jueves, 2 de enero de 2014

AQUELLAS CARATULAS MARAVILLOSAS (38): PONTE PELUCA, DREAMANIAC



Cuando era más jovenzuelo, había en el video-club una serie de películas que no podía creer, por nada del mundo, que no me gustaran. Vistas a la distancia, sumaban demasiados atributos como para, una vez consumidas, crearme tal sensación de rechazo y modorra, así que de vez en cuando volvía a alquilarlas esperando que algo cambiara. Bien, únicamente funcionó cuando la espera entre visionado y visionado se prolongó, literalmente, más de una década. Por ejemplo, así fue con "Creature" y "Eliminator". A medias con "Terror Caníbal". Luego está "En busca del dragón dorado", que todavía no ha pasado la prueba. Y... bueno, la peli que comentaremos hoy, "Dreamaniac". Ya les adelanto que, de todas las citadas, es la única que ni tan siquiera el paso de los muchos años me la ha hecho más digerible.
"Dreamaniac" marcó el debut de David DeCoteau en el infra-mundo del cine de serie Z. Y resulta que, en aquellos tiempos, yo era muy fan de esta clase de material y de señores tan poco recomendables como Jim Wynorski o, sobre todo, Fred Olen Ray (que últimamente no para de asomar por el blog. Quien tuvo, retuvo). David DeCoteau formaba parte del club. El problema es que, mientras tanto Wynorski como Ray aún poseen algún título más o menos visible y simpático, me percato de que DeCoteau no tiene ¡¡¡NI UNO!!!. Sí, incluyo aquí la insufrible "Creepozoides". Vamos, que era un inútil y lo ha seguido siendo a lo largo de toda su carrera, saliera o no del armario y sin importar si sus películas iban destinadas a fricos pajilleros, niñas reglosas o gays desatados. Pero en 1988 yo todavía no era consciente de todo eso, rendía pleitesía al Sr.David DeCoteau y por ello me resultaba difícil comprender cómo "Dreamaniac", siendo encima una de terror "bien seria" (teniendo en cuenta la preferencia del director por la comedia o el "actioner" chungo), no me gustaba ni pizca, me aburría mortalmente y, sobre todo, encontraba desagradable su extraña estética casi de peli porno, percepción esta nada errónea. Cuenta la leyenda que cuando DeCoteau le proyectó la cosa terminada a Charles "Empire/Full Moon" Band y su pareja de entonces, Debra Dion, esta le dijo: "Has hecho una película porno "high class", solo que sin porno". Y es que, sí queridos, antes de su primer largometraje, DeCoteau se dejó las legañas y aprendió parte del oficio currando en la industria del cine para adultos, así que es normal que se le pegara algo.
"Dreamaniac" (originalmente concebida como "Succubus" y cambiada al título mucho más molón que finalmente se le quedó, y que los señores de "I.V.E." mutaron a "Dream maniac" en la careta que le precede cuando das al "play") nació simple y llanamente como evidente "exploitation" del fenómeno "Pesadilla en Elm Street". No lo digo yo, lo ha reconocido el propio DeCoteau en sendas entrevistas. De hecho, arrancó el proyecto de modo autogestionado, pero poco antes de rodar, Charles Band decidió invertir guita y distribuir el resultado bajo su flamante subsello "Beyond Infinity Films", que como saben -o deberían- se especializaba en ñordas de cuarta categoría firmadas por zineastas como Gorman Bechard, Ken Dixon o el mítico Tim Kincaid (que también venía del porno y reutiliza algunos pasajes de la banda sonora de "Dreamaniac" en sus propias cagarrutas, dicho esto último de modo afectuoso. El compositor para todos los casos se llama Don Great, habitual de la "Empire" en sus primeros años y que, aunque parezca guasa, terminó metido en productos de lo más famosos y "mainstream"). A cambio, Band impuso que se diera más cancha a las secuencias de pesadillas -por si no quedaba lo suficientemente claro con el título- y tetas -por lo evidente-. DeCoteau tomó buena nota de lo segundo, porque de tetas y erotismo de karaoke lo hay pa dar y regalar, incluidos chicos en slips o con el culo al aire, cosa esta que terminaría siendo en el futuro una constante de su cine. Pero de lo primero, no tanto. En realidad, pesadillas bizarras en "Dreamaniac" solo hay una, al principio, y me parece a mi que ninguna más. El resto, en su mayoría, son secuencias de paliqueo eterno, salpicadas de vez en cuando por algo de pajillismo y un poco menos de truculencia.
Y es que la trama no da para mucho. El prota de la historia es un jevimetalero que, a pesar de tener una novieta con la que chingar y que le perdona su aparente narcolepsia, quiere más, así que invoca a una criatura satánica que le haga triunfar entre las girls y, ya puestos, le dedique jugosas felaciones... aunque terminen en castración. Casualmente, esa misma noche la novia monta una fiesta en casa y uno de los invitados se trae a una chica que es igual a la criatura satánica. Bueno, es que ES ella. Sea como fuere, aprovecha la merienda para ir aniquilando a todos los invitados e incrementar la influencia mental que tiene sobre el jevimetalero. Entre mogollón de diálogos intrascendentes e innecesarios, mucha niebla y luces de colores (casi parece una de Andy Milligan... solo que un 5% mejor hecha), se van sucediendo crímenes bastante poco espectaculares. Solo al final hay algunos jugosos, a pesar de lo inverosímiles que resultan (destaco en este sentido la absurda decapitación por taladro gigante).
Realmente, no nos percatamos de que estamos viendo un "slasher" hasta el desarmante primer desenlace, cuando el elemento sobrenatural es exterminado de modo desconcertante. Nada comparado al aterrador segundo final, en el que un personaje califica de "Fabuloso!" todo lo visionado/sufrido hasta el momento. Sí... ¡fabulosísimo!.

Y en el trayecto, nos hemos aburrido como marsopas. Rodada en 16mm durante diez días, y casi sin salir de las cuatro paredes que conforman el escenario (otro punto de contacto con el porno, me temo), a "Dreamaniac" no hay por donde cogerla. Así de simple. Sí, claro, haciendo un gran esfuerzo puedes mirarla con nostálgico afecto, teniendo en cuenta cómo se concebió y por quién, pero creánme si les digo que yo la consumí pasada la medianoche del 31 de Diciembre, con un puñado de copas de champagne en el cuerpo... y ni así le supe ver el lado positivo.
Y es que, una vez más, es el dato paralelo, ajeno al contenido de la película/cinta, lo realmente interesante de esta historia.
A principios de los 70, el ya fallecido y tardíamente reivindicado Curtis Harrington rodó dos películas back to back (1971 y 1972) con protagonismo de Shelley Winters y que se apuntaban a ese extraño subgénero, entre el drama gran guiñol y el "american gothic", iniciado en 1962 por Robert Aldrich con "¿Qué fue de Baby Jane?" (y que siguió en 1964 con "Canción de cuna para un cadáver"). No lo digo por decir, ya que el guionista de ambas, Henry Farrell, lo fue también de "¿Qué le pasa a Helen?", la primera de las dos obras del tándem Harrington/Winters y protagonista de la sospechosa caratula que sigue, cortesía de "Glovisa"...



¿De verdad es necesario que comente algo?, ¿no es suficientemente obvio?. Sí, a la loca con alopecia de "Dreamaniac" (por otro lado, muy efectiva, en su época incluso daba algo de mal rollo) le meten un pelucón rubio y ¡ala!, directa a la caratula de "¿Qué le pasa a Helen?" (aunque, pa la ocasión, dejan únicamente el primer interrogante, eliminando fulminantemente el segundo. Justo al revés de lo que solemos hacer todos). No hay mucho más que añadir, salvo que nunca llegué a alquilar ni ver la película de Curtis Harrington, así que no puedo comentarles nada sobre ella. Sin embargo, sí que vi la segunda, "¿Quién mató a tía Roo?" (esta vez sin implicación directa o indirecta de Henry Farrell) y, en fin, recuerdo que me agradó más de lo que esperaba. Pero ¿qué importa todo eso ante un caso tan salvaje y ridículamente divertido de expolio caratulil como el aquí expuesto?.
Nada de nada.