jueves, 20 de diciembre de 2012

CUENTOS DE ULTRATUMBA

Hace escasos días, cuando comentábamos la película "Condenados de ultratumba", les advertía de que no la confundieran con, justamente, otra producción "Amicus" de parecido título e intenciones, esta "Cuentos de ultratumba" de la que hablaremos a continuación, fechada el año 1973 y con un título original más llamativo, "From beyond the grave", algo así como "mas allá de la tumba".
En esta ocasión, y sin salirnos del tema episódico, tenemos cuatro historias, todas ellas basadas en relatos del escritorcillo R. Chetwynd-Hayes, que en 1981 volvería a vérselas con los muchachos de "Amicus" en la simpática "El club de los monstruos" (donde él mismo figuraba como personaje). El siempre grande, siempre único Peter Cushing interpreta al inquietante y paliducho dependiente de una tienda de antiguedades. Cada comprador, y cada objeto que vende, protagonizará su propia "horror story"... con resultados diversos.
La primera es la peor. Otro grande, David Warner (el actor más mal peinado del mundo), entra en la tienda y compra un espejo que tiene 400 años de antiguedad. De hecho, engaña a Cushing haciéndole creer que es más barato (y es que todos los protas de todas las historias que terminan con un final chungo, intentan estafar al tendero, el único que paga el precio acordado, sobrevive). En casa, monta una sesión de espiritismo con unos amigos y, de este modo, despierta al fantasma de un especie de Jack el destripador que vive dentro del espejo y obliga a Warner a sacrificar mozas para poder salir de su encierro paranormal. Mucho líquido rojo, pero poco más. El final es previsible y tonto a más no poder. Lo único destacable de esta historia es que algunas de sus imágenes (concretamente las de un asesinato) aparecen fugazmente en "La lista negra", la última aventura de "Harry Callahan", cuando este mira por televisión extractos de las terribles y amorales películas de terror dirigidas por el personaje de Liam Neeson.
La segunda es, seguramente, la mejor. Y no porque sea una maravilla, pero al menos resulta algo más imprevisible, original y con un final bastante ingenioso. Un pobre desgraciado que vive con  una mujer que le trata como la mierda y un hijo que pasa de él, se hace amigo del entrañable Donald Pleasence, quien le presenta a su hija... interpretada por la hija real del mismo actor, Angela (imagínense al amigo Donald con peluca y menos arrugas), cuyos inquietantes rostro y mirada son explotados muy inteligentemente. Entre esta y el prota comienza a florecer el amor y, con ello, el deseo de que su esposa fallezca, a través del vudú, la magia negra o lo que coño sea. Lo dicho, está curiosa.
La que hace tres baja el nivel, aunque tiene un arranque muy prometedor. El típico inglés de bombín y paraguas viaja en el tren camino de su casa, en eso que una extravagante mujer le increpa y le advierte que tiene un especie de demonio invisible sentado en su hombro y que, poco a poco, irá creciendo. El tio se piensa que está loca e intenta escaquearse, pero esta se presenta como medium y le ofrece una tarjeta por si algún día necesita sus servicios. No hace falta decir que el supuesto bicho existe y que se cebará con la esposa del gentleman. Tanto, que se verá obligado a recurrir a la puñetera medium... y aquí se estropea la historia, adquiriendo un tono semi-humorístico y grotesco que no le hacía ni falta. Encima, superada esta parte, el final se nos presenta como previsible y totalmente anodino. Una pena.
Llegamos a la cuarta, sobre una puerta antigua que, al ser instalada en casa, si la abres a medianoche, entras en un habitáculo medieval donde un especie de brujo se dedica a sacrificar a inocentes (especialmente churris) para mantenerse vivo. Un poco lo mismo que la primera historia, la del espejo. La elegida para tal menester es la guapísima Lesley-Anne Down... suerte de su maromo que la salvará y, como decía al principio, todo acabará bien.
Riza el rizo antes de los créditos finales un pequeño gag sobre un ladrón que entra en la tienda a robar y se encuentra con los trucos macabros del amigo Cushing.
Y ya está. Nada que destacar. "Cuentos de ultratumba" es una peli de esas de ver y olvidar al instante que chorrea por todos sus fotogramas la sosez y el espíritu siempre telefílmico de su director, el "chico para todo (pero no le pidas maravillas)" Kevin Connor, responsable de algunos títulos populares como "La tierra olvidada por el tiempo", "Los conquistadores de Atlantis" o, más adecuada para nuestros lectores, la aburrida "Motel Hell". "Cuentos de ultratumba" era su primera película, y resulta de lo más interesante que ya por entonces Connor hiciera gala de ese no-estilo que, a la larga, se convirtió en un sí-estilo. Su cine es como follar con condón, para hacernos una idea, y la peli hoy comentada  encaja perfectamente en esa descripción.