Decir “Filmark International” es decir “fabrica de carroña”. Lo que pasa es que por aquí, somos chacales, y nos gusta la sucia carroña. Olisqueamos por las trastiendas del cine, esperando encontrar entre esa carroña, trozos que todavía no estén del todo podridos con el fin de devorarlos y saciar nuestro apetito. El caso es que “Acción Boomerang” es carroña completamente podrida – Lo sabemos pues llevamos 10 minutos viendola- y aún así nos la comemos, aun a sabiendas de que nos va a indigestar. Y es que somos sucios chacales.
Dicho esto, el señorito Tomas Tang, para esta ocasión hizo lo que solía hacer normalmente; compró una mugrienta película thailandesa, eliminó su banda sonora, rodó un par de escenas nuevas contratando a un par de actores occidentales, alteró el montaje de las escenas, mezcló nuevas y viejas a modo de ensalada, dobló todo aquello, y ya tenemos una película que se venderá en todo el mundo como bolsas de rosquillas.
Y el caso de “Acción Boomerang”, es que es de un resultado totalmente deleznable. No nos enteramos absolutamente de nada. Pero, una vez concienzados de esto, la vemos enterita, e incluso –debo ser un tío raro- la disfrutamos a tope, sabiéndole ver a la cinta el lado gracioso, que en este caso es mucho.
El argumento, te lo tienes que imaginar. Yo he imaginado este: Un especulador inmobiliario, pretende quedarse con unas tierras que son de origen público, para construir ahí. Unos Americanos y unos Europeos, pretenden hacer lo mismo arrebatando esas tierras al especulador. Los autoctonos que viven allí, dicen que por sus cojones se va a quedar con esas tierras, y se arma la de cristo entre unos y otros, en un pifostio en el que no sabes quien es malo, quien es bueno, ni de quien coño son esas tierras que quieren quedarse. Hay tantísimo personaje que te pierdes. Aunque ya no es que haya mucho personaje… es que a los 10 minutos de película ya andamos perdidísimos, porque esto en realidad es montar deprisa y mal, y sin importar una mierda, una colección de imágenes que dan lo mísmo, porque al final lo que va a vender es la carátula.
Pero amigos, cómo me lo pasé viéndola. Quedense con este diálogo por ejemplo: -¿Qué haces aquí durmiendo? – Estoy en la calle. – Estas tierras son de mi jefe. - ¿Ah, si?, dile a tu jefe que estas tierras son públicas. Por eso estaba durmiendo aquí. No son de el. Y como no son de el, pues ¡Son Públicas! Así que no me voy. – Deberías estar muerto. - ¿Y quien eres tú para decirme que debería estar muerto? – ¡Tu ejecutor¡.
Si no se rien con este dialogo, es que ustedes no tienen sangre en las venas. Aún así, este sería uno de los diálogos más normalitos. La peli está repleta de ellos.
Por otro lado, el bueno de la función, el que parece el protaginsta de la película, y que va acompañado de un mono, de repente, desaparece de la acción dejando en pantalla a otros personajes, con lo que la película acaba con unos individuos que nada tienen que ver con los del principio, pegando tiros, marcando con un hierro candente a una señorita que tienen retenida, porque si, y descojonandose por sus maldades.
Por lo demás, tiros y más tiros, mortíferas granadas que son lanzadas con ira, pero son incapaces de explotar con más fuerza que un petardo de a duro, muchos chinos megalómanos, y en definitiva, si saben como hacerlo (ustedes), diversión a raudales.
Sin ir más lejos, la estúpida escenita de sexo que me meten a menos de diez minutos de terminar la película, con un par de personajes que solo aparecen al principio, o ese final cortante con el que termina la película y aparecen los títulos de crédito finales, son un aval de ello.
Por cierto, que el título internacional de la cinta (ahora no recuerdo) no es ni la mitad de chanante que el de la edición española, “Acción Boomerang”, que mola que te cagas.
Yo siempre disfruto con la “Filmark”.