeles, que tienen como misión acabar con todo el mundo y, en concreto, con el niño que Charlie lleva en el vientre.
Por momentos la película se transforma en una de zombies donde los protagonistas no pueden salir de una localización ya que todo esta infectado fuera, y podría decirse que no está mal, pero no es lo que el título y el cartel prometen. Ángeles solo hay dos en toda la película y para colmo uno de ellos se corta las alas nada más empezar. A todo esto, hay que sumarle algún diálogo teológico y un poquito de mensaje antiabortista, lo que hace que la película caiga un par de puntos pero que "entretiene" igual. Entrecomillo entretiene porque te hace pasar 90 minutos más o menos rápidos, pero no son del todo agradables. El final queda abierto por si les da por hacer secuela (lo cual no tendría mucha lógica, pero podrían si quieren). Definitivamente no merece la pena pagar una entrada por ella, ahora, si la veis de otra forma, pues ni tan mal.