Otra estrella de hoy en día, comparte similar pasado y
creditos en “¡Marchando!” con Reynolds, Justin “Bocagrande” Long.
Se trata de una de las “Sex Comeys” más descaradas y
garrulas de la época en un tiempo en que el género está en auge gracias, como
saben, a “American Pie” y que recibió una calificación para adultos, a pesar de
que, muy al contrario que sus coetáneas, no contiene ni un solo desnudo
femenino que sirva para vender entradas a costa de calentar al personal; sin
embrago, y con el ánimo de ofender, si
que vemos unos testículos asomar por una
bragueta (supuestamente, los de Luis Guzmán), o un pubis femenino completamente
poblado y lleno de suciedad, que gracias a dios canta por soleares su
procedencia protésica. Asimismo, el ver en plano como su propietaria se quita
pelotillas del mismo es material cómico de primera categoría, y maravilloso
pésimo gusto. Porque efectivamente, lo mejor de “!Marchando¡” es que es muy,
muy graciosa.
Cuenta un día en la jornada laboral de un grupo de camareros
en el interior del restaurante en el que trabajan. Y no hay más argumento que
ese, tan solo una sucesión de gags uno detrás de otro aprovechando las
instalaciones de dicho entorno. Aunque hay un par de pequeñas subtramas –uno de
los camareros se plantea el largarse de un trabajo en el que se encuentra
estancado y sin futuro, o la relación sexual tórrida entre una de las camareras
y uno de los cocineros- la principal giraría en torno a un juegecito que se
trae el personal masculino del establecimiento, en el que cada empleado, tendrá
que ingeniárselas para mostrar sus genitales a cualquiera de sus compañeros
cuando estos menos se lo esperen. Si accidentalmente, uno de ellos mira, el
dueño de los genitales tiene completo derecho a darle patadas al mirón y
acusarle de maricón. La combinación de formas de cómo mostrarla, es absolutamente
desternillante.
Verdaderamente, se trata de una comedia muy divertida y
repleta de incorrección política y
escatología.
La idea de “¡Marchando”! se gesta en los noventa en la cabeza del camarero Rob
McKittrick, quien trabajando en una franquicia de restaurantes, y siendo un fan
absoluto de “Clerks” y “Movida del 76”, preparado para ser un perdedor toda su
vida, cuando llegaba a casa tras las duras jornadas laborales, se escribe el
guión de la película basándose en su propia experiencia y en los personajes que
se encontró en el camino tras muchos años sirviendo mesas, con el fin de
realizarla de manera independiente y por cuatro duros.
Uno de los clientes del restaurante, resultó ser un pequeño
productor de la zona, quién logró reunir 20.000 dólares con los que, juntos,
pensaban rodar la película.
Sin embargo, el guion de “¡Marchando!” fue bendecido por la
suerte desde el principio. McKittrick, envió el guion a muchísimos estudios en
Hollywood, por probar, y le hicieron caso. Hasta llegó a recibir las atenciones
de Universal, quienes tras leerlo, no obstante, dijeron que se trataba de un
guion horrible. Sin embargo, se tomaron la molestia de leerlo, lo que en
Hollywood ya es mucho, y más cuando la única referencia que tienen de un
director, es que es camarero.
Finalmente, y tras un par de devaneos entre productoras de
la más variada índole, y tras conseguir un buen agente, McKittrick vende el
guion a Artisan Enterteinment, quienes muestran bastante interés por el
material escrito.
El guion, a pesar de esto, se queda guardadito en un cajón
hasta que Artisan decide venderlo por su parte y Lions Gate muestra interés por
el mismo. Esto hará que McKrittrick espera años hasta que su proyecto vea la
luz, pero, imprevisiblemente tras las manos por las que ha pasado, es Lion
Gates quién le permite debutar como director en el cine, poniendo a su
disposición tres millones de dólares que, básicamente, se emplean en contratar
un reparto de primera categoría. Dentro de este reparto, Justing Long, y AnnaFaris, habían trabajado como camareros durante años antes de convertirse en
actores, por lo que encajaron a la perfección en sus papeles. Por otro lado,
Luis Guzmán, que interpreta a un antihigiénico camarero, también tenía nociones
de cocina, mientras que Andy Milonakis era un intenso consumidor de comida
Mexicana que de tanto ir a esos restaurantes, había trabado amistad con todo
tipo de camareros, así que conocía el ambientillo. Todos los actores
contratados parecían diseñados para hacerle film.
Cuenta McKittick, que el rodaje fue tan divertido como la
película en sí misma, y eso en el resultado final se nota. El espectador se
percata de que los actores se lo están pasando muy bien, y en consecuencia, se
contagian de su diversión, si también hay que tener en cuenta que tan solo es
una película de chistes sobre pollas que nunca pasara a la posteridad. Ni falta
que le hace.
Estrenada en 2005, con los años se ha granjeado un culto
considerable en Estados Unidos, por lo que la película cuenta con una secuela
del año 2009 que se concibió para su explotación en el mercado del vídeo, bajo
el título de “Still Waiting” y que aún con un nuevo guion de McKittrick, ya no
cuenta con este en las labores de dirección –le sustituye Jeff Balis, productor
de la primera cinta- ni con las de Ryan Reynolds como actor, aunque si que
cuenta con la mayoría del reparto original.
Curiosamente, ni Rob McKittrick ni Jeff Balis han vuelto a
dirigir una sola película después de estas, pero ambos, se ganan la vida con el
cine en diferentes oficios, lo que no es poco ni malo. Y menos, cuando tienes
unos orígenes tan humildes como los del primero, y por los que existe esta
estupenda película.
Muy divertida y recomendable.