Reconocedlo, algún numero de esta colección de comics ya habéis
leído. O visto, porque leer poco hay para leer, estos mangas eran más para
mirar. Los que sí que los recordáis, ya sabéis por que, a los que no pusieron
sus manos sobre ellos lo explicare con una palabra, hentai. Ahora es tan fácil como
poner “manga porno” en cualquier buscador y ver miles de imágenes de dibujos
nipones haciendo todo tipo de guarrerias y practicando filias que nunca se nos pasarían
por la cabeza, pero antes si quería alegrarte la vista (y lo que no es la
vista, tu ya me entiendes) había que acercarse a un kiosco y pedir como si
fuera lo más normal del mundo un Visionary, la obra que nos ocupa, o Angel,
otra serie también del mismo autor, U-Jin. Y es que el autor japonés además de
ser una institución en su país, fue el primero que llego con una regularidad a
nuestro país. Todo se lo debemos a Norma, que compro los derechos y vendió aquí
estas dos colecciones.
En Visonary cada comic era una historia completa, con su
principio y su final, aunque los primeros números repiten protagonista en un
par de ocasiones, dando así una especie de continuidad a la serie. Luego ya, a
partir del 5 número o por ahí, ya cada historia sí que es independiente y los
protagonistas no vuelven a repetir. Hay historias de todo tipo, desde las que
pasan por la fantasía, como la del chaval que tiene en casa una mujer-gata-robot
que le concede deseos tipo Doraemon pero que además se puede zumbar, a
historias de detectives, como la del policía que investiga un caso y acaba tirándose
a la culpable todos los días por no delatarla. También hay algún que otro número
en el que no aparecen escenas de sexo, y solo tenemos alguna que otra viñeta erótica
(chica tirada en el suelo con postura sugerente mientras su braguitas quedan al
aire) pero lo que caracteriza a toda la serie es el humor. Aquí no estamos
antes filias aberrantes, sí que hay alguna cosa extraña, pero nada que den
ganas de vomitar. U-Jin, el creador, era un cachondo mental, entiéndase en los
dos sentidos, tanto para las situaciones sexuales como para arrancar una
sonrisa al lector de vez en cuando. Y aunque los argumentos no son su fuerte sí
que hay que reconocer que los lápices si que lo son. Sus señoritas están muy
bien hechas, no son mujeres de pechos imposibles con cinturas de avispa, son más
o menos mujeres normales, puede que alguna sí que le meta un poco más de talla
de sujetador, pero nada escandaloso. Eso sí, debido a la absurda censura
japonesa, los miembros masculinos están siempre pintados de negro como si
fueran una sombra, y los genitales femeninos no existen, simplemente se
muestran los labios externos como dos líneas y por dentro eso esta mas liso que
la entrepierna de Barbie o Ken. Pero como digo eso es tema de la censura, no
cosa del autor.
En España se distribuyeron 17 números de esta colección,
desconozco si en Japón era más larga, pero vamos, para lo que son estos comics,
con un par te basta y te sobra. Anda que de chaval no me habré hec… digo… anda
que de chaval no habré disfrutado de esta obra… eh….no sé si lo he arreglado o suena
incluso hasta peor. Reconócelo, tu también.