Teniendo eso en cuenta, hay que ser muy consciente de que
cuando alguien retoma a día de hoy los géneros populares de los años ochenta,
se tiende al postmodernismo más odioso y rancio, caso este de los “Turbo Kids”
o los “Kung Furys” de los cojones, que son productos netamente para tontos del "Woooow, oh my god", que
no merecen defensa en absoluto.
Por eso, cuando me enfrento a un “Slasher” de hoy en día
inspirado en los de antaño, lo hago no sin cierta desconfianza, por lo
anteriormente expuesto.
Sin embargo, “All Trough the house”, con todo el respeto que
se puede poner a un subgénero, y en pleno 2016, escapa de todos esos artificios
chanantes y cómicos tan odiosos de los clichés de las pelis revisionistas, y
nos ofrece un “Slasher” línea dura, al a vieja usanza. Y sin un puto duro para
hacerla, oigan. Y, coño, no está mal. Nada mal.
La cosa es sencilla; en un vecindario de Los Ángeles, en
plenas navidades aparece un asesino que, aprovechando la coyuntura, se disfraza
de Papá Noel, usando una máscara de lo
más siniestra e inquietante, comienza a cargarse a todo dios en ese vecindario,
con la ayuda de unas tijeras de podar. Como dato característico, decir que este
asesino, si ve un rabo al aire, lo cercena.
Sin tirar cohetes, la verdad es que se agradece ver un
“Slasher” de 2016 como este, abordando el género con sumo respeto, con cierto
sentido del humor, pero sin caer en la cuchufleta, y sobretodo, tirando de
efectos especiales artesanales de los de toda la vida, que da gusto verlos. No
hay C.G.I cutrongo en esta película. Buen y abundante gore del de toda la vida,
del que divierte sin necesidad de tener que hacer un chiste en cada
acuchillamiento, porque es una película seria, como las de entonces. Además, el
asesino, ¡Es más bruto que un arado!
Es como si alguien, hubiera cogido todos los clichés y las
cosas que molan de los “Slashers” setenteros y ochenteros, los hubiera metido
en una coctelera y como resultado tenemos este genuino producto, muy, muy
simpático. La verdad es que me lo he pasado teta.
Por ello, quizás es la favorita de los fans del género, que
enarbolan la película tras su paso por los festivales, asegurando –un poco
exageradamente, porque eso es lo que conlleva todo fanatismo- que si esta
película se hubiera rodado hace 30 años, hoy sería un clásico del orden de los
títulos más punteros. Yo no creo que sea para tanto, pero me hacía falta ver a
estas alturas de la vida una película asi. Pero sin más, me provoca mucha
simpatía, pero tampoco me mata.
Por ponerle alguna pega, el actual HD con que se filma todo,
ya sean productos medianos o pequeños, perjudica a la película, al igual que
los colores chillones y vistosos que imperan. Y es que el HD este roba la
personalidad de las películas, otorga una linealidad, y a lo mejor a esta
película le hubiera venido bien haber sido registrada en 16 mm. caducados por
ejemplo.
Pero, como homenaje, con toda la mierda que se hace hoy en
día, la verdad es que la cosa ha salido mejor que bien.
El director, Todd Nunes, tiene un par de cortos y un
largometraje previo mucho más amateroide que este. Habrá que seguirle de cerca.