jueves, 24 de junio de 2010

A HORA DO MEDO

Slasher brasileño de factura pobrísima, rodado en algo parecido a 16 mm, cuya polla para chupar es el clásico de Hichtcock "Psicosis", aunque también de otras varias obras claves del terror americano moderno.
Un individuo, con aspecto de retrasado mental, se dedica a asesinar mujeres inducido por su extraña madre, a la que gusta de vestir al más puro estilo “Blues Brothers” mientras lanza dardos a la puerta con un paraguas que le sirve de cerbatana.
Película mágica donde las haya, y con tan pocos diálogos, que no importa la ausencia de subtítulos para enterarse porque apenas hay argumento y va al grano de manera brutal. Aquí no se han preocupado de crear una trama más o menos viable; se conforman con mostrarnos el mayor número de asesinatos posibles, poco creativos (cuchillazos, hachazos, cerbatanazas y estrangulamientos) y un gore muy acorde con la época en que está rodada, 1986.
De "look" similar al porno de aquella época (esa maravillosa fotografía aceitosa, que parece que te vas a pringar si osas tocar la pantalla), en "A hora do medo" parece que está todo permitido, y no hay vergüenza en mostrar el resucitamiento desde la tumba de una jovencita, tras ser violada y ejecutada por el traumatizado protagonista, que junto a la que hace de su madre, nos ofrecen un recital de sobreactuaciones de esas que invitan a unas buenas risas, a pesar de lo sórdido de todo el asunto.
Dirige Francisco Cavalcanti, señor especializado en productos de dudoso gusto, discípulo directo de José Mojica Marins, quien, de hecho, supervisa el trabajo de su alumno, además de aparecer en un cameo.
Me resulta sorprendente la influencia del de los ataúdes, porque da igual la película brasileña de terror que veas, sea de la época que sea, en todas, siempre está metido de por medio don Marins. Y yo que lo agradezco, cojones.