viernes, 1 de abril de 2016

AMERICAN GIGOLÓ

“American Gigoló” es una de esas películas emblemáticas de los ochenta –emblemática además de por los valores comerciales que todos conocemos, por poner en el mapa tanto a Richard Gere, aún desconocido, como a la marca de Giorgio Armani – que sin ser un auténtico bombazo de taquilla (en españa apenas reunió 400.000 espectadores), si que se ha granjeado, a posteriori, cierto culto. Hasta el inefable Rob Schneider en su “Gigoló” osó parodiar a Richar Gere haciendo pesas colgado del techo. Conocida por todos es su eléctrica banda sonora a cargo de Giorgio Moroder  y su póster es todo un símbolo del cine de los ochenta menos amable y nostálgico. Sin embargo, y desconozco los motivos, yo nunca había visto “American Gigoló”. Hasta hoy.
Cuenta la historia de un Gigoló de Beverly Hills, que presta sus servicios sexuales a toda suerte de señoras maduras, entradas en años y sobradas de millones. En una de estas, su “Chulo”, le consigue un trabajo en el que tendrá que follarse a una mujer delante de su marido, con tan mala suerte que esa misma noche, ella acaba asesinada de manera violenta. Entonces, a la par que el Gigoló se enamora de la mujer del senador, un detective iniciará una investigación para con nuestro hombre, la cual parece indicar que el culpable de dicho asesinato es él. Intentando demostrar su inocencia, no hará más que  complicar las cosas.
Estamos en 1980 y el cine de la anterior década, tan frío, tan serio y tan cojonudo por otro lado, está dando sus últimos coletazos; las superproducciones palomiteras , Spielberg, Lucas y demás ralea, vienen pegando fuerte y le van a dar la vuelta a la industria como si de un calcetín se tratara, y justo en esa transición se encuentra “American Gigoló”, escrita y dirigida por Paul Schrader, que tras hacerse el guion de “Taxi Driver” y dirigir dos películones como son “Blue Collar” y “Hardcore: Un mundo oculto” entra en los 80, como director, en el peor momento posible. “American Gigoló” es una película que bebe del cine recién muerto, justo en un momento en el que se pide todo lo contrario. Al ser una película de estudio, esta abandona toda sordidez y mal rollo en pro de un estilo más aséptico que ya venía estilándose en otras producciones, por lo que la culpa de que “American Gigoló” no sea una de esas películas memorables y perturbadoras, la tiene, exclusivamente, el cambio de década.
Y es que sin que sea una mala película, que en absoluto lo es, si que se ve claramente que Schrader se está mordiendo la lengua, que no puede contar la película como a él le gustaría, porque los estudios ya no quieren eso. Entonces, estando entretenida,  si que notamos que es una película terriblemente contenida que, por otro lado, esa misma contención, impide que las dos tramas principales, la de la vida de Richard Gere como puto, y el asesinato del que le acusan, avancen debidamente, quedándose la película a medio camino de todo y en tierra de nadie. Da la sensación que es más importante el lanzar una banda sonora reconocible y bailable o el darle al asunto una ambientación pop, que el ejecutar la película como está mandado, que seguro, era más oscura y deprimente el en guion de Schrader. Y con todo, el sello de autor se ve por todas partes, eso si, y como ya he dicho antes, de manera contenida.
Al final “American Gigoló” resulta una película rara y totalmente desubicada que, sin embargo, se deja ver. Pero los 80, le sentaron muy mal a la película, y por ende, a un tipo tan de la generación del nuevo Hollywood como Paul Schrader.
Eso si, “American Gigoló” aportó notoriedad a Richard Gere, que por aquél entonces no era todavía la estrella que llegó a ser. Y fue elegido para la película tras las negativas de Christopher Reeve, que cobraba un pastón, y John Travolta que se negó en rotundo a interpretar a un puto. Mejor para Gere, que de aquí iría directamente a protagonizar “Oficial y Caballero”.