Cuenta la historia de un sacerdote y una mala persona que
llegan, uno al cielo y el otro al infierno. Al sacerdote, Dios le concede 36
años más de vida, al tío malo, el demonio le encomienda una misión.
En la tierra tenemos a un individuo un tanto huraño que se
llama Bruce Lee –pero que, como el bien dice, ni siquiera sabe kung fu- que es
compositor: tiene en cartera una canción que revolucionará la “Nueva Ola”, y
por otro lado, está enamorado de una pizpireta jovencita. Tiene la mala suerte
de que la chavalita no le corresponde y de que su canción es robada por el
manager del cantante de moda, por lo que le joden la vida. No pasa nada, porque
pronto llegará el enviado del diablo para hacer que sus deseos se cumplan…
aunque algunos de ellos pueden salir rana y, en consecuencia, al final se las
tenga este que acabar viendo con el sacerdote.
Una película divertidísima con un ritmo frenético
apabullante que se acerca más al cartoon que al de la imagen real. Incluso, para potenciar ese ritmo, hay
momentos en que se modifica la velocidad de la acción, para que ese ritmo sea
más marcado.
Y con un desenlace completamente enloquecido –aunque eterno-
en el que se recrea, con demonios, una partida de “Space Invaders” el conocido
video juego de arcade de los ochenta.
De título original “Mo deng tian shi”,
internacionalmente tiene el chanante título de “To hell with the devil” (“Al
infierno con el diablo”) y en su reciente edición en nuestro país, se ha
bautizado con el título de “Exorcismo Infernal”.
Muy simpática, pero sin mayor
trascendencia.