Siempre he considerado a Rob Zombie una mezcla entre el odioso Quentin Tarantino y el acabadísimo Tim Burton. Del primero toma esa cansina tendencia a "homenajear a través del hurto" a base de recrear y chupar del cine de los 70, sobrecargar las tintas con estirados y forzados diálogos macarras y rescatar a actores olvidados de aquellos tiempos. Del segundo, la manía de agotar los sentidos a base de un diseño de producción saturante y descontrolado. Por eso, la mayoría de sus películas (las de Burton y las de Zombie) son bonitas y espectaculares obras vacías. Todas salvo "Los renegados del diablo", que para algo es su trabajo más terrenal y soportable. O puede que "Halloween 2", que no porque sí es su peli más detestada (y donde, al contrario de lo expuesto, logró algo diferente pasándose muy sabiamente las normas del slasher por el forro).
Pero el resto... pues eso, mejunjes repletos de referencias, muy bellos pero previsibles. Quizás el más llamativo en ese sentido sea "Lords of Salem", una peli pretendidamente valiente pero, en esencia, sin alma y muy aburrida. Otra de las cosas malas del cine de Rob Zombie la tenemos en el hecho de que todas sus estridencias son tan premeditadas, pensadas y paridas únicamente para ser el más "cool" de la clase, que carecen del elemento del que, se supone, presumen. Algo que también vemos, y mucho, en su más reciente aportación, "31", medio financiada a base de crowdfunding y con muchas expectativas generadas a causa de sus espectaculares diseños que, sí, están todos en la peli... pero se quedan en eso, cosas que entran por los ojos, porque en lo narrativo es más de lo mismo. Solo que, por esta vez, el resultado está bastante consumible.
Lo que cuenta "31" lo hemos visto en unas cuantas otras pelis, destacando entre ellas el "Perseguido" con Schwarzenegger. Un grupo de personas son encerradas en un espacio en el que serán cazadas por asesinos para mayor gozo de una audiencia sedienta de sangre. Los primeros, como no podía ser de otro modo viniendo de su director, son una panda de hippies setenteros (la peli está ambientada en esa época) que dicen muchos tacos, son un poco golfos, sudan mogollón y levantan polvo con su furgoneta (todo muy "La matanza de Texas", film este del que vamos y venimos varias veces a lo largo de la proyección). Los segundos son una serie de tipos caracterizados grotesca y ridículamente, dignos de ser empaquetados en su respectivo blister (cosa esta que, en parte, es ya una realidad). El enano ataviado de Hitler que habla en "casteshano". Los payasos con sierra mecánica. El germano alto y desgarbado de largas chollas. Y, por supuesto, el mejor y más malo de todos, aquel con el que Rob Zombie logra, este sí, algo realmente carismático. Tal vez, justamente, por ser el menos exagerado del pack. Claro, semejante material obnubila a los gacetilleros ignorantes que corren a soltar palabras como "bizarro" o "trash", sin percatarse de la ubicuidad de todo ello y de que, en definitiva, están picando y haciéndole el juego al cineasta. Y los terceros... pues otro cliché más: Ricachos que pasan el finde jugando con vidas ajenas y apostando grandes sumas de dinero porque se aburren. Ya saben, los pobres son los buenos y los adinerados los malos... aunque dudo que Rob Zombie viva en una chabola.
La peli arranca bien, con una secuencia en blanco y negro en la que conocemos al asesino más chungo de todos, Doom-Head. Pero luego ya nos metemos en terreno Zombiano: imágenes en súper 8, diálogos barriobajeros de baratillo, chanismo de manual, muchos tacos, etc, etc. Los hippies protas son secuestrados y soltados en una fábrica abandonada para que comience el juego. Aquí fue cuando me desesperé, pensé "joder, ¿y esto va a ser el resto de la peli?, ¡que rollo!". Sin embargo, y contra todo pronóstico, aunque "31" no sale de esos esquemas ni por un instante, Rob Zombie logra que la cosa no sea demasiado aburrida, goce de cierto ritmo, sus pequeñas dosis de suspense y emoción y, en fin, que llegamos al final sin habernos arrancado la piel empujados por la desesperación. Supongo que ayudan y mucho los asesinos, ni que sea por ver con qué locura te sorprenderán. Y por verlos caer con ira y truculencia... porque, afín a las normas del Hollywood actual, cuando se trata de sangre, el tema se torna especialmente gráfico si hablamos de los malos... cosa esta que no se da tanto en el caso de los buenos. Curioso.
En el camino tenemos algunos de esos "plagios disfrazados de homenaje" habituales en el cine de Zombie, por ejemplo el cadáver oculto bajo el mantel, igual que ocurría en "The Rocky Horror Picture Show" (de la que Rob Zombie es reconocido admirador) y el más llamativo, hacia el final escuchamos un tema musical que recuerda mucho... o demasiado, al central de "La Niebla", la de John Carpenter, lo que no deja de ser gracioso porque, recientemente, el veterano director dijo de Zombie que era una "pedazo de mierda". ¿Qué dirá cuando se entere de tal mangoneo?.
En cualquier caso, y como decía antes, "31" es bastante mundana, tópica, previsible, algo hipsteriana... pero también es lo suficientemente entretenida, y goza de los suficientes elementos llamativos, como para no tener que tirar de la cadena al acabar.