Me parece especialmente cínico, e incluso preocupante, lo de la etiqueta feminista. Más cuando se hace desde una óptica abiertamente positiva (la solución para todo = cortar pollas!!). Eso sí, al macho bigotudo o legañoso que dispara sobre los agresores de su familia lo llamaremos fascista. Claaaaro. En mi país machismo y feminismo terminan en ismo, y los ismos, como los extremos que se tocan, significan lo mismo.
El caso es que “La violencia del sexo” generó, imitaciones aparte (como ese “Venganza Desnuda” de Cirio H. Santiago), una pseudo-secuela tardía de idéntica trama, con la misma protagonista y grabada en maravillosamente costroso vídeo de los 80 por el incapaz de Donald Farmer. Así como un remake decente que esputó sus propias secuelas. Todo eso está muy bien, pero a mí me la trae bien floja. Básicamente porque cuando en su época vi “La violencia del sexo” me pareció un rollazo de tomo y lomo. Además de que me decepcionó en cuanto a violencia se refiere. Esperaba bastante más, la verdad.
También es cierto que tal vez debería darle una segunda oportunidad. No la he vuelto a ver desde entonces y creo, solo creo, que me la zampé en versión original sin subtítulos. Y entonces dominaba menos el idioma de Peter Kramer.
El caso es que localizar los fotocromos de su estreno en España (concretamente en Sitges, en el Cine Retiro) fue toda una inesperada sorpresa, para mí y para Alex Gardés, que como siempre tuvo el detalle de prestármelos. Y aquí los tienen, en toda su crudeza y cutrismo. Destacan, como ya era un clásico en la época, esos cuadritos puestos ahí para censurar las vergüenzas de los cuerpos desnudos, que van de los pezones y el felpudo al ojete.
Tal vez el cuadrito se lo tendríamos que poner a su director, Meir Zarchi, por haber hecho "La violencia del sexo", ¿o no?.