
Una especie de investigador llega a la conclusión de que la mujer a la que están dando el último adiós en un funeral es una licántropo. Así que, tras la noticia, la hermana de la muerta y su maromo se
van con el tipo este a Rumanía con el
fin de cargarse a una jamona (Sybil Danning) que responde al nombre de Stirba,
quien se saca las tetas cuando le viene en gana, y es la jefa de todos los hombres lobo. Entre tanto, la banda new wave “Babel” toca su canción, y
los punks arrasan con todo a su paso, o
regalan gafas de sol fardonas a Christopher lee.
Eso es lo que alcanza a comprender mi cerebro para construir
una sinopsis de “Aullidos 2”, “Your sister is a werewolf” como subtítulo de
algunas versiones o “Striba, The Werewolf Bitch” de otras.
Basada chabacanamente en la segunda novela de las tres que
componen “The Howling” y rodada en Checoslovaquia, este pedazo de mierda sigue,
por los pelos, el argumento que dejó la de Joe Dante y viene dirigida por Philippe Mora, quien también se encargó de “Aullidos 3”.
Cuentan que como “Aullidos 2” se
filmó en co-producción con Checoslovaquia, el equipo andaba hasta las trancas de autóctonos desconocedores de cómo afrontar la confección de una película. Concretamente, la ineptitud del que le tocó a Mora como asistente de director afectó tanto a la película que se nota en
pantalla. Y vaya si se nota, lo que no sabemos es si culpar al checoslovaco o se trata de una excusa barata inventada por Philippe Mora.
La presencia de Christopher Lee es meramente
alimenticia y por poco no se nos convierte en un John Carradine más. Él mismo aseguraba que esta era su peor película.
Pero la verdadera protagonista de “Aullidos 2” es la
secuencia de créditos finales, donde vamos viendo, entrelazadas entre si, tomas
falsas, la actuación del grupo “Babel” y, al ritmo de la música, una y otra
vez, con cada golpe de batería, las ubres de Sybil Danning, cuyo arrogante y
agresivo destete, repetido en esta secuencia hasta 18 veces, da lugar a pensar que se
están mofando de ella, y de la propia película. A saber. Cosa de los
montadores, o de Mora, o de su putísima madre.
Así pues, resulta un producto simpático, un despropósito
calamitoso en el que nunca sabemos lo que pasa, y en el que además de punks podemos ver enanos, despelote, negras y hombres lobos que atacan en exteriores
diurnos desde estudios con fondos negros. ¡Véanla!