Me fascinan las escenas cinematográficas marginales, aquellas que provienen de los más recónditos pueblos del Perú o el “Nollywood”. Películas realizadas en vídeo de la más baja estofa, montadas con los más baratos programas de edición para p.c.
Por otro lado, el llamado “Cine Cristiano” realizado en su mayoría por miembros de iglesias evangélicas, cuyo principal fin es ensalzar la figura de dios, quizás sea menos interesante para mí, pero tampoco le hago ascos. Y por supuesto, adoro la actitud y formas del cine amateur, incluso más allá de la parte que me /nos toca.
Así que imagínense mi regocijo, al descubrir la existencia de esta película.
Y es que no hace falta irse a lejanos países para descubrir joyas con las características que acabo de nombrar. Podemos encontrar ese exotísmo en Logroño, sin ir más lejos, lugar de donde proviene la joya que paso a comentarles.
“Mis quejas hacia dios”, es una película de bajísimo presupuesto –absolutamente amateur- rodada en vídeo, protagonizada, dirigida, montada e interpretada por gitanos evangélicos. Say no more.
Un gitano, se lamenta, porque por unos impagos el banco le va quitar el piso. Y sus lamentaciones se dejan notar en la iglesia, donde no acude al culto al señor como dios manda. Tras mucho pedir a dios, finalmente, lo inevitable ocurre, por lo que el gitano lanza un par de quejas al señor. Por un lado, lo harto que está de no prosperar, y por otro, incriminarle a Dios, que por ir predicando su evangelio, incluso han llegado a pegarle.
Con esta falta de fe, recoge a un autoestopista que resulta ser el diablo cuya intención es alejarle del lado del señor. Como no lo consigue, después recoge a un individuo que resultará ser un ángel, que le hará viajar en el tiempo hasta otra época, donde le muestra a unos hombres que con problemas más grandes que los suyos, jamás emitieron sus quejas hacia dios; apechugaron. Así pues, se nos muestran pasajes bíblicos explicándonos las vidas de Job, y de otros dos más.
Fascinante. Apenas puedo explicarlo, tienen ustedes que verla (busquen en YouTube, porque está en trozos).
Bien, ni falta hace decir que la principal baza de esta película, es el inevitable humor involuntario del que hace gala. Da gusto ver a su protagonista (y por otro lado director) sobreactuar con los brazos extendidos mirando al cielo y emitiendo a grito pelado sus quejas hacia dios. Y no lo hace una vez, lo hace unas cuantas veces a lo largo del metraje.
Además, imagínense el percal; si acuden a la iglesia, las tomas de dicho evento son tomadas en una misa evangélica real. Para más inri, esta gente tiene los cojones de ataviarse con disfraces bíblicos, y montarse una película de época sin despeinarse, cumpliendo con su cometido y sin importar si al lado del castillo al que se han ido a grabar hay un banco para sentarse, o si en el campo, en el horizonte, deslumbramos edificios.
A nivel técnico, la cosa se limita a planos secuencia, muy comunes en el cine amateur, y a montar como buenamente pueden con un programa baratillo… pero usando los efectos con mucha imaginación de manera eficaz…. Un desastre mayúsculo, pero tremendamente divertido… pero lo mejor de todo, es que ante tanta carencia, falta de medios, inutilidad y pifostio ¡la película está entretenida de cojones! Nada de “Fast Fordward”, nada de ir pasándola poco a poco. La película no es que se aguante, es que pasa maravillosamente.
Además, ya quisieran la mayoría de profesionales, e incluso los amateur, echarle la mitad de ganas y entusiasmo a sus películas, que estos gitanos evangélicos.
Una absoluta maravilla.
Por otro lado, además de que no se acredita ningún guionista en sus créditos, resulta curiosa la humildad de sus artífices: Actores, director, montador y demás miembros del equipo, carecen de apellido, es decir que solo acreditan sus nombres de pila. Así, el director de esta joya se llama Jesús, el actor Abraham, etc, etc…
Imprescindible. Maravillosa. Te hace recuperar la fe por el cine, por dios, y además le entran a uno unas ganas de ponerse a hacer una película de la hostia.