Tan escaldado salí de ver “Las brujas de Zugarramurdi”-
junto con “Balada triste de trompeta” dos de las peores películas, no ya de la
carrera del director Bilbaíno, sino de la historia del cine, y quien diga lo
contrario lo dice por lameculismo o por confundir la velocidad con el
repugnante tocino- que a pesar de que me
agradaba la idea de visionar una película que significara la vuelta al cine de
Raphael, me tiraba para atrás que se tratara de una nueva película de Álex dela Iglesia. Pero aproveché que se producía “La fiesta del cine” para verla. Por
2, 90, si no me gustaba, siempre podía abandonar la sala dedicándole una
morcilla a la pantalla (como hiciera en su momento Aratz con “Los Ángeles de
Charlie”). Y al final me ha gustado la película lo suficiente como para verla y
luego, sin más, irme a mi casa a hacerme una pajilla rutinaria. Lo que
demuestra lo terriblemente irregular que es Álex de la Iglesia. Porque de la Iglesia tiene muchos mamporreros y a
poco que haga ya van a ascender a los cielos su trabajo, cuando en realidad
hace unas mierdas estratosféricas. Pero de entre esas mierdas terribles, de vez
en cuando hace alguna película que al menos está entretenida; en los últimos 10
años, solo “La chispa de la vida” y esta
me parecen medio potables; el resto y lo pongo con mayúsculas PUTA MIERDA,
señores míos. Pero centrémonos en la que nos ocupa, que está simpática ¡qué
carajo! Siendo totalmente justo y objetivo, ya que De la Iglesia es un director
que me cae medio gordo, y siempre deseo que sus películas me repugnen.
También es cierto que el cineasta ha sabido crearse un sello
identificatívo y un universo propio; teniendo esto en cuenta, Álex nos propone
una comedia coral, un émulo del cine de Luis García Berlanga versión destroyer,
con unas sutiles pinceladitas a lo Almodóvar , en la que introduce todos los
elementos cañís y toda la violencia que haga falta para cubrirse las espaldas
ante los dos nutridos grupos de fans con los que el director cuenta; por un
lado, los descerebrados fans del gore consecuencia del boom de los 90 y que se
engancharon al rollito de la Iglesia con “El día de la Bestia”, y los
matrimonios de entre 50 y 70 años que se engancharon a su cine con “La
Comunidad”. Para más inri, también tiene algo
de “Muertos de Risa”, para enganchar a esos pocos que nos gusta esa
película. Entonces, con todos esos ingredientes, nos cuenta la historia de
varias personas, personal de figuración, presentadores y técnicos, que se
encuentran encerrados en un set de televisión grabando el especial noche vieja
2016, mientras que en el exterior hay una serie de violentos disturbios
consecuencia de una –no nos queda claro del todo- huelga. Entre todos ellos,
además está infiltrado un fan de la estrella mundial Alphonso (Raphael, claro)
cuya misión es matarlo durante la actuación de este en la gala.
Bien, pues me parece un proyecto muy difícil de rodar y
coordinar del que ha salido airoso, dándole un ritmo endiablado a un producto
que corre el peligro de aburrir (ya saben, un grupo de gente encerrado en un
lugar) que entretiene todo el raro que tiene momentos antológicos, que además,
en ningún momento deja de ser un película de Álex de la Iglesia. Y luego tiene
a esa enorme baza que es Raphael, cuya
presencia se antoja lo mejor de la película, tan solo porque es Raphael autoparodiandose. La gracia está en que se
nos presenta como un ser despiadado y megalomaniaco que no duda en hacerle la
vida imposible a su hijo, que trabaja para él, no vaya a ser que “trepe y trepe
hasta desbancar a su padre, como hizo Enrique Iglesias”, se atreve a decir en
la película. La entrada en escena de Raphael
en el film, que nos lo presenta como una especie del Darth Vader del
mundo de la canción, es poco menos que memorable.
Así que en definitiva la película está muy bien, entretenida
y simpática con momentos verdaderamente hilarantes.
Pero en la parte negativa, que dirían en el “Un, Dos, Tres…
responda otra vez” que tanto inspira a este director – ¿Qué pensaban? ¿Qué se
iba a ir de rositas?-, me parece de muy poca vergüenza hacer una película que
no deja de ser una crítica mordaz al mundo de la televisión, mostrándonoslo
como un universo corrupto y desperado (¡Ja! Como si el del cine español no lo
fuera…) y hacerlo contratando a la plana mayor de actores de teleseries de éxito
(solo falta Paco León para que esté ahí todo “Aída”) que trabajan para
productoras, esnifan con sus jefes y pisan al compi (Edu García dixit entre
lineas) similares al “Media Frost” (en alusión a “Media Pro”) que despedaza en
su película.
Pero ciñéndonos a lo estrictamente artístico, me da más
vergüenza todavía, que en su reparto, habiendo actores más o menos solventes, a
la gran mayoría de los que intervienen en “Mi gran noche”, no se les entienda
ni una sola palabra de sus diálogos compartiendo plano con otros que, como
Pepón Nieto –que aquí está estupendo- , merecen una mayor suerte.
Y ya para terminar,
decir que le edición de audio, en lo referente a las escenas de diálogo de
Raphael –intuyo que como buen divo, no se aprendió los textos más largos y rodaban
a cachos sus frases- es tan cutre, tan cutre, tan cutre, que siendo una
producción profesional de más o menos gran presupuesto, el que se noten los
corte de audio a cada cambio de plano del divo, nos lleva a comparar esta obra
con la más feróz producción amateur, en lo que a estas escenas se refiere.
Ahora bien, ver a Raphael interpretan “Escandalo” en
pantalla grande, es toda una gozada, por mucho que odies a Raphael o no
comulgues con su música.
Pero Veeenga … está entretenida, simpática y se deja ver.
Para ir a ver en familia estas navidades (si aguanta en cartel) ideal.