Porque siendo esta una película más de esa tanda de
películas ochenteras ambientadas en la costa (“Los blues de la calle Pop”,
“Botas negras, látigo de cuero”), rodadas sin más medios que los que vemos en
pantalla y los mismos actores de siempre (Antonio Mayans es, por enésima vez,
Al Pereira), sería lo más parecido a una película estándar – con permiso de
“Los depredadores de la noche”- de todo lo que rodó en aquellos locos años
ochenta. Esto es, que la película tiene su planteamiento, su nudo y su
desenlace. Con lo que hay que creerse aquello que tanto me gusta y que decía el
abuelo de “De vez en cuando hay que hacer una película de las otras, para que
vean que sabes hacerlas”. Y saber sabía.
De hecho, este “Camino Solitario” tiene hasta ritmo, un montaje muy estándar y
con los planos necesarios, una trama entendible y seguible e, incluso, por
momentos, resulta hasta entretenida. O al menos la primera hora, no toda ella, que se trata de Jess Franco… Pero a lo que
voy, es que saber hacer una película normal y corriente, sabía.
La historia es la de siempre en una película de Al Pereira:
este es contratado por una extraña mujer, que siempre es Lina Romay. Lo que
cambia es el por qué es contratado. En esta ocasión tiene que encontrar a la
hermana desaparecida, pobrecita y desvalida de esta mujer (Lina Romay haciendo
un doble papel), recibiendo la negativa del orondo y moribundo esposo de esta,
que por el contrario dice que es una verdadera arpía. Así que Al Pereira busca, mientras tiene que
sotear la vida cuidando de una hija pequeña, y acabará en los brazos de la
mujer que lo contrató (como siempre…) y a la vez, la historia pegará un giro en
su desenlace. Todo ello regado con largas escenas de erotismo que incluyen
numeritos lesbicos, y un tono dramático extraño, puesto que los otros Al
Pereiras están más enfocados a la comedia. Se agradece la seriedad que, a
rasgos generales, desprende la película.
El reparto lo componen Mayans (o Robert Foster) como
Pereira, la Romay firmando como Candice Coster, Ricardo Palacios, muy metido en
el “mundo Franco” por aquel entonces y que acabaría hasta las narices de su
director y del jefe de producción (Mayans) unos años después, cuando dirigiera
su opera prima “Biba la banda”, y que contrató al “Franco Team” como equipo de
producción de la misma, como el moribundo marido de la mujer contratadora, José
Llamas, como en esta no tenía que follar, tan solo, pasaba por ahí, y la introducción de la niña Flavia Mayans,
que interpreta a la hija de Al Pereira y que, como han podido suponer, es la propia hija de Antonio Mayans.
La película la distribuyó en salas United Internacional
Pictures, si, la famosa multinacional, que en aquellos años, por motivos del
todo fraudulentos, estrenaba grandes estrenos americanos junto a pequeñas
películas marginales que, incluso, venía
bien que no tuvieran buena taquilla, caso este de “Canción Triste de…” de José
Truchado (Ver en “Malas pero Divertidas”), “Operación Mantis” de Paul “JacintoMolina” Naschy, o esta “Camino Solitario”, a la que, no obstante, fueron al
cine a ver 71.000 espectadores.
La película, como ya he dicho se deja ver. Pero estamos en
las mismas, para ver una película estándar de Jesús Franco, me pongo cualquier
otra que, sin duda, mantendrá mejor el tipo. De Franco prefiero ver las cosas
más antiacadémicas, hilarantes y desvergonzadas.
Eso si, sea por el motivo que sea, siempre es fascinante ver
cualquiera de su vasta filmografía.