“Dragon Ball Zero” se centra en los primeros capítulos de la
franquicia, apareciendo gran parte de los personajes de esa etapa, con la
particularidad de que, al igual que la versión Taiwanesa, es todo cutre hasta
más no poder. Más incluso que la Taiwanesa, que entre unas cosas y otras, tiene
unos efectos especiales más o menos chulos. En esta, el peinado de Son Goku se
soluciona con toneladas de laca, los
personajes no humanos con peluches de los mismos,o si no son peluchitos en si
mismos, con caretas de látex que mueven torpemente los labios, pero que ojos,
cejas o músculos faciales, permanecen totalmente inmóviles.
La historia es lo de siempre; Son Goku se encuentra con
Bulma en el bosque, la cual tiene una de las siete bolas de Dragón que harán
que, si logran reunir las siete, el Dragón Shenron les conceda un deseo. Así
pues, se ponen manos a la obra con la búsqueda,
encontrándose con infinidad de personajes durante el camino e infinidad
de peligros, lo que les complicará las cosas.
Siendo torpona, cutre, y larga –dura 107 minutos o así- lo
cierto es que resulta bastante más entretenida que la Taiwanesa, que era un
coñazo absoluto, a pesar de tener mayor sentido del espectáculo y,
presumiblemente, más presupuesto que esta (no mucho más), además de ser la
favorita de los fans porque es, de todas las versiones, la más fiel al manga
original.
Yo, sin ser fan, sin haber visto ni un solo capítulo de la
serie de dibujos animados, la encuentro bastante del montoncillo, salvándola
solamente por mítica, porque está entretenida y porque, efectivamente, todas
esas caretas, disfraces de transformes, o señores a cuatro patas disfrazados de
tortuga, hacen que la vea con la sonrisilla en la boca.
Como curiosidad, decir que el actor que interpreta al
Maestro Tortuga, Hyung-rae Shim, aparte de ser una especie de Millán Salcedo
Sur Coreano, es también el director de películas mainstream tales como “Dragon Wars” o “The Last Godfather” junto a, y con Harvey Keitel y Jason Mewes.
Por su parte el director Ryong Wang, actor, especialista y
creador de efectos especiales, no volvió a dirigir ni una sola película más.
Por algo será.
Decir también, que hay una versión americana mainstream, de
millones de dólares de presupuesto, que ya quisiera tener la mitad de gracejo y
desparpajo que cualquiera de las versiones Chinas. Me refiero a “Dragon Ball Evolution” de James Wong. Ahora, mi pregunta es ¿Por qué no hacen un “Live
Action” fiel y en condiciones en Japón, país originario de toda esta
imaginería?
Como curiosidad, se le puede dar una oportunidad.