Los habituales de este blog ya deberían saber a pies juntillas la devoción que siento por "Posesión Infernal", que es mi peli favorita número uno, que es la absoluta mejor de la trilogía "Evil Dead", que patatín y patatán. En todas las conversaciones que tengo al respecto siempre tiendo a marcar la diferencia, porque es evidente que a nivel popular, la segunda parte es la que recibe más afecto. De hecho, la mayoría de los seres humanos que hoy se acercan o comienzan la treintena, tienen "Terroríficamente muertos" como la peli de la saga que les hizo descrubrir muchos placeres y, ya de paso, a Sam Raimi. Vamos, que también es una cuestión generacional, porque los de mi quinta (cerca de la cuarentena) sentimos especial fijación por la primera. Resumiendo: Todo depende de cual viste en la tierna edad en la que todo esto del cine fantástico aún tenía el poder de impactarte y grabarse en tu cerebrito. Pero vamos, lo que vengo a decir es que, a pesar de mi opinión ultra-favorable con respecto a "Posesión Infernal", siento una gran gran estima por su segunda entrega, "Evil Dead 2: Dead by Dawn", título original. El español en su época nos parecía una birria, pero ahora, todos estos años después, resulta incluso simpático.
Y es que yo viví "muy de cerca" el nacimiento de esta película. Recuerdo perfectamente cuando, estando en octavo de E.G.B, y ya a punto de terminar el curso, hicimos el inevitable viaje de despedida. En la frontera Francesa, aprovechando un parón del autocar para estirar las piernas, entré en un quiosco y me di de bruces (campbells!) con la que entonces era mi revista favorita, "Mad Movies". No tardé ni un segundo en comprarla y devorarla el resto del trayecto. Y sí, fue en ese ejemplar donde vi las primeras imágenes de "Evil Dead 2". Por entonces ya sabía de la existencia de "Posesión Infernal", probablemente la había visto y ya la amaba, por lo que la noticia supuso un cuantioso subidón de adrenalina que me alegró el resto del viaje. Todas las fotos se prometían estupendas. No deja de resultar curioso descubrir como, en esos tiempos, y en esas edades, todo es predisposición a disfrutar positivamente de las cosas. Finalmente la peli se estrenó en España, un poco de tapadillo (concretamente en la desaparecida sala "Waldorf") y corrí a verla el día de su estreno. No hace falta decir que disfruté como un chino, la adoré, la amé, y en cuanto "Dister" la sacó en VHS, la alquilé y la copié. Sin dudarlo.
Con el remake de "Posesión Infernal" a punto de estreno, nos viene que ni pintado recordar el comentario habitual según el cual ese dichoso remake ya existe, y se titula "Terroríficamente muertos". Pues sí, no es una idea tan descabellada, aunque en realidad, el remake lo tienen en los primeros quince minutos, a partir de que la fuerza maligna agarra a Ash por el pescuezo y lo lanza contra un árbol, entramos en terreno de secuela pura. Vamos, que podríamos coger "Evil Dead 1" y "Evil Dead 2" y, con ayuda del Pinnacle, pegarlas previo recorte de materia sobrante y encajarían bastante bien. Y es que ¿¿cuánto más se puede sacar de una historia situada en una pequeña cabaña y con un único verdadero protagonista como héroe de la función??, no mucho. Aunque, por lo demás, y como bien saben, el tono de ambas pelis es casi casi opuesto. Lo que en "Posesión Infernal" es puro drama, sin pizca de humor consciente, con gente angustiada, seres queridos siendo poseídos y asesinados y una atmósfera lóbrega y realista dentro de lo que cabe (efecto del escaso presupuesto), en la secuela es desmadre, locura y cachondeo (aunque tampoco TANTO como se suele decir, eso déjenlo para la tercera), una auténtica montaña rusa repleta de monstruos imposibles y heroicidades de comic book. Es por todo eso que la segunda suele llevarse mayores simpatías, porque es más... eso, simpática, desenfadada, incluso inverosímil, lejos de la crudeza y el pesimismo de su primera parte. No olvidemos que el personaje de Bruce Campbell, Ash, cobra verdadera relevancia a partir de aquí. Es en "Evil Dead 2" donde se forja su imagen heróica de la sierra mecánica en el muñón, los caretos de dibujo animado y los chascarrillos. En la primera, moría al final. Es un dato que, obviamente, ha sido olvidado, pero pónganse en mi lugar... ver "Posesión Infernal" con trece tiernos años, y encontrarse que, después de tantas vicisitudes, su simpático protagonista fallece justo antes de los créditos pues, oiga, impacta, impacta mucho, y ayuda a forjar esa imagen aterradora y chocante que la peli arrastrará consigo el resto de tu vida. Y, obviamente, no hablemos ya del elemento "gore". En la primera teníamos un festival de las truculencias más descerebradas, en la segunda la cosa se controla... tanto, que no quedaba ni rastro de ello en la tercera.
Pero, ¡caray!, yo quería evitar una reseña basada en el inevitable efecto comparativo entre las dos, porque era de cajón por cual me decantaría, así que dejemos ese maldito juego aquí y hablemos de la peli.
Pues sí, chuminadas a un lado, "Terroríficamente muertos" se erige como un show altamente gozable. Y muy entretenido. Es una peli que pasa volando aunque un buen cacho de ella únicamente disponga de un actor. Claro que, menudo actor, no considero al amigo Campbell un intérprete demasiado talentoso, pero en ese registro, vamos, se lo come todo. Bruce Campbell ES "Evil Dead 2". Sin su presencia, sus muecas y su desmelene, no sería ni la mitad de divertida de lo que es. Porque no nos engañemos, la trama es ridículamente lineal y tontuna (bueno, como en la primera!), los efectos especiales bastante pobres (maquetones, muñecotes horribles, stop motion tirando a cafre...) y los diálogos chorras, repetitivos y totalmente de relleno, además, Raimi comete un error que no cometía en la primera (junto a Scott Spiegel en tareas de guión), alejarse demasiado de la cabaña, rompiendo de este modo la sensación de inquietante claustrofobia que sí tenía aquella (¡argh!, ¡ya estoy otra vez!). Es evidente que "Evil Dead 2" no es una peli perfecta y tiene más pifias por minuto que yo pelos en el culo, pero también que Raimi lo suple con unos cuantos buenos quilos de imaginación y, sobre todo, técnica. Imposible de olvidar el protagonismo de su cámara completamente alocada y que no cesa de correr y meterse por los recovecos más imposibles. De antología es la famosa persecución entre esta y Bruce Campbell. Y luego nada malo que decir de los delirios que sufre el protagonista cuando está solo: el cadáver bailarín, los objetos que se parten de risa, el reflejo traicionero, aspectos que rozan ya directamente el surrealismo, como esa inexplicable escena en la que el balancín se mueve a medida que Campbell aproxima su mano, o aquella otra en la que las fuerzas intentan entrar en la cabaña a base de rarísimos planos deformados y ruidos inexplicables. Tampoco es moco de pavo todo el asunto de la mano poseída, aunque quizás llegue al borde de cargar un poco las tintas. Y luego, claro está, la sierra mecánica (¿cómo sabe Ash dónde encontrarla, si no ha tenido tiempo de inspeccionar la cabaña?) y el fabuloso momento en el que despierta el super-héroe de tebeo que hay en él.
Sam Raimi, que se define a sí mismo "entertainer" antes que artista, se lo curra para no darnos respiro, para hacernos volar, vibrar y saltar sin descanso. A veces se le va un poco la pinza. A mi el final, con la aparición de ese monstruo-árbol, me parece un poco excesivo y verbenero, pero se perdona, se perdona porque en esencia "Terroríficamente muertos" es un gozoso divertimento de cabo a rabo listo para disfrutar con todo lo que conlleva, desde sus delirios visuales, pasando por los sustos (porque de miedo, poco) hasta las, ahora sí, evidentes gotas de humor. Y todo ello en el infalible entorno de un lúgubre bosque encantado y una aterradora cabaña de madera. No se puede pedir más, un clásico de nuestro tiempo que si no has visto, deberías ver YA o acabaremos vetando tu entrada en este blog.