Una nueva revisión del mito Chileno de “El cabrero”, pero visto desde una perspectiva totalmente artística y contemplativa. Digamos que, sin descuidar en absoluto las dosis de truculencia y salvajismo, es como si la hubiera dirigido un Albert Serra cualquiera. Y el resultado es totalmente fascinante.Un “slasher”, con ramalazos a lo “Troture porn”, no apto para aquellos que busquen la diversión y el cachondeo. Aquí de lo que se trata es de que hay una peña agonizando en una chabola, y un cabrero enloquecido que delira por el monte. El juego está en contemplar eso y agonizar o enloquecer junto a los protagonistas.
Tres excursionistas, presuntamente americanos, son interceptados en los Andes de Chile por un enloquecido cabrero, que los ata y secuestra en un casuto, al cual de vez en cuando acude para torturarlos. No hay mas, ese es el argumento.
Está filmada en inglés, y no hay subtítulos en castellano, cosa que da igual pues apenas hay diálogos.
El director, León Errázuriz, director de la astracanada CHE KOPETE, cambia por completo de registro, se hace con un equipo de filmación del mas sofisticado HD, y se dedica a recrearse en cada plano, ya sea filmando un paisaje, o la agonía continua de una mujer amordazada. En cualquier caso, hay que ser muy valiente para filmar una cosa así, y también para enfrentarse a ello como espectador. El hecho de que sea un producto tan contemplativo, dota al resultado final de una seriedad tan pasmosa, que ataca directamente al cerebro, y sufrimos con los protas.
Además, el final me parece maravilloso.
Muy recomendable. ¡Ah! Y la factura técnica es tan buena que parece americana. Los artífices, así quieren que sea, además.