En “Sanky Panky 2”, se sigue jugando con la idea de que el
Dominicano medio, para prosperar un poco, lo único a lo que puede aferrarse es
a la prostitución, al hecho de pegar el
braguetazo con alguna mujer Europea o Norte Americana, que les saque de la miseria
en la que están inmersos –lo que deja la dignidad, al menos de los personajes,
por los suelos-. Así que nuestro
protagonista sigue trabajando en el resort, a la espera de trincar una
extranjera rica. En una de estas, que el director del resort le indica que
tendrá que hacer las veces de asistente de un cliente muy importante,
Italo-latino, que está de vacaciones con su familia y de él depende su futuro.
Este le encomienda los cuidados de su mujer, hijas y suegra, advirtiéndole que
deberá cuidarlas al máximo, acarreando él con las consecuencias si les
ocurriera algo. En realidad lo que pasa
es que quiere, con oscuros fines, quitarse de encima a la suegra, y nada mejor
para conseguirlo que la ineptitud de nuestro protagonista.
Pues con “Sanky Panky 2” pasa lo mismo que pasa con todas
las películas de cualquier cinematografía emergente; que una vez descubiertas,
lo que viene después deja de sorprendernos, porque una vez superado lo exótico,
estamos ante un producto mediocre.
A eso hay que añadirle que la película no tiene la gracia
que pudiera tener el primer “Sanky Panky” y que al final, no deja de ser una
mala repetición de aquella. Mejor dicho, una muy mala repetición de aquella.
Además hay que añadirle unos numeritos musicales de insoportable música caribeña,
que no vienen en absoluto a cuento. En definitiva, una mierda de película.
Sin embargo, el público Dominicano esperaba esta película
con ganas, de hecho, se coparon todas las salas de cine de la Republica
Dominicana, batiendo el record de taquilla con una producción propia. Algunos
multicines proyectaron la película en el 90% de sus salas, y se convirtió en la película más taquillera
del a historia del cine dominicano, siendo además la primera película que se
exporta, estrenándose en cines de Puerto Rico. Lo que está muy bien.
Pero, a nivel espectador –espectador inquieto, se entiende-,
yo creo que ya muy poco tiene que ofrecerme el cine Dominicano, más allá de la
fascinación que me provocó el
descubrirlo, y el saber que es una nueva cinematografía que nace en
consecuencia de la era digital. No obstante, me asomaré a la ventana, de cuando
en cuando, a echar un ojo.
En esta ocasión sigue
dirigiendo José Enrique Pintor.