El año pasado los Monty Python (los que quedan) hicieron un
último espectáculo en el O2 Arena de Londres que fue retrasmitido en directo a
cientos de miles de cines repartidos por todo el globo terráqueo. El titulo, con
ese “One down, five to go”, algo así como “Uno menos, quedan cinco”, hace
referencia y chanza con el fallecimiento en 1989 de Graham Chapman.
Tras llevar un porrón de años sin juntarse, y lo más que
probable, por la insistencias de Eric Idle (y digo esto, porque Idle es quien
se encargo de la confección de Spamalot, un musical inspirado en los gags del
grupo pero sin el grupo) se vuelven a reunir en este canto del cisne
rememorando algunos de sus gags mas míticos, video de sus viejos programas, aderezándolo
con las canciones más populares de sus películas y con algún que otro número
musical con un buen elenco de bailarines.
Esos momentos de baile son lo más flojo de toda la función,
debido a que aunque lleven letras de los Python, al no verles a ellos hacer el
ganso la cosa pierde fuerza. Cuentan como no puede ser de otra forma con las
simpáticas cortinillas obra de Terry Gilliam, así como con su actuación en
varios gags, que al igual que cuando eran jóvenes, sus momentos son breves y de
poco dialogo. Además varios famosos hacen cameos, el más reconocible es Stephen
Hawking que se ve como atropella con su silla a un científico que rebate los
datos que da la canción de la Galaxia Vía Lactea de El Sentido de la Vida. Otro
de los que aparecen es Mike Myers (Austin Powers, no el psicópata asesino)
quien hace reverencias a los Python sobre el escenario.
A estas alturas de la vida todos los integrantes del grupo
ya tienen las vidas más que hechas y rehechas, no necesitaban hacer esto para
comer, aunque el dinerito nunca viene mal, y se ve que ellos se lo han tomado
como una reunión de colegas. Sobre todo John Clesse, que no sé si es porque es
un despreocupado de la vida o porque empieza a tener principios de Alzehimer,
pero el jodido se pierde un par de veces en los sketches, aunque sabe salir muy
bien del brete simplemente diciendo que se ha perdido, lo que provoca la risa
del público y de sus propios compañeros. Hacen mención en varios momentos a
Graham Chapman, e incluso este aparece en varios videos.
Acaban el espectáculo con la canción que tienen que acabar,
no diré cual, pero entiendo que cualquiera que haya visto aunque solo sean las
películas de estos tipos ya saben cuál ha de ser. Y entonces te das cuenta de
que han pasado 2 horas y media, de las que solo quitarías alguno de los números
musicales y te quedas con ganas de que repitieran algún gag de Flying Circus
que no han incluido, pero claro, tampoco lo pueden meter todo. Como homenaje a sí
mismos y como recordatorio de que su humor sigue estando vigente (yo pensaba
que algunas cosas no me harían ahora gracia, y que va, me descojone de lo
lindo, puede que hasta más que entonces) es un obra más que destacable. Sobre
todo porque ellos mismos se han encargado de separar la paja, quitando los gags
que ni a ellos les parecen buenos, y dejando con los que de verdad te partes de
risa. Se supone que nunca más se volverán a juntar (por la edad y eso) así que
podemos decir eso de: ¡Monty Python ha muerto, Viva Monty Python!