El argumento es digno de sitcom americana de aquellos años, donde se entremezclan los supuestos gags sobre amor libre y vestimentas de música disco con la trama propiamente dicha. Un maduro obrero de la construcción esta cansado de que su mujer le prepare elaborados platos con su nuevo horno microondas, el lo que desea es poder comerse un buen bocata de queso a la hora de comer, y no un bogavante (claramente de plástico) entre pan y pan. Sus compañeros de trabajo haces mofas de sus aperitivos y el hombre no aguanta llegar a casa y tener que comer platos de una cocina tan sofisticada. Su mujer además es una maniática de la limpieza y tiene al pobre hombre completamente sometido. Hasta que un día ya cansado de tanta tontería y tras una noche de borrachera, decide darle un buen par de sopapos a su señora. Al día siguiente con la reseca se da cuenta que ha asesinado a su mujer, así que la trocea y la guarda en el congelador para ocultar las pruebas. Sin querer, una noche se come un trocito de su esposa, y se percata que la carne de mujer esta deliciosa. Así pues se dedica a ligar o contratar prostitutas, les hace el amor y luego las mata y las devora.
Todo esto parece muy truculento, pero no lo es. Los desmembramientos salvo en uno en el que tenían dinero para sangre falsa, son todos a base de maniquís de plástico. La película tampoco se enfoca hacia el terror sino mas bien hacia la comedia, por lo que puede llegar a entenderse no querer paracer demasiado real en dichas escenas. Los gags de los que hablaba al principio son protagonizados con un joven blanco y otro negro compañeros de trabajo del protagonista, a los que este les da de comer la carne de mujer y les aficiona a ella, pero sin saber su procedencia. Estos gags (son dos o tres, esto no es un spoof) se basan en el sexo, para poder mostrar unas tetillas, y es que la libertad sexual estaba en pleno auge, pero no esperéis carnaza, son dos planos miserables.
Tras los títulos de crédito se da gracias a la empresa de microondas que facilitó el aparato (eran caros por aquella época) y se nos recomienda que desmembremos a un amigo para comer. Una hora y diez que se me hicieron largas, ustedes sabran si se acercan a ella.