Protagonizada por Richar Gere y Debra Winger (aunque nombres
como el de Travolta, que rechazo el papel, Geena Davis, Jennifer Jason Leigh,Jeff Bridges o Christopher Reeve, se
barajaron para protagonizar la película), cuenta la historia de un par de
cadetes aspirantes a pilotos de los Marines de los USA que, aún advertidos de
la presencia por la zona de “Caza-oficiales” (mujeres casaderas que buscan
cazar a un oficial en busca de una vida mejor), se encoñan con un par de ellas,
y mientras que uno acaba tomándose la relación más en serio –motivo este que le
inducirá al suicidio- el otro ofrece sexo honesto desde el principio. Entre
tanto, tendrán que lidiar con el vehemente del Sargento instructor, que se las
hará pasar putas en su camino hacia la graduación.
Resulta muy curioso, que esta película que costó tan solo 6
millones de dólares y que recaudó más de 200 (en nuestro país la vieron más de
dos millones y medio de personas), haya llegado a convertirse en lo que es hoy,
puesto que durante su concepción no las tenía todas consigo; Don Simpson, el
productor, ávido de cocaína y pastillotes, odiaba el guion, no le gustaba la
película en general, ni le gustaba Debra Winger. Los continuos días de lluvia
ponían en peligro los rodajes diarios y cuando escampaba, se quedaba una luz
natural muy chunga, que por otro lado y pese a todo, favoreció el look de la
película. Para más inri, la pareja protagonista se llevaba a matar, Winger
decía que Gere era un desaborío y Gere le tenía envidia a la Winger, acusándola
de, cuando ambos estaban en escena, robarle los planos, de ser más carismática
que él.
Por otro lado, ese maravilloso final en el que Richard Gere,
ya licenciado, entra en la fábrica de papel en la que trabaja Debra Winger, y a
pesar de todo lo anteriormente vivido, se la lleva en brazos para darle la vida
que ella buscaba –huelga decir que su amor se intuye verdadero-, un final tan
icónico como la propia película, un final que madres de la época y jovencitas
adolescentes recuerdan con especial excitación, y un final que posiblemente sea
el verdadero motor del éxito de la película, a punto estuvo de no ser rodado;
Tanto Don Simpson, como el director Taylor Hackford, como el propio Richard
Gere, coincidian en que el final era una moñada
y que los derroteros de la cinta iban por otros senderos más duros. No
se iba a rodar ese final. Pero ante la insistencia del guionista Douglas Day
Stewart, que si que defendía el guion, como para que se callara, Hackford
decidió rodarlo en una sola toma con la idea de desecharlo. Sin embargo, cuando
lo rodaba, en las instalaciones reales de una fábrica de papel, dos de las
trabajadoras que hacían de extra para la escena, al ver a Gere saliendo de allí
con Winger en brazos, se emocionaron y se pusieron a llorar como dos benditas.
Supo entonces Hackford, que ese final iba a funcionar. Cuando finalmente
montaron la escena, con la música de Joe Cocker, y lo vieron juntos Gere,
Simpson y el director, decidieron incluirlo porque, aunque en un principio eso
no les gustaba, comprendieron que le daría un sentido distinto a la película, y
que eso les iba a proporcionar un éxito mayor. Y así fue. De hecho, lo más
recordado de la película, es su final.
La película fue un éxito mundial sin precedentes.
Por otro lado, le valió el Oscar como actor secundario a
Louis Gosset Jr. que interpreta al hijoputa del sargento, y que como le pasó a
todos los actores negros que ganan Oscars como secundarios –caso mismo de Cuba
Gooding Jr.- después del premio, pocos papeles relevantes protagonizaría
después, encasillandose Gosset en papeles de militar con mala hostia.
Debra Winger por el contrario, despegaría en su carrera,
aunque poco después acabaría hasta el coño de Hollywood reduciendo así su
intervención según avanzaba el tiempo, Richard Gere se convertiría en galán y
Súper-Estrella en una carrera que se prolongó hasta, prácticamente, nuestros
días, y el director, Taylor Hackford, rodaría unos cuantos films de éxito, si
bien, ninguno llegaría a las cotas de popularidad y calidad que el que nos
ocupa. Como muestra de su trabajo, citaré, “Noches de Sol”, al servicio de
Gregory Hines y “Pactar con el diablo”con Al Pacino.
Qué gran película.