Así, gracias a la saga de “Loca Academia de Policía”,
Michael Winslow se hizo terriblemente popular en ese país, y mientras que en
los USA Winslow se tenía que conformar con interpretar a Jones en cada una de
las distintas entregas de la saga, en Alemania tenía la oportunidad de
protagonizar películas en las que él era la absoluta estrella. Así mismo, Bud Spencer, Italiano de nacimiento, triunfó de lo lindo en el país de los
Bratwurst, así que llegaron los dos actores extranjeros a protagonizar una
serie de telefilmes para las audiencias bávaras; “Extralarge” se titulaba
aquella serie.
No obstante, protagonizadas por Winslow, sonadas son las dos
películas de “Locos novios para Rosi” que llegaron a los videoclubes de la mano
de extrañas distribuidoras que, especializadas en exóticas propuestas, también
lanzaron alguna que otra cinta Asiática de Chuck Jeffreys -ya saben, el artista
marcial que se parecía un poco a Eddie Murphy- y por lo tanto, intentaron
colarnos en alquiler algunas de sus películas como si fueran una más del
comediante Afro-Americano.
Esta misma distribuidora editó la que sería la menos famosa
(menos todavía) de las películas que interpretó Michael Winslow en Alemania, y
que, fiel a esa idiosincrasia de la que antes hablaba, completan el reparto con
las presencias de Tatjana Simic, Holandesa, popular en Alemania gracias a “Unafamilia Tronada”, Zachi Noy, Israelí, popular en Alemania gracias a la saga de
“Polo de limón” y dando el toque internacional, pero autoctono, David Hasselhoff, volvería a la madre patria para aparecer en esta película: “Starke
Zeiten” que llegó a nuestro país con el horroroso título de “Ríete como puedas”
y que recuerda por momentos a una película de Summers, mezclado con capítulos de
“Arévalo & Cia”.
Se trata de una película de capítulos independientes y
autoconclusivos, cada uno de ellos dirigido por un director distinto y con una
de estas estrellas internacionales protagonizando cada uno de ellos. Y aún
siendo Hasselhoff la presencia más destacada de aquella película de 1987, la
que se nos vende como estrella, es Michael Winslow que protagoniza el último capítulo por aquello de que “lo
bueno se hace esperar”.
Entonces, cuando me hice con una copia, decidí verla por
mera curiosidad, pero concienciado de que esto podía ser un ladrillo del
quince. Sin embargo, una vez comenzada la película, lo cierto es que se trata
de una película, tontorrona, blanca, inocua, boba e inofensiva, y de un
sorprendente bajo presupuesto que sin embargo, por su estructura –capítulos de
entre 10 y 12 minutos, salvo el de Winslow que dura casi 20- resulta una cosa
la mar de entretenida. Rodados los capítulos entre Munich y ¡Las Islas
Canarias! destacan los capítulos para
lucimiento de estas estrellas internacionales, por lo que en la de Tatjana
Simic, esta deberá irse de viaje a Canarias con un tirolés que ha conocido en
uno de esos programas para conseguir pareja y que, a priori, no le hace mucho
tilín. En la de Zachi Noy, este se quedará desnudo fuera de su casa al dejarse
por error la llave dentro, lo que originará toda una trama de vodevil con Noy
debajo de la cama de una señora que hace el amor con sus diferentes novios,
mientras que la protagonizada por David Hasselhoff nos cuenta como este
aficionado a la química, inventa una pastillita que convierte el agua en
gasolina con la consiguiente catástrofe monetaria que supone eso para los
países árabes, que querrán hacerse con la pildorita a toda costa.
La guinda final la pone Don Michael Winslow en una rara historia
en la que será adoptado por una rubia Alemana por error, creyendo esta que
adoptaba un niño, y no un negro con pelos en los huevos. En cualquier caso, una
excusa como otra cualquiera para que Winslow haga su recital de ruiditos
habitual, por los que es famoso en el mundo y más en Alemania.
Hay dos historias más, incluso superiores a estas que les
cuento, pero, al tener actores autóctonos desconocidos para mí, las dejo en un
segundo plano, animándoles a que consigan la película y la vean, porque, para ser
lo que es, la verdad es que se pasa un buen ratillo, y se disfruta más allá del
exotismo que nos ofrece la propuesta.
De los directores, a los que su puta madre conocerá, ya
hablamos otro día.