Incluso, para la ocasión, Perez prescinde de un seudónimo firmándola
con su nombre real, por lo que todo hace pensar que estamos ante la película
que hará pasar a nuestro hombre al
mainstream… aunque una vez vista yo creo que a Jack Perez aún le queda un poquito
para eso. Aunque anda bien encaminado.
Técnicamente impecable, eso si, “Some guy who kills people”
(cojonudo título que traducido vendría a ser algo así como “Algún tio que va
matando gente”), tiene un problema muy grave de tempo. Es una historia cojonuda
pero pero desarrollada de forma tremendamente aburrida, lo que es una lástima.
Quizás porque el guión no da demasiado de si, la película se
alarga eternamente entre conversaciones interminables y ritmo telefilmesco. Pero es
que las escenas con más chicha, las de los asesinatos que tendrían que ser la sal del asunto, aún bien rodadas, no
impactan lo suficiente. Vamos, que te quedas igual.
Vendida como una comedia negra, que deambula por los
parámetros del “Psycho Killer”, en realidad “Some guy who kills people” es una
tragicomedia que, al igual que los telefilmes más puros, gasta mucho tiempo de
su metraje en las relaciones sociales, siendo en esta ocasión entre padre e
hija la telefilmesca premisa.
Un individuo del que, en el instituto, el equipo de
baloncesto se mofaba, se toma la revancha cuando edita un cómic (tiene mucho
talento para el dibujo) en el que ridiculiza a dicho equipo. Estos, humillados,
deciden secuestrarle y reventarle. Esto hará que nuestro protagonista les tenga
un odio atroz.
Pasan los años, y nuestro hombre trabaja en una heladería, y
mientras se relaciona con su hija de once años en eternas charlas, liga con
cuarentonas y vive como puede su miserable vida, un tipo encapuchado se va
cargando a todos los miembros del equipo de baloncesto que pululan por la zona,
y todo apunta a que el asesino es nuestro protagonista. Así pues, el sheriff comienza la investigación.
Me encanta este planteamiento, y me da mucha rabia que no se
le haya sacado el máximo partido a favor del metraje de relleno,
que en este caso es mucho.
Sin embrago, la película, flojita, no es tan mala como para
aborrecerla, con lo que disfrutamos del visionado, y a otra cosa, mariposa. Una
película de consumo, de ver y olvidar. No trasciende en absoluto.
Lo curioso es que, suponiéndose la película menos
risible de Perez, a mí me ha gustado bastante menos que otras mas pequeñas,
como “La cucaracha” e incluso “Juegos Salvajes 2”, y esto es solo porque, al
contrario que esas, estamos ante una película lenta, lenta, lenta.
En el reparto, tenemos, haciendo un papel excelente, eso si,
al eterno secundario Kevin Corrigan visto en cosas como “Uno de los nuestros”,
la independiente “¡Hasta las narices!” o
“Supersalidos”.
Como el mejor amigo del prota, tenemos a Leo Fitzpatrick, al
que vimos en “Cosas que no se olvidan”,
pero que muchos recordarán porque interpretó a aquél repugnante adolescente que
gustaba desvirgar jovencitas de 12 años mientras las contagiaba el sida en la ,
hoy ya desfasadísima, “Kids” de Larry
Clark.
Hecha una anciana, tenemos a la ya clásica -y recientemente fallecida- Karen Black,
vista en “Easy Rider”, "La trama" o "La casa de los 1000 cadáveres".
Lo dicho, flojita… y sin embargo, simpática, muy, muy
simpática.