Mas que por su trayectoria, Zabalza es popular –además de
por borracho y por cruzar la pista de baile de una discoteca simulando que
nadaba- por ser el responsable de una de las películas más zarrapastrosas de
Paul Naschy, “La furia del hombre lobo” de la que, dicen, su sobrino de 13 años
escribió algunos diálogos y en la que, además de aprovechar metraje de la
anterior “La marca del hombre lobo", vemos como el licántropo cambia de ropa de
un plano a otro ¡en la misma escena!. Aunque por otro lado, la mujer lobo
antagonista que nos ofrece esta película y con la que Naschy pelea, es de lo
más sugestiva y acertada, pero bueno, eso sería otra historia.
La mierda que nos ocupa cuenta la historia de una pareja de
amantes que se citan en un apartamento para follar. Él está casado y a ella parece asquearle el cuadro que tienen
ahí de “Saturno devorando a su hijo”. Tras media hora de conversaciones
intrascendentes de pareja, esta resulta ser una vampiro, que acto seguido le
muerde a él. Esto le cabrea mucho y la muele a palos hasta desfigurarla y
matarla. Se tira otro rato largo bajando el cadáver de la vampiro a la basura y cuando sube al apartamento,
ella está allí viva y se ponen a charlar como si tal cosa. A partir de
entonces, la película se vuelve un pifostio incomprensible en el que no sabes
si es que esto es una tomadura de pelo, o es que hay saltos temporales o es que
simplemente es así de chunga. Vamos, que a partir de ese momento no se sabe que
cojones pasa y además, él también se convierte en vampiro y la muerde a ella,
entre otras muchas incomprensibles cosas.
Siempre utilizo la expresión “Verla para creerla”. En esta
ocasión diré que, con esta, por más que la veas, no terminas de creértela. Tan
mala que parece una broma. Inenarrable. Y sin gracia, lo que la convierte en
una cosa única. Y si la película es para paladares finos, huelga decir, que lo
realmente interesante es la historia que hay detrás y por lo que realmente es
famosa esta película; Concebida con el
título de “El retorno de los vampiros”,
la película se rodó con tres cámaras en el corto espacio de tiempo de ¡Un día!
Con lo que se entiende perfectamente el desbarajuste, el que casi toda ella
esté rodada en un piso, que sea tan coñazo y que parezca que están improvisando
todo el rato. Estarían, efectivamente, improvisando. De hecho, su protagonista,
Simón Andreu, cuenta que ese método de trabajo era inusual, pero no
desconocido, ya que en televisión se trabajaba de esa manera. El caso es que la
película es tan mala, que no pudo conseguir licencia de distribución en 1972
hasta 13 años después, consiguiendo esa licencia en 1985 bajo el título de “El
misterio de Cynthia Baird”, pero estrenándose directamente en vídeo bajo el
título de rodaje, es decir “El retorno de los vampiros”. Un desbarajuste del
que he leído de todo, todo confuso y llego a la conclusión de que debió ser
como lo estoy explicando.
Por si todo esto fuera poco, se cuenta que los diez primeros
minutos de película se velaron, pero que igualmente los incluyeron en la
película (¡). Para aprovechar esos minutos, intercalaron estos momentos en
negro con escenas nuevamente filmadas en las que los protagonistas apagan la
luz y continúan hablando de sus cosas con la luz apagada, solución totalmente
estúpida porque ¡no había sonido directo y tenían que doblar los diálogos! Con
lo que esa solución se me escapa a todo entendimiento.
Todo esto que les cuento es harto interesante e insta a ver
la película, pero han de saber, que pese a esto, la película es lo más
insoportable que se puede uno echar a la cara. Lo que está muy bien en un
producto de estas características. Si fuera divertida, no sería la gran mierda
que hoy es. ¡Años deseando verla, para esto! En cualquier caso, para mí, el que
sea insufrible es un valor añadido.
En resumidas cuentas: Se trata de una película de una hora y
poco en la que la pareja protagonista habla y habla sobre gilipolleces y,
mientras, se convierten en vampiro, mueren, vuelven a convertirse, se atacan
entre ellos y al final sale otra pareja más madura que pone la guinda a una de
las películas más insoportables que he visto en mi vida.
Junto a Simón “Hagoloquemeechen” Andreu, tenemos a Susan
Taff (“El jorobado de la Morgue”, “Habla, mudita”) como su amante, María
Salerno (“Play boy en paro”, “Le llamaban J.R”) como su esposa cornuda y
Guillermo Méndez (“Un Vampiro para dos”, “Vivir en Sevilla”).
Zabalza rodó muchísimas ponzoñas, pero es popular por esta y
por la de Naschy.
Una pasada el saber que existen este tipo de productos. Y
verlos… aunque verlos sea otra cosa.