Entrañable spot, que funcionó muy bien, y que convirtió al
perrito Cook, un pequeño Jack Russel
(como mi Palito), en toda una estrella, requerida en teleseries tales como
“Aquí no hay quien viva” o “La que se avecina”, dónde, como si de un actor más
del reparto se tratara, tenía un papel fijo.
Años después, a alguien se le ocurre la idea de hacer una
película con el Spot de la lotería como punto de partida, y con el perro Pancho
como total protagonista. Una película de corte familiar y sin mayores
pretensiones que las de entretener a chicos y grandes, con las excentricidades
de un perrito que tiene comportamientos humanos.
Pancho vive en su mansión derrochando su fortuna en
gilipolleces, pero su secretario personal, procura educarle para que no se
convierta en un perro mal criado y gastador. Y en una de estas, Pancho tiene
una reunión con un gerifalte del mundo del juguete que quiere convertirlo en la
imagen de un montón de merchadising. La cosa sale mal, y al cabo de un tiempo,
el empresario manda dos matones para
secuestrar al perro. Su secretario le suelta para que huya, y entre los malos
que le buscan y el secretario que también, el perro vivirá una serie de
aventurillas, para al final acabar la todo, como es de prever, de la mejor manera posible.
Bueno, una cosita entretenida para los niños, un poco mas
tediosa para los papás y en definitiva, cine de consumo rápido, inofensivo que
no llega a ninguna parte.
Al respecto solo diré, que el nivel actoral está por los
suelos; primero por lo malos que son sus
principales protagonistas, Iván Massagué (cuyo uso en las palabras de las
letras P y C, se convierten en horrorosa onomatopeya, precisamente, por querer
pronunciarlas a la perfección) y Patricia Conde (Ya ni siquiera una cara
bonita, la pobre) y segundo, por la desgana que destilan, sabedores ellos del
tipo de producto al que se enfrentan, secundados por el horripilante Armando
del Río, tan mal actor desde “Historias del Kronen” como de costumbre. No
mejora el resto del reparto. Nivel de implicación cero, porque, claro, esto no
es una película trascendente. Recogen el cheque y listo.
Por otro lado diré, que la historia está bastante poco elaborada
-pero claro, la cosa tampoco requiere algo más refinado- que el C.G.I. de
cuando el perro tiene comportamientos humanos es de lo más cutre y tristón y
que al final, lo único destacable de la película es el perro, que es bonito,
entrañable y, sin duda, mejor actor que cualquiera de sus compañeros. Y que
cualquiera de los spots precedentes, le dan mil patadas a la película.
No obstante, como producto comercial, la cosa, vistos los
tiempos que corren, no ha ido ni tan mal en taquilla, congregando 445.000
espectadores, lo que para una película infantil y española, está muy bien.
Dirige el experimento –no deja de serlo- Tom Fernández, que
ya dirigió películas más personales y genuinas de lo que yo entiendo por “cine
español” como “La torre de Suso” o “¿Para qué sirve un Oso?” que, lógicamente,
no obtuvieron el éxito de esta con este perrito tan mono.