Hoy el primen álbum, el que todo el mundo tiene (yo guardo
ese álbum completo como oro en paño) es una pieza de coleccionista
cotizadísima. Debería serlo el segundo.
Esos cromos fueron polémicos a más no poder, siendo
prohibidos en mogollón de países, además de las consiguientes quejas por parte
de los padres de los críos que los coleccionaban. No era puritanismo, los
cromos eran realmente fuertes para los niños, pero nos encantaban.
El caso es que tal éxito, no se podía quedar únicamente en
los cromos, así que por un lado, se hizo una serie de televisión completamente
light, pero que, censurada en Estados Unidos, sin embargo aquí en el tercer
mundo si que se emitió, al menos en los canales autonómicos, y por otro, se
estrenó la película que nos atañe. Al tercer mundo llegó en formato vídeo.
“La pandilla basura” está considerada por la prensa
especializada (y esto incluye, que ustedes y yo podamos conocer, “Rotten
Tomatoes”) como la peor película de la historia, si bien no está ni considerada
como tal en las listas menos especializadas de pelis malas tipo “Worst Movies
Ever Made”, que dan más palos de ciego.
Por supuesto, como fan que yo era de los cromos, quedé
exhausto cuando descubrí, en uno de mis videoclubes habituales, que habían
hecho una película basada en los cromos, pero tras ojear la carátula, la cosa
tenía tan mala pinta que jamás la alquilé. No captó mi interés.
Casi treinta años después, veo, navegando por Internet, unos
fotogramas pertenecientes a la película y
me digo a mí mismo “¡Que coño! Me la bajo y me la veo”.
Y la mayor baza con la que contaban los productores, que es
vía libre –en el sentido de que son unos personajes de cromos que no tienen una
historia detrás- a la hora de elaborar el argumento. Pero claro, la falta de
ideas y de medios, dejaron toda esa creatividad de la que podrían haber hecho
gala en la cuneta, elaborando una historia de mierda para el público infantil
(se cuenta por ahí, que en un principio iba a ser una película de terror y que
la iba a dirigir John Carl Buechler. Ya le pega), que se tradujo en fracaso
taquillero y la indiferencia del público, incluso hoy, que tanto se reivindican
los productos de los ochenta, por el mero hecho de ser eso, de los ochenta (Aunque ahora llegan a mis oídos, que ya tampoco mola... puto fandom).
Y la cosa, naturalmente, no es para menos, pero uno está tan
acostumbrado ya a la cochambre, que no solo he encontrado la película
simpática, sino que incluso me ha hecho gracia. Tiene un par de elementos
estrambóticos que me han gustado.
Ahora, la historia, es una puta mierda: Por un lado tenemos
a la pandilla basura, un grupo de enanos cabezones y deformes que vomitan ,
mean, moquean y se tiran pedos, que llegan a la tierra, desde el espacio
exterior en su cubo de basura-nave espacial. Pasa el tiempo, y por otro lado,
tenemos a un niño que trabaja para un mago que vende antigüedades, donde se
encuentra el cubo de basura de los infraseres desde que estos llegaron, y queda
advertido el niño explotado de que no toque ese cubo bajo ningún concepto, ya
que es similar a la caja de Pandora. Obviamente, un incidente hace que este cubo
sea tocado y que se escapen los subnormales.
Este niño de no más de 12 años, es acosado y golpeado por un
grupo de “nuevaoleros”, que incluso llegan a intentar asesinarle (La pandilla
Basura le salvan, desafortunadamente), pero al chaval no solo parece sudársela,
sino que además, se siente atraído por una de las chicas de este grupo, aunque
esta le saque como 15 o 16 años. Esta chica además vende ropa popera en una
tienda clandestina, y el día que el chaval aparece en su tienda con unas ropas
ochenteras que han elaborado la pandilla basura, y las cuales dice que ha
confeccionado él, esta decide dedicarse a calentar la polla al crío (incluso,
le mete la lengua en la oreja) con el fin de que haga más ropa y poder
venderla. El muchacho pone manos a la obra a los deformes y le cosen una serie
de ropajes que le valdrán a la chica conseguir un pase de modelos. Mientras, La
pandilla basura hace travesuras por ahí (se van al cine, como los Gremlins, o
la lían en un bar, como los Gremlins) y los Post Punkis estos, al descubrir que
quienes se pegan la currada con los
ropajes son la pandilla basura, avisan a los responsables del hospicio ¡para
feos! del condado, para que, como si fueran perros rabiosos, los capturen y los
encierren en sus instalaciones. Y claro, habrá que rescatar a los freaks.
Que quieren que les diga, la película es un rato mala, pero
a mí, lo de la pederasta calentando al chaval a lo Demi Moore, o lo del
hospicio para feos, me parecen dos de las cosas más marcianas que he podido ver
en una película. Y me gustan ambas ideas.
En cuanto a los monigotes, los han elegido a conciencia; no
han escogido muñecos de aquellos que se arrancan la carne o se cortan los
brazos con un cuchillo en los cromos, no, han tirado solo por el lado
escatológico, y en la película, este se nos presenta solo en momentos puntuales para dejar clara la personalidad de
cada muñecajo y de forma completamente blanca. Y lo más importante y detestable de todo: en los cromos, todos
los personajes son niños, aquí los han convertido en adultos. Y eso que solo se
mean y se tiran pedos. Y conscientes sus perpetradores de que estaban ante un
material del todo transgresor y provocador, para que no se diga, al personaje
del lagarto (Ali Gator) le han colocado una tarterita en la que lleva ojos,
dedos humanos y demás extremidades amputadas, con el fin de darle el toquecito
gore, pero se nota tanto que esos órganos que el lagarto nos muestra, pero que
no llega a comerse jamás, son de goma espuma, que en ningún momento se crea un
efecto desasosegante.
Con una falta de medios más que palpable, y con un guión
elaborado por alguien con poquísimas luces (el propio director) la película,
además de estúpida, hace aguas por todas partes, con unos gags que no hacen
ninguna gracia, unos muñecos feos a más no poder y un deambular general que
resulta crispante, pero oigan, me hace gracia el berenjenal… es tan estúpida,
tan ñoña, es tan poco fiel al espíritu cruel de los cromos, que automáticamente
se convierte en una cosa extraña. Una rara avis, sin fandom que la defienda (es
más, solo encuentro detractores e insultos en torno a ella) que, aún viendo que
es una mierda, me he comido de principio a fin, sin pestañear y con una sonrisa
en los labios.
El reparto lo encabeza, como uno de los monstruitos, como no
podía ser de otra manera, el “Warwick Davis de la serie b” o lo que es lo
mismo, Phill Fondacaro, que se hace acompañar de más enanos no tan populares, y
se una serie de personas (porque llamarlos actores es una osadía) de tamaño
real, a los que no les he visto la jeta en mi puta vida, ni me voy a poner
ahora a trastear en el IMDB para ver que más cosas han hecho. Dan igual.
En cuanto al director, Rod Amateau, es un productor y
director de productos televisivos de más o menos renombre (es el responsable de
“Lío en la Universidad”, telefilme “Teenmoviero” al servicio de un Michael J.Fox pre “Regreso al futuro”) cuyo trabajo más destacable para el cine, es este.
Claro, que ya no volvió a dirigir cine hasta que murió.
Una película que, efectivamente, se merece el ser
considerada la peor de la historia. Si no lo es, está cerca de conseguirlo, y
solo por eso, ya se merece una consideración y por si sola, a mí me ha ganado.
No necesita del imprescindible “humor involuntario” de las películas malas, por
eso no la reivindican los lerdos amantes del cine “Trash”, porque se aburren.
Que coño sabrán ellos. A mí me parece toda una curiosidad.