viernes, 11 de abril de 2014

YA ESTÁN A-KIU...

Uno de los aspectos más interesantes del mega-éxito de "E.T. El extraterrestre", la fenomenal película de Steven Spielberg, fue la ristra de imitaciones que esputó. Interminable y colorista. La más conocida a nivel internacional seguramente sea la yankee "Mi amigo Mac" (sobre la que pueden instruirse en nuestro pest-seller), pero también las hubo en países subdesarrollados, como España sin ir más lejos. Dejando de lado excusas para la parodia (como la horripilante "El E.T.E y el OTO"), centrémonos en "exploitations" pretendidamente serios: Tenemos el de Juan Piquer con "Los nuevos extraterrestres", el de Mario Gariazzo con la co-producción ítalo-española "Hermano del espacio" (cuidao que hay dos tituladas igual, la otra va de rollo "peli-con-mensaje") y la de... ¡Bigas Luna!.

¿Lo qué, cómo, cuando, ande?, ¿Bigas Luna?, ¿el reputado -y fallecido- director de "Bilbao", "Angustia", "Las edades de Lulú", "Jamón Jamón", "La teta y la luna" (¡¡quiero una porción de Mathilda "las mejores ubres del universo" May!!) y aquella cosa costrosa bautizada como "Yo soy la Juani"?. Pues sí, ese mimmo. En 1985, justo durante el impase de "director estrellado" a "director estrella", Bigas Luna recibió un encargo de TV3, la televisión de Cataluña: Parir una serie que churrupeteara del éxito del momento, "E.T.", y la cosa resultante pasó a llamarse "Kiu i el seus amics", es decir: "Kiu y sus amigos".

Según Imdb solo hubo un episodio, pero les garantizo que es mentira. En 1985 yo contaba con la edad justa para dejarse maravillar por semejante producto y recuerdo que lo seguí fielmente. Es más, era la típica movida sobre la que hablar con los amigos de clase a la hora del patio.
La historia no tenía mucho truco ya que, como indica el título, narraba las desventuras que un grupo de chavalines vivían junto a un extraterrestre al que conocen gracias a unos, por entonces rudimentarios pero atractivos para una platea juvenil, ordenadores. O computadoras, que no se cómo se las llamaba entonces, ya que casi nadie las tenía.

Si buscan ustedes información sobre "Kiu y sus amigos" en internet, no encontrarán mucha cosa. Lo más llamativo, hasta hace poco, estaba en la misma página de TV3, donde se podía visionar el primer capítulo. Aunque en este no salía el marciano, solo un poco de "Blandi blub" mal iluminado e hinchado mediante pajita (juguete que, por cierto, estaba bastante de moda entonces). A este misterio tan tonto hay que sumarle un par más.
Primero, por mucho que hable con personas de mi exacta misma edad, parece que nadie en este planeta recuerde a "Kiu". Y si lo recuerdan, no le dan mayor importancia (¡¿cómo no dársela a un "exploit" de "E.T." parido por Bigas Luna?!). Está claro que la serie no era ninguna obra de arte, se hizo en unos tiempos en los que -la hoy muy horripilante- TV3 andaba en pañales y, claro, todo resultaba como muy zarrapastroso. Pero estas cosas marcan, sobre todo cuando eres chaval, pero un chaval de mediados de los 80, con su inocencia y tal, no como los de ahora que están de vueltas de todo y prefieren atizar a sus amigos y grabarlo con el móvil a perder el tiempo viendo tiernas y babosas historietas de marcianos bondadosos (¡argh!, ¡¡acabo de hacer un discurso de viejo amargado!!).

Justamente, y hablando de nostalgia, postmodernidad y juguetes de moda, una de las pocas escenas completas que mi cerebro rememora de la serie es aquella en la que los chavales protagonistas se ponen a tocar música utilizando como instrumento los famosos "Melody Pops" (¡de estos si os acordaréis, cabrones!), unos caramelos-silbato -sí, silbato- que fueron muy populares en mis tiempos. Los chavales no solo hacían algo parecido a música, sino que incluso se animaban a bailar a su son.
Ya entonces me pareció altamente ridículo, imagínense lo que me supondría verlo ahora.

Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda (ya saben, especialidad de la casa).
Hablaba hace unas líneas de dos misterios tontos. Aclarado el primero, vayamos a por el segundo: Merchandising. Sí queridos, otra prueba más de que "Kiu i els seus amics" fue muy popular en mi tierra (está claro que esto nunca se vio más allá de parajes catalanes) es que esputó unas cuantas "mercaderías", tal y como las llamaba Mel Brooks en "Spaceballs". No fue gran cosa ya que entonces era algo más propio de George Lucas, pero resulta altamente curioso.

Veamos, teníamos el tema musical de la serie empaquetado en un flamante vinilo...


Un puzzle patrocinado por "La Caixa" (que imagino te regalaban si abrías una cuenta) con una cubierta muy clarificadora, en ella vemos al marciano, al súper-ordenata y a una pirámide de cristal (también dibujada en la portada del disco) y que, ahora mismo, así en plan "flash", recuerdo que tenía bastante importancia en la trama....


Sin embargo, el gran y más mítico "merchandising" de "Kiu y sus amigos" fue el inevitable muñeco, la figurita del extraterrestre.
La vi por primera vez en la vitrina de una tienda, llevándome toda una sorpresa. Pero por el motivo que sea, no me hice con el. Lo extraño del caso es que, tras aquel inesperado fugaz encuentro, no volví a verlo nunca jamás. Incluso, pasados los años, trataba de contrastar opiniones, pero nadie compartía recuerdos conmigo (algo previsible si tenemos en cuenta que tampoco recordaban la serie).


Hace un par de años, durante los que anduve muy ocupado visitando mercadillos de trastos viejos, decidí que era el momento de localizar la maldita figura de "Kiu". Así que busqué y busqué, hurgué en cajas, entre montañas de mierda, y aunque localizaba cosas aquí y allí (como mis queridos "Monclis"), nunca di con el puñetero marciano.
En muchas de aquellas búsquedas desesperadas me acompañaba otro habitual del vicio de la nostalgia y de este blog, el amigo Norman. Él compartió mi dolor y mi desconcierto. Tanto es así que hace unos días, visitando cierta y célebre página web dedicada al coleccionismo (de donde también han surgido las imágenes del disco y el puzzle), el colega dio con el mentado tesoro y decidió avisarme por e-mail.
"Mira qué he encontrado" escribió. Cuando seguí el enlace, mis cojones cayeron al suelo cual peloticas de ping pong, ¡¡EL PUTO MUÑECO DE "KIU"!!, ¡¡POR FIN!!, ¡¡EXISTE, EXISTE!!, no era una alucinación mía, ¡¡era y es real!!. La alegría fue máxima y el susto mínimo, ya que su precio me parecía más que razonable. Dediqué el rato que dura la cena a decidir si lo compraba o no, al fin y al cabo no era más que un jodido muñeco... pero, joder, ¡era el puto "Kiu"! y, tras tanta búsqueda y espera, ¿iba a privarme del gusZto por esa escasa cantidad de euros?. No way!.
En fin, que lo pillé, lo tengo ya en mi poder, es de lo más hermoso y luce tal que así...



Si miran la base, verán que lleva inscritos algunos curiosos datos de interés (como el nombre de la productora Luna Films)...


En fin, toda esta epopeya me recuerda a la feliz compra de otro "E.T." que efectué el año pasado en el Salón del Comic de Barcelona. Bueno, miento, en realidad no fui yo, fue mi querido amigo Víctor (sí, el mismo que  escribe en este blog) quien tuvo el detallazo de regalármelo para mi mayor disfrute.
Y cuando digo "otro E.T." me refiero al de verdad... al de la peli, lo que pasa es que no estoy seguro que este muñeco en concreto fuese una reproducción legal, bendecida por Spielberg y sus secuaces.
Si se lo muestro, tal vez lo recuerden...


A diferencia de lo ocurrido con "Kiu", con "E.T." hubo una auténtica invasión de muñecos inspirados en su persona, algunos de lo más lujoso y otros tirando a cutre. Había uno que incorporaba bombillitas en los ojos y el dedo. Otro con una guarrada fluorescente en el pecho y al que podías estirarle el cuello. Y estaba el de la foto, que era como el hermano feo y tonto, pero al mismo tiempo guardaba mucho encanto, por su diseño casi caricaturesco, por sus ojos a lo Marty Feldman y por protagonizar una fotonovela chusquera en "El Jueves" en la que se follaba a una muñeca "Barbie" para mayor horror de su señora (Interpretada, nada menos, que por el de las bombillitas).
Lo crean o no, y a pesar de su aspecto barriobajero y, por tanto, asequible, nunca logré disponer de aquel muñeco. Era una de esas "espinitas fricosas" de las que, finalmente y ya con canas, pude desquitarme gracias al amor fraternal.
Ahora me he desquitado de otra, la del puto "Kiu". Los "E.T.s", legales, ilegales o plagiadores, me han acompañado a lo largo de mi funesta vida hasta el extremo de convertirse en agradable nostalgia. Dicen que no hay nada mejor que hacer realidad tus sueños. Pues bien, yo ya tengo dos cumplidos, los poseo, puedo meterlos juntos en la misma estantería/foto y quedan así de bien, que para algo son primo hermanos y vienen del espacio con idénticas buenas intenciones....