No solemos reseñar cortos en este blog, más que nada porque
no nos gustan (salvo los nuestros, y no todos) pero esta pequeña pieza merece
ser mencionada. Primero porque me la paso mi amigo Jorge Bermejo, y del
criterio de Jorge me fio, y mucho. Segundo, porque el protagonista es Buster
Keaton, un Buster Keaton muy viejo y ajado que moriría al año de rodar este
corto (no fue su última aparición en cine, ese honor lo tiene Golfus de Roma) Y
tercero, porque aunque el argumento gira en torno a la filosofía del ser humano
y su percepción, tienen una atmosfera de terror en toda su duración (15 min.)
El guion del cortometraje es de Samuel Beckett, escritor,
dramaturgo, poeta, premio Nobel de literatura…etc. Al principio Beckett había
pensado en Charles Chaplin para el papel protagonista, pero por casualidades
del destino acabo siendo Buster Keaton, que era el que estaba libre en ese momento.
El argumento trata sobre la percepción, “Ser es ser percibido”. Es decir, que
mientras existimos alguien nota nuestra presencia y si no es así, seremos
nosotros mismos los que somos conscientes de nuestra existencia. No se crean
que esto lo he deducido yo, buscando información del cortometraje me he
encontrado este análisis que por lo visto es lo que Beckett quería contar.
Aunque como digo al principio todo podría ser una historia de terror. Les cuento (el corto entero) y ustedes deciden.
Un hombre mayor, anda a buena velocidad por la calle. Lleva
la cara tapada por un pañuelo, para no ser visto, y para no perderse va pegado
a la pared de la calle. Sin querer tropieza con una pareja que estaba parada,
huye de ellos. Llega hasta un portal, entra dentro y cuando está dispuesto a
subir las escaleras, nota que una vecina baja por las mismas, así que se
esconde en el descansillo esperando a que pase para que la mujer no note su
presencia. Esta cae fulminada muerta, no sabemos si por la presencia del
protagonista o debido a su edad. El hombre sube rápido las escaleras, y
momentáneamente se toma el pulso, se le ve nervioso, aunque de momento solo le
hemos visto la espalda. Entra en su casa/habitación. El habitáculo solo cuenta
con una cama desecha, una mecedora, un espejo colgado de una pared, un dibujo
de una cara clavado en frente de la mecedora, y diversos animales. Allí tiene
un perro, un gato, un loro y un pez. Lo primero que hace el hombre es cerrar
las cortinas, no desea ser visto desde el exterior, luego tapa el espejo con un
manta, no quiere verse a si mismo, y se le ve con miedo cuando hace estas
acciones, pero como digo, solo viéndose su espalda, ya que cuando la cámara (en
mano) intenta verle desde otro ángulo, el protagonista se mueve dándonos
siempre la nuca. Tras haber tapado la ventana y el espejo echa de casa al perro
y al gato, lo que le cuesta un par de intentos porque cuando echa a uno el otro
vuelve a entrar. Posteriormente tapa al loro y al pez con un abrigo, no desea
ser observado por ningún ojo, ya sea humano o animal. Durante todo momento el
hombre está nervioso, como si alguien le siguiera u observase, esto hace que la
atmosfera sea muy intrigante, de ahí que parezca una obra de terror. Una vez
libre de miradas ajenas se sienta en su mecedora, pero no puede permitir que el
dibujo clavado en la pared siga ahí, observándole, se levanta y lo rompe.
Vuelve a su mecedora, y de un sobre saca unas viejas fotografías que resumen su
vida, de pequeño con su madre, algo mas mayor, con su perro, en su graduación,
con su hija (o hijo, no se distingue bien) en esta foto se para, acaricia al
bebe y luego pasa a la siguiente, que es una foto de él en su estado actual, un
hombre mayor y solo con un parche en el ojo. Al verse retratado, decide romper
las fotografías, en una especie de metáfora de romper con todo su mundo. Ahora está
completamente solo, no hay nadie que le pueda mirar y por lo tanto percibir.
Este hombre quiere morirse. Pero entonces cuando la cámara por fin nos muestra
su rostro, se ve a sí mismo delante mirándose. Es la auto percepción de uno
mismo, de la que nunca podremos escapar, al menos mientras sigamos vivos.
Todo muy filosófico y tal. Hubiese preferido que el hombre
hubiese sigo perseguido por un monstruo de mil ojos o así, pero oye tampoco
está mal. Su blanco y negro, su casi ausencia de sonido y el nerviosismo que
transmite Buster Keaton, podrían haber convertido este corto en una pequeña
obra de terror, aunque quien dice que no es eso lo que el protagonista está
viviendo.