Doy por hecho que todo el mundo sabe lo que es el valle
inquietante, pero como sé que hay mucho garrulo lo voy a medio explicar de una
forma sencilla. ¿Recordáis aquella película titulada Final Fantasy La Fuerza Interior?
O aun más cerca, cualquier personaje humano creado en CGI? ¿A que no parecen
reales? ¿A que nos provocan cierto rechazo? Ese es el valle inquietante. Son
“cosas” tan parecidas a los humanos pero con un algo extraño que nos hace saber
que no es real, que es algo falso. Pues bien, en todas las películas de Pixar
ese valle inquietante se lo saltan haciendo de los humanos unas caricaturas. Bien,
esto no lo veremos en WALL-E hasta la parte final de la película, pero en todos
y cada uno de sus filmes se lo saltan así. Ahora bien, en WALL-E el
protagonista no es un humano, sino un robot, por lo que el valle inquietante ni
existe ni aparece. Y la verdadera maestría de Pixar es dotar a los objetos de características
y sentimientos humanos. Y es que WALL-E, el robotito, no deja de ser una caja
con dos objetivos de cámara a modo de ojos, y unas orugas a modo de pies. Y aun
así actúa mucho mejor que algunos actores cara de piedra como Steven Seagal,
Chuck Norris, o similares.
El planeta Tierra es un vertedero, hace 700 años que la
humanidad tuvo que coger una nave espacial y largarse echando chispas de aquí.
Solo el batallón de limpieza WALL-E quedo en el planeta para ir comprimiendo y
amontonando la basura. De los miles de robots solo queda uno de ellos. La
soledad, salvo por su mascota cucaracha, han hecho que se convierta en un
robotito curioso con un extraño síndrome de Diógenes. Que se le estropea alguna
pieza, no pasa nada, almacena partes de otros de sus compañeros (ahora pensado,
es como si tuviera miembros y órganos de sus semejantes en las estanterías,
algo tipo Matanza de Texas) que puede cambiarse el perfectamente. Asi que sigue
años y años trabajando. Su vida es monótona, aparte de trabajar y recargar sus
baterías con energía solar, lo único que hace es ver una y otra vez un trozo de
Hello Dolly, con Barbra Streisand. Pero un día su rutina cambiara por completo,
cuando un robot enviado por los humanos para comprobar la fertilidad de la
Tierra, que responde al nombre de EVA, se topa con el pequeño compresor de
basuras.
WALL-E quedara prendido de EVA, algo normal después de tanta
soledad. Ella, EVA, tiene una misión, y en cuanto la cumple su programación la
desconecta a la espera de la recogida por parte de la nave que la trajo a la
Tierra. Durante el tiempo que pasa hasta ese momento, WALL-E cuidara de ella,
la paseara y le enseñara su mundo. Así que no es de extrañar que cuando la nave
vuelve a por EVA, WALL-E la siga hasta los límites del espacio. ¿Es o no es una
tierna y preciosa historia de amor?
Al llegar a la nave vemos a los humanos, como se han dejado
llevar por su dependencia a la tecnología y a los síntomas de la ingravidez en
el cuerpo humano (aunque en la nave si hay una gravedad artificial, así que más
me temo que están así por putos vagos) lo que hace un poco de critica a la
sociedad de consumo, y bla, bla, bla….Y
aun así esa parte también es muy interesante, porque no se olvida de lo
importante de la película, la historia de WALL-E y EVA.
Decía al principio que llegue al final de los créditos, y es
que en ellos se nos muestra a modo de distintos tipos de artes (egipcio,
griego, romano, renacentista, expresionista….incluso 8Bits) lo que ocurre
después de que los humanos vuelvan al planeta. Donde vemos que conviven en
armonía con los robots y la naturaleza.
Muy bonita la película y muy bonita la historia de WALL-E, y
lo mejor de todo, con el paso del tiempo sigue siendo una película
cojonudisima.