Cuenta la historia de un Gigoló de Beverly Hills, que presta
sus servicios sexuales a toda suerte de señoras maduras, entradas en años y
sobradas de millones. En una de estas, su “Chulo”, le consigue un trabajo en el
que tendrá que follarse a una mujer delante de su marido, con tan mala suerte
que esa misma noche, ella acaba asesinada de manera violenta. Entonces, a la
par que el Gigoló se enamora de la mujer del senador, un detective iniciará una
investigación para con nuestro hombre, la cual parece indicar que el culpable
de dicho asesinato es él. Intentando demostrar su inocencia, no hará más
que complicar las cosas.
Estamos en 1980 y el cine de la anterior década, tan frío,
tan serio y tan cojonudo por otro lado, está dando sus últimos coletazos; las
superproducciones palomiteras , Spielberg, Lucas y demás ralea, vienen pegando
fuerte y le van a dar la vuelta a la industria como si de un calcetín se
tratara, y justo en esa transición se encuentra “American Gigoló”, escrita y
dirigida por Paul Schrader, que tras hacerse el guion de “Taxi Driver” y
dirigir dos películones como son “Blue Collar” y “Hardcore: Un mundo oculto”
entra en los 80, como director, en el peor momento posible. “American Gigoló”
es una película que bebe del cine recién muerto, justo en un momento en el que
se pide todo lo contrario. Al ser una película de estudio, esta abandona toda
sordidez y mal rollo en pro de un estilo más aséptico que ya venía estilándose
en otras producciones, por lo que la culpa de que “American Gigoló” no sea una
de esas películas memorables y perturbadoras, la tiene, exclusivamente, el
cambio de década.
Y es que sin que sea una mala película, que en absoluto lo
es, si que se ve claramente que Schrader se está mordiendo la lengua, que no
puede contar la película como a él le gustaría, porque los estudios ya no
quieren eso. Entonces, estando entretenida,
si que notamos que es una película terriblemente contenida que, por otro
lado, esa misma contención, impide que las dos tramas principales, la de la vida
de Richard Gere como puto, y el asesinato del que le acusan, avancen
debidamente, quedándose la película a medio camino de todo y en tierra de
nadie. Da la sensación que es más importante el lanzar una banda sonora
reconocible y bailable o el darle al asunto una ambientación pop, que el ejecutar
la película como está mandado, que seguro, era más oscura y deprimente el en guion
de Schrader. Y con todo, el sello de autor se ve por todas partes, eso si, y
como ya he dicho antes, de manera contenida.
Al final “American Gigoló” resulta una película rara y
totalmente desubicada que, sin embargo, se deja ver. Pero los 80, le sentaron
muy mal a la película, y por ende, a un tipo tan de la generación del nuevo
Hollywood como Paul Schrader.
Eso si, “American Gigoló” aportó notoriedad a Richard Gere,
que por aquél entonces no era todavía la estrella que llegó a ser. Y fue
elegido para la película tras las negativas de Christopher Reeve, que cobraba
un pastón, y John Travolta que se negó en rotundo a interpretar a un puto.
Mejor para Gere, que de aquí iría directamente a protagonizar “Oficial y
Caballero”.