Y el punto de partida intenta, dentro del género, ser
novedoso. Se trata de un “Slasher” Musical, con todos sus numeritos
musicales, los tópicos del musical
aplicados a conciencia, que se nutre de canciones propias del musical y del
heavy metal; el asesino de look molón y ataviado con máscara del teatro
Japonés, canta canciones heavy en contraposición al resto de canciones más
clásicas. El problema, es que el director no se toma en serio su material y al
final lo hace de manera paródica, con lo cual, una buena idea, novedosa, y que
tratada con el debido respeto se me antoja valiente, se queda en una chorrada
estúpida y carente de interés, máxime cuando ese sériale único punto a favor de la película, porque de lo demás va
limitadita. Y encima con el tonito repelente de un post “Scream”, con todo lo
trillado del asunto.
Tras una puesta en escena –mal resuelta- que nos pone en
situación, vamos a un campamento de verano para bailarines clásicos y cantantes
de ópera, regentado por un director de Broadway venido a menos, en el que los
jóvenes que pululan por ahí, andan ensayando una obra musical que estrenarán
más adelante, llamada “The Haunting of the Opera”. Independiente de esta obra
musical, los protagonistas se marcan numeritos musicales dentro de la ficción.
Entre unos y otros, un asesino con máscara perteneciente a la función, irá
dando cuenta de alguno de ellos (porque encima se carga pocos), en algunas
ocasiones, dentro de un número musical.
Como decía antes, el tomarse a sí misma a cachondeo, es la
mayor lacra de la película, amen de tener ese rollo auto referencial tan
grimoso que tienen todas las malas películas de última hornada, en esta ocasión,
tan reconocible y tan a boleo (mezcla referencias de los ochenta y los noventa, indistintamente), que
me siento, incluso, indignado durante su visionado: “Hellraiser”, “Scream”,
“Carrie”, “Leyenda Urbana”, “La matanza de Texas” (“Masacre en Texas 2” para
ser más exactos”) y, por supuesto, “Viernes 13” van circulando sin disimulo a
lo largo de la película. Unos guiños necesarios para ganarse a su estúpido
público, porque está claro que con el elemento natural de la película, no lo va
a conseguir.
Por lo demás, poca truculencia, aburrimiento, humor muy mal introducido e
imperceptible -de ese que está, pero que
no notamos porque no hace gracia- y sensación de que le estén tomando el pelo a
uno. Pero, sin duda, lo peor, es esa determinación de “Voy a hacer un musical
“Slasher”, pero que sea medio en broma, porque no tengo cojones (ni el talento)
de hacerlo totalmente en serio”. Una autentica lástima.
En el reparto, un puñado de adolescentes sin carisma y
“Crepusculeros” que son ya como fotocopias y protagonismo, casi absoluto, de
Meat Loaf que se marca algunos numeritos a una edad en la que ya ha perdido su
chorro de voz, y que interpreta al director de ese campamento de teatreros y
Minnie Driver, que ya tiene una edad, la mandíbula cada vez más grande, y ya le
cuesta que le den papeles mainstream.
Dirige, uno de tantos independientes del cine de terror de
la última hornada, pero esta vez, de los que no tienen talento (vamos, que no
es Ti West), Jerome Sable, que con un par de cortometrajes del mismo palo, la
mayoría de corte, también, musical, debuta en el largo con esta pedazo de
mierda, a la que le sigue uno de los capítulos de la aún inédita “The ABC´s of
death 2”.
Yo tras verla, la he borrado.