Eso si, la película entera es una idea de Miguel Bosé y unos
cuantos amigos progres.
Miguel es un joven que un buen día da una patada a una casa
abandonada, y una vez dentro se trae a sus amigos artistas quienes la
reformarán con el fin de convertir aquello en un centro cultural donde harán
teatro para el barrio, servicio de bar, etcétera. El como se desenvuelven en el
día a día, las disputas entre ellos, y, lógicamente, el como esquivan los
envites del ayuntamiento que les quiere desalojar, conforman el grueso del argumento. Obviamente, estamos
ante una película sobre ocupas de la época, finales de los setenta. Es decir,
hippies. Todavía no habían llegado a españa los movimientos punk y/o Sking
Head.
Un argumento extraño en una película de desarrollo lento, en
el que se imponen largos planos secuencia donde, claramente, los actores están
improvisando. Diálogos interminables en los que se apuesta por un estilo de
actuar “natural”, que es por el que abogan hoy en día todos esos actorcillos de
tercera que pululan por ahí, y que no les sale ni la mitad de bien que a Miguel
Bosé, Josema, Millán y Fernando. Míticos se me antojan esos monólogos de Miguel
Bosé con tantas frases que se nota que son de su cosecha. El delirio absoluto.
Pero aparte del extraño argumento ¿Qué pintan ahí Martes y
trece? Pues resulta, que si a día de hoy se trata del grupo cómico más popular
que existe en España, es gracias a Miguel Bosé, que estando desde sus inicios
en la cresta de la ola de la popularidad, un buen día vio al grupo cómico – que
eran tres- actuando en alguna parte y decidió que, a esos tres tíos tan
graciosos que había conocido, tenía que ponerlos en el mapa. Así que, si, Bosé
es el descubridor de “Martes y Trece” e intuyo que, siendo esta película al fin
de al cabo un caprichito de la estrella musical, a la hora de elegir a los
actores, incluyó como compañeros de reparto a su nuevo descubrimiento, sus
nuevos amigos: Millán Salcedo, Josema Yuste y Fernando Conde, que sin ser
todavía “Martes y Trece” en la película ya realizan, en lo alto del escenario
de la casa ocupa, alguna que otra actuación al estilo que les hiciera famosos.
No obstante, no quedaba mucho para que el grupo cómico se hiciera popular en televisión, lo que conllevó que
tras el estreno de la película en cines, en cuyo cartel no salían acreditados
como “Martes y Trece”, sino con sus nombres,
en posteriores ediciones del soundtrack o de la cinta en vídeo, ya si
aparecieran en el cartel como formación. Huelga decir, que todavía no eran
conscientes de la que se les avecinaba, y todo gracias al empeño de Miguel Bosé
en llevarlos al estrellato.
“Sentados al borde de la mañana con los pies colgando”,
supuso la primera aparación oficial del grupo, dentro de una pantalla.
A Josema Yuste, todavía le dio tiempo después de hacer otro
papel en la ignota “Cocaína” antes de dedicarse al 100% al grupo cómico por el
que hoy es famoso.
Junto a ellos, en el reparto, Quique San Francisco, LuisCiges o Fernando Colomo, improvisando todos como alma que lleva el diablo.
En cuanto a la película, salvo por estas curiosidades y por
el hecho de que improvisan todos que da gusto, es bastante coñazo e insufrible.
De hecho, en la época, aún contando con un valor en alza como era Miguel Bosé
como perpetrador y protagonista, la película pasó bastante inadvertida metiendo
en las salas poco mas de 120.000 espectadores, lo que para los tiempos que
corren, quizás sería un taquillaza, pero en aquellos tiempos, rara era la
película de corte popular que no sobrepasaba los 600.00 espectadores, cifra
esta que solo alcanzan hoy en día películas tipo “The Amazing Spider-man 2”.
Tras este inciso, decir que la dirección recae en manos de
Antonio José Betancor, director que tampoco es que se prodigara demasiado, pero
que dejó para el recuerdo clásicos de nuestro cine tan reputados como
“Valentina” o su continuación “1919 Crónica del alba”, películas ambas de las
que guardo un grato recuerdo. Y no dirigió mucho más depués de eso.
En definitiva, “Sentados al borde de la mañana con los pies
colgando”, no es más que un capricho burguesito de Miguel Bosé, que en su afán
de resultar moderno y revolucionario, ideó esta película de mensaje utópico y
comunista.
Por otro lado, decir que el desenlace de la película me
llena de hiralidad y de nostalgia, ya que este está rodado en los Castillos de
San José de Valderas en Alcorcón, que veo a diario durante mis paseos, y rodado
durante una época en la que estaban abandonados, y en la que cualquiera podía
pasar a su interior, prácticamente derruido, precisamente por no tener dueño.
Lo que evoca directamente a mi infancia en la que, con amiguitos del barrio,
explorábamos el interior de estos castillos. Pero la nostalgia no es suficiente
para juzgar benévolamente esta morralla.
Malísima… pero ignota.