Con deliciosa escoria ochentera hemos topado, amiguitos.
"Jóvenes Guerreros", “Young Warriors” in the USA, daba lustro a los estantes de muchos de los video-clubs que solíamos alternar siendo jovenzuelos (cortesía de "CB Films"). Una película dirigida nada menos que por el tipo que tuvo la maravillosa osadía de parir ese icono del "trash" que es "No vayas cerca del parque", Lawrence D. Foldes, el típico filmmaker que solo podía existir en los 70 y 80, cuando el cine de baratillo abiertamente costroso tenía su propia parcela. ¡¿Se podía pedir más?!. Sí, que la distribuyera la "Cannon". Y así fue, una excusa perfecta para que Menahem Golan y Yoran Globus situaran su nombre bien gordo antes del fucking título. Ya estamos todos.
En su intento por aferrarse a las modas propias del cine juvenil de su década, "Jóvenes Guerreros" arranca como una puta comedia "teen" estilo "Porky´s", con chistes malos, humor cafre y novatadas y, de pronto, se convierte en una peli de justicieros. De hecho, el momento es increíblemente corta-rollos, porque muta mediante cruda violación. ¡Hala, toma!. Una vez esta se ha producido, el humor voluntario que no hacía gracia desaparece y entra en escena el humor involuntario, que sí hace gracia. Y no poca.
Sí compañeros, "Jóvenes Guerreros" es "mala pero divertida". Y es otra cosa más, una historia moral pero con espíritu exploitation. Un dramón con intenciones sermoneadoras pero que usa las mismas tácticas que un "El Exterminador", un "Calles Salvajes" o un "El justiciero de la noche". Pura y descojonable contradicción. Como si a "John Matrix" le hubiese entrado el telele después de arrasar con los malos en "Commando" y se sintiera culpable, lo que obligaría a Schwarzenegger a mostrar un registro dramático que, en fin, no era su fuerte.
Para comenzar el grupo de protagonistas son unos chavalotes sanos, fornidos, guapos y rubios. Es decir, lo que generalmente serían los malos en una comedia universitaria, solo que estos resultan ser mega-majos y "buenchas", incluso se preocupan por las posibles consecuencias dañinas de sus novatadas. Encima, tienen un perro al que le ponen un pañuelo en el cuello y gafas de sol. El líder de todos ellos es el más atípico, básicamente porque, a pesar de su aspecto, de su -mal- gusto vistiendo (acorde a las peores modas del momento) y de lo poco que encaja en el rol, gasta aspiraciones artísticas. Hace... ¡cortos de animación experimental!. Toma geroma. Y no demasiado malos. De hecho, estas obras son fiel reflejo de lo que hay en su escueta mente. Desde el momento en que asistimos a la violación de la que es su inocente hermana pequeña, el pimpollo comienza a obsesionarse con la venganza, de modo que sus cortos se van volviendo más y más agresivos, para mayor ofuscación de su profe.
Pues eso, que el chaval solo vive para localizar a los agresores y exterminarlos a todos. Estos, claro está, son lo opuesto a él y su clan: sucios, gordos y vestidos según los cánones de alguna tribu urbana de esas con gusto por el “color” negro y las calaveras.
Pero ¿qué pasa?, que mientras no los encuentran, los chicos rubios y de ojos claros pasan el rato haciendo el justiciero por las calles de la urbe a puñetazo limpio primero y a tiros después. Uno de ellos se agencia material militar, armas incluidas. Así que salen a patrullar juntos vestidos de caqui y armados hasta la sobaquera. Joder, si incluso atavían al perro adecuadamente con su pañuelo militar y demás.
De mientras, la novia del prota se amarga mucho la vida, sobre todo cuando él la rechaza con violencia y le dice que se busque a otro para que la monte. Un momento francamente hilarante... de los muchos que hay.
Total, que el comando amateur pierde los papeles y un día acuden a un atraco en un establecimiento y vacían los cargadores sobre dos manguis. Pero vamos, que los cadáveres ya están en el suelo y nuestros muchachos siguen dándole al gatillo y gritando como locos. Eso sí, todo a cámara lenta, que chana mucho. Sin embargo, resulta que los fiambres eran dos teenagers con inofensivas pistolas de plástico. La culpa comienza a atormentar al clan, así que su líder hace lo lógico... ¡se va de putas!. Es justo entonces cuando aparecen los violadores, y se arma una escabechina muy divertida y espectacular a base de tiros en la que muere hasta el apuntador.
Bueno, casi... que queda sitio para una última lección de moral. Muy explosiva.
En el reparto destacan unos cuantos nombres bien curiosos. Los veteranos y prestigiosos, cuya función es secundaria, por caché salen los primeros, Ernest Borgnine y Richard Roundtree. Al prota le da vida nada menos que James Van Patten, perteneciente al infinito clan de los Van Patten (con su famoso padre Dick, de "Con 8 basta", su hermano Timothy, el malo de "Curso 1984" -hoy respetado director de series- y el otro hermano, Vincent, que actuaba en "Noche Infernal") y que gasta un careto de "Ken" de la "Barbie" tan gracioso, ahí con mandíbula cuadrada, que cuesta mucho tomarse en serio sus sollozos y crisis existenciales. Hoy sigue bien activo y le hemos visto en otros títulos como "Loca academia de maleantes" de Jackie Kong y varias secuelas de la saga "Saw". Le siguen la que hace de su novia, Anne Lockhart (entre la ingente cantidad de mierda que ha hecho, destaca con luz propia "Troll"), Lynda Day George (la histérica protagonista femenina de "Mil gritos tiene la noche"), la inevitable Linnea Quigley mostrando inevitable cacho (recordemos que también actuó para Lawrence D. Foldes en la mentada "No vayas cerca del parque") y Mike Norris, hijo de Chuck.
Por ahí rula Ted Nicolaou, montando.
En cuanto a Foldes, luego lo intentó con tres pelis más (una de ellas también habitual en los video-clubs de mis años mozos, "Nightforce", distribuida por "Vestron") y desapareció del mapa.
En fin, que sí señores, "Jóvenes Guerreros" es un fucking delirio absurdo pero, al mismo tiempo, muy entretenido. No aburre nada, lo que suele ser raro en movidas de este calibre. Muy recomendable… si se la toman como hay que tomársela.